La ley de amnistía... o el show de Patxi y Koldo que acabó con Junqueras oprimido en la tribuna
Entre los amigos, siempre hay uno al que no se le hace caso cuando recomienda libros, películas o restaurantes. En Valencia, había un periodista que, cuando tenía dudas sobre un titular, le pedía a un subordinado que escogiera entre dos para, así, cerciorarse de que el bueno era el contrario.
En el Gobierno, ese hombre de las recomendaciones fatales es Félix Bolaños. Recomendó la amnistía como "gran referente mundial" y, aparte de él, no han asistido a su aprobación en el Congreso más que cinco compañeros del Consejo de Ministros. Sólo tres eran de su partido: Ángel Víctor Torres, Óscar Puente y María Jesús Montero.
Yolanda Díaz ha aparecido toda de negro. Es de agradecer que, en estos tiempos de la dictadura de la imagen, nos haya puesto tan fácil su relación informativa con el luto. Un día antes, habíamos conocido que una de las marcas integradas en Sumar se había cargado los Presupuestos en Cataluña y, por ende, los generales.
Desde hace cinco o seis años, las cosas en el Congreso son muy difíciles de explicar: ¿cómo se escribe que el partido de Yolanda ha dejado sin Presupuestos al gobierno de Yolanda?
La vicepresidenta cree en el amor. Le daría un abrazo y un beso incluso al novio de Ayuso. Cuando ha aparecido en el escaño su compañero Ernest Urtasun, le ha tocado un brazo, luego el otro. Después, él, ya sentado, le ha enviado un beso con el viento. Más tarde, a José Zaragoza, del PSOE, le ha cogido del brazo mientras le decía algo muy largo.
A quien no ha abrazado ha sido a José Luis Ábalos, que se ha sentado en el Parlamento por primera vez desde que lo desterraron. Los únicos que se han acercado a estrechar la mano del leproso han sido dos diputados de Vox, uno de Bildu, uno del Partido Comunista y una de Coalición Canaria. Les mirábamos todos chalanear desde la tribuna.
Un momento, un momento... ¡qué hace! ¡Está loco! ¡Cómo se atreve a arriesgar así el pan de su familia! De pronto, se ha acercado al escaño de Ábalos el socialista Alfonso Rodríguez Gómez de Celis. Un valiente, un insensato. Aparecerá la semana que viene en la cuneta del grupo mixto.
Era tan aburrido el debate de la amnistía que nos hemos dedicado a analizar estos detalles intrascendentes, igual que Bolaños y María Jesús Montero. No han atendido ni un solo minuto del debate, pero se lo han pasado de maravilla, como nosotros. Mirando a Bolaños, que escuchaba las gesticuladísimas confidencias de Montero, nos resultaba imposible sentir que se abría paso ante nosotros "una ley referente mundial".
Menudo lío llevaba María Jesús con el bolso. Buscaba y no encontraba. Suponemos que por ahí dentro habría una multitud de denuncias por defraudar a Hacienda, incluso denuncias contra algunos que todavía no han defraudado pero lo harán. Fue un milagro que ayer encontrara los smint y pudiera darle uno a Sánchez.
Cuando ha salido Mikel Legarda, del PNV, nos hemos echado un rato a dormir. No había manera de seguirlo. Y eso que ha hablado en castellano. Urtasun, el ministro de Cultura, ha salido un rato del Hemiciclo. Cuando ha vuelto, no llevaba corbata.
¿Cómo no va a adelantar Bildu al PNV en las elecciones vascas? Después de Legarda, ha subido a la tribuna Iñarritu. El abertzale, rendido a la globalización, ha citado a John Lennon y su mítica frase "la vida es eso que ocurre mientras hacemos planes". Legarda había citado a un profesor de Seattle de nombre impronunciable.
Cualquiera se preguntará: ¿si tan aburrido era el debate y se conocía de antemano el resultado de la votación? ¿Por qué los diputados, más acostumbrados al pasillo que al escaño, no se marchaban?
Porque en una esquina, muy cerca de la puerta, Francisco Javier López Álvarez, Patxi, que sabe más de gasolina que Daddy Yankee, aquilataba las cuartillas de su intervención. Era el encargado de mostrar al mundo las bondades de la amnistía.
Patxi tiene muy buena letra, como aprendida en las carmelitas, y se nota que empezó la carrera de ingeniería. Resulta asombroso que le quepan tantas barbaridades en unas cuartillas tan pequeñitas.
Poco antes de Patxi, ya con el público expectante, subía una diputada de Esquerra a dar las gracias a Junqueras y al resto de "oprimidos por el Estado español". Se han puesto a aplaudir los de Esquerra, también Junqueras por contagio, emocionado, desde la tribuna. Hasta que ha aparecido un ujier y le ha recordado que en la tribuna de invitados no se puede aplaudir.
El Congreso es un sitio que merece la pena porque los ujieres aplican la ley mejor que los legisladores. Junqueras ha convencido a Sánchez de que lo amnistíe, pero se le ha aparecido el ujier y se ha quedado petrificado. Incluso ha pedido disculpas, cosa que no hizo ni para recibir el indulto ni para lograr la amnistía.
"¡El Estado español es homofóbico (sic)!", ha gritado la diputada de Esquerra. A los ministros del Estado español, Bolaños y Montero, no se les han movido ni las pestañas. "No vamos a dejar de reclamar el derecho de autodeterminación. ¡No vamos a parar!". Nada, tampoco.
Pero, al fin, ha aparecido Patxi. El público socialista ha encontrado en él a su Cholo Simeone. Sale, suelta tres frases, y enardecen. Ha comenzado Patxi a grito pelao reivindicando la legitimidad de la democracia.
Hagan un juego, pónganse en diferido el discurso de Patxi y cierren los ojos. Uno puede vivir en esa guerra civil que no conoció, en un lugar donde una dictadura de derechas calla por la fuerza al disidente.
Patxi tenía la supuesta obligación de defender la ley de amnistía, pero de sus siete minutos ha dedicado seis a inflar a leches al padre Feijóo, que lo miraba asombrado desde su escaño. Lo peor de Patxi, no obstante, no está en el contenido, sino en el continente: ¡qué manía con decir "réconciliacion" en esdrújula!
El show de Patxi nos gusta porque lleva a este Congreso de la polarización a su punto más álgido. Patxi es el orgasmo. Se lo han agradecido los diputados de Vox, que le gritaban a coro como si estuvieran en una grada: "¡Kooooldo! ¡Kooooldo!".
Armengol debe de estar tan nerviosa por lo de las mascarillas que no ha sido capaz de frenar el coro de los energúmenos. Sólo existe un referente mundial que lleva el nombre de "Patxi", el mítico capitán de Osasuna Patxi Puñal. Pero si esta legislatura continúa, habrá que hacer sitio en el parnaso a Patxi López y sus cuartillas.
Tan impresionado se ha quedado Feijóo con las cosas que le ha dicho Patxi que, cuando le ha tocado votar contra la amnistía por llamamiento, no respondía. "Alberto Núñez Feijóo", repetía el secretario desde la tribuna. Pero Feijóo no respondía. Estaba mudo.