¿Qué son los falsos recuerdos y por qué recordamos cosas que no han ocurrido?
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La cifra de casos de trastornos de la memoria en España en el pasado 2021 superó los 700.000 casos, pero aunque normalmente con esto tendamos a pensar en enfermedades como el Alzheimer, lo cierto es que existen muchas otras señales y problemas relacionados con la memoria tanto a corto como a largo plazo que pueden llegar a alterarla en mayor o menor grado. En este caso queremos hablarte de los conocidos como falsos recuerdos.
Un tipo de alteración en la memoria, mucho más frecuente de lo que puedas imaginar, aunque la mayoría de los casos sean inocuos y benignos. Te contamos por qué ocurren este tipo de falsos recuerdos y por qué llegamos a recordar cosas que nunca han ocurrido.
¿Qué son los falsos recuerdos y por qué se forman?
Los falsos recuerdos no tienen por qué indicar que algo funcione mal en el cerebro, sino que son algo totalmente normal que puede pasar frecuentemente sin que nos demos cuenta. Normalmente, cuando estos ocurren recordamos algo o creemos que hemos vivido algo que no tiene que ver con lo que nos ha ocurrido realmente.
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Además de esta posibilidad, también existe la otra parte común que puede producirse ante un hecho general o una circunstancia en la que modificamos aspectos o datos concretos de la memoria. Este tipo de recuerdos parcialmente modificados son precisamente los más difíciles de distinguir. La razón de que sea así, tiene que ver con que son recuerdos condicionados por lo que hemos vivido desde que ocurrió el suceso y por como somos en la actualidad.
Es en este proceso cuando se puede llegar a producir una introducción de memorias o recuerdos no verdaderos, alterando los reales. Y es que, como afirmó ya en 1932 Frederic Bartlett, los recuerdos no son más que simples "réplicas literales" de la realidad. Un tejido de narrativas que evolucionan y se simplifican con el paso de los años. Un proceso en el que la memoria no reproduce solo una experiencia, sino que la reconstruye a través de una compleja mezcla de ingredientes que abarcan tanto sucesos reales como las interpretaciones personales de esos hechos. Toda una combinación que construye una historia coherente de nuestra vida.
¿Tener falsos recuerdos implica necesariamente tener algún fallo en la memoria?
La respuesta es no necesariamente, ya que este tipo de falsos recuerdos suelen ser bastante comunes. Solo en los casos en los que los recuerdos se alteren más de lo normal y de forma constante debería consultarse con un profesional de la salud. Y es que, la memoria humana, a pesar de sus limitaciones, tiene una asombrosa capacidad de adaptación y en general, opera de manera efectiva en la mayoría de las situaciones.
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Su naturaleza altamente creativa y reconstructiva desempeña un papel fundamental al ayudarnos a interpretar el mundo que nos rodea, unir nuestras experiencias y mantenernos al día en un entorno en constante cambio.
Sin embargo, esto no significa que debamos ignorar el hecho de que nuestros recuerdos son potencialmente delicados, moldeables y susceptibles a la distorsión por diversas influencias.
Un vínculo entre la imaginación y la memoria
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La línea entre la imaginación y la memoria de los recuerdos puede ser más fina de lo que imaginamos, evidencia de ello lo encontramos con un estudio realizado por Okuda y su equipo en 2003, quienes investigaron cómo ciertas partes del cerebro, como la zona frontal y los lóbulos temporales, que están relacionadas con nuestra capacidad de pensar en el futuro y recordar el pasado, funcionan cuando las personas hablan sobre sus pensamientos sobre el futuro o sus recuerdos del pasado. Para ello emplearon una técnica llamada tomografía por emisión de positrones (PET) para examinar el flujo sanguíneo en el cerebro de personas sanas mientras hablaban de lo que esperaban que sucediera en el futuro o recordaban eventos pasados.
Descubrieron que la mayoría de las áreas en los lóbulos temporales medios se activaron de manera similar cuando las personas se concentraban en imaginar el futuro o cuando hablaban de eventos pasados. En otra fase del experimento, pidieron a los participantes que imaginaran un evento futuro o recordaran un evento pasado durante unos 20 segundos con un enfoque específico en el tiempo. Aunque encontraron algunas diferencias, las similitudes en la actividad cerebral fueron notables. En resumen, tanto pensar en el futuro como recordar el pasado involucran áreas cerebrales similares, aunque con algunas diferencias notables.