En 1789, los ecos de la revolución llegaban a una de las colonias más ricas de Francia, Haití, donde los esclavos se empezaron a preguntar cómo se aplicaba la Declaración de los Derechos Humanos del Hombre a su situación. Al no recibir respuesta, el 22 de agosto de ese mismo año los esclavos destruyeron las plantaciones y ejecutaron a todos los blancos que vivían en la región.
El 1 de enero de 1804, Haití declaró su independencia y Jean-Jacques Dessalines se convirtió en su primer gobernante, inicialmente como gobernador y más adelante como emperador Jacques I de Haití, título con el que él mismo se bautizó. Pero la brutal venganza contra los blancos cuando Francia ya se había rendido trajo a este nuevo país el desprecio de otras naciones.
Es por eso que el 17 de abril de 1825, el presidente haitiano firmó la Real Ordenanza de Carlos X, que prometía a Haití reconocimiento diplomático francés a cambio de una indemnización de 150 millones de francos (unos 20.000 millones de euros actuales), convirtiéndose así en el primer país de Hispanoamérica en separarse de sus amos coloniales y en la primera república negra del mundo.
La independencia de Haiti provocó un efecto dominó por toda América que fue aprovechada por un espía, mentiroso y traidor que no solo fue perseguido por España, sino también por aquellos a los que había ayudado a independizarse: Francisco de Miranda.
Un criollo en España
Sebastián Francisco de Miranda y Rodríguez nacía en Caracas el 28 de marzo de 1750 en el seno de una familia acomodada. Su padre era Sebastián de Miranda Ravelo, un canario llegado desde España que se estableció como comerciante y contrajo matrimonio con Francisca Antonia Rodríguez de Espinoza, también de origen canario.
Francisco era el primogénito de nueve hermanos que vivió en su ciudad hasta los 20 años, durante los cuales recibió una educación de primer nivel estudiando Latín, Gramática, Lógica, Física y Teología. Sin embargo, decepcionado por las dificultades que encontraban los criollos –descendiente de europeos nacidos en los territorios españoles de América– para ascender socialmente, decidió trasladarse a España.
El 25 de enero de 1771 embarcaba en el puerto de La Guaira rumbo a Cádiz para servir en el ejército de Carlos III. Un mes después, llegaba a España custodiando 1.000 kilos de cacao, una de las fuentes de la riqueza de su familia, con los cuales pretendía comprar su ingreso en el ejército. Su padre había pensado que, si su hijo se encargaba personalmente del cacao y lo vendía directamente, se ahorraría todas las comisiones de los intermediarios.
Tras conseguir una pequeña fortuna con la venta del cacao, compró buena ropa y se dirigió a Madrid, a donde llegó en marzo de 1771. Bajo la protección de un amigo de su padre, se dedicó al estudio de las Matemáticas, la Geografía, la Historia de España y de los idiomas francés e inglés. Obtuvo al año siguiente un certificado que acreditaba su pureza de sangre, lo que le permitía entrar en el Ejército, algo que consiguió el 7 de enero de 1773 tras una concienzuda preparación y el pago de 85.000 reales, obteniendo una patente de capitán con la que fue asignado al Regimiento de infantería de la Princesa bajo el mando del mariscal Juan Manuel de Cajigal y Montserrat, con el que entablaría una gran amistad.
Su ascenso a teniente coronel
En 1774, su regimiento partió a Melilla, donde tuvo lugar su primera intervención militar. Desde el 9 de diciembre de 1774 hasta el 19 de marzo de 1775, las fuerzas españolas lograron rechazar al ejército del sultán de Marruecos, que había sitiado la ciudad resistiendo los envites y demostrando sus capacidades militares. En julio de ese año, fue enviado a la expedición española destinada a atacar Argel, en una acción considerada uno de los mayores fracasos militares de la historia de España.
Tras aquella catástrofe, regresó a Cádiz, donde fue arrestado debido a problemas con la Inquisición, que le acusaba de tenencia de libros prohibidos y pinturas obscenas, pero la intervención de Cajigal permitió eludir la acusación y fue reasignado al contingente español que partiría de Cádiz para apoyar a las colonias inglesas en Norteamérica en su lucha por la independencia de Reino Unido.
En 1781, Miranda participó en el ataque a Pensacola junto al legendario Bernardo de Gálvez, logrando la victoria y el control de la Florida Occidental, asestando un duro golpe a la estrategia británica en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Su conducta en la toma de Pensacola le valió para ser ascendido por el rey a teniente coronel.
Pero la justicia no se había olvidado de él y seguía tras sus pasos. Durante toda su vida, Francisco había reunido una selecta biblioteca personal en la que se encontraban los libros más importantes del pensamiento ilustrado, prohibidos en España y Francia por considerarse revolucionarios, motivo por el cual la Inquisición volvió a reclamarlo de nuevo.
Para evitar su detención, Cajigal lo envió a Jamaica, una de las últimas islas de importancia bajo mando inglés en el Caribe para organizar un intercambio de prisioneros, pero su cometido real era el de ejercer de espía para elaborar un mapa de la región y sus defensas. Su trabajo no sólo fue impecable, sino que durante las negociaciones llegó a conseguir la cesión de todas las islas, lo que le valió para ser ascendido a coronel bajo las órdenes del comandante general de las fuerzas españolas en Cuba, Bernardo de Gálvez, en la isla de La Española.
El desertor más buscado
A pesar de los servicios prestados a su país, en los siguientes meses se le volvió a acusar y se ordenó su arresto, por lo que decidió desertar y evitar la justicia del mismo rey al que había servido con total determinación, en junio de 1783, y refugiarse en los recién nacidos Estados Unidos de América.
Durante el tiempo que estuvo allí realizó un estudio crítico sobre sus defensas militares, conoció a George Washington, Alexander Hamilton, Henry Knox, Lafayette y se dedicó a cultivar su mente mientras estudiaba manuales militares y políticos, convirtiéndose en un firme defensor de la revolución política estadounidense y proponiéndose llevarla a toda Hispanoamérica.
En España ya tenía el título de enemigo número uno del país y era considerado un traidor y desertor, lo que comprometió su estancia en el país, obligándole a marcharse a Inglaterra, a donde llegó el 10 de febrero de 1785. Su llegada a las islas británicas despertó las sospechas de la corte española, creyendo que su finalidad era vender los secretos que conocía a los británicos, por lo que fue vigilado estrechamente por sus espías.
El origen de un sueño
Durante esta época, concibió la idea de una Sudamérica independiente de España, una idea a la que consagraría toda su vida y para la que pidió apoyo británico en multitud de ocasiones, aunque solo recibió promesas de una Inglaterra que deseaba venganza por la derrota que España le había infringido en la Guerra de Independencia de Estados Unidos.
Mientras buscaba apoyos, entre 1785 y 1789, viajó por toda Europa observando, aprendiendo y escribiendo un diario en el que proporciona todo tipo de detalles sobre aquella época repleta de reformas y convulsiones que estaba provocando la Ilustración, pero los necesarios apoyos seguían sin llegar. En 1792, se trasladó a París, que se hallaba en plena Revolución Francesa, donde obtendría el grado de mariscal del ejército revolucionario, llegando a ser segundo jefe del ejército del norte, pero durante el reinado de terror de Robespierre fue arrestado acusado de traición, aunque fue absuelto de los cargos en 1798.
En busca de oxígeno para su sueño, Miranda llegó a reunirse con el presidente estadounidense Thomas Jefferson en la Casa Blanca el 2 de septiembre de 1805, pero serían banqueros y comerciantes los que finalmente le financiarían una pequeña expedición militar para desembarcar en algún punto de Sudamérica y tantear el terreno. Para ello se puso al frente del bergantín 'Leander' y zarpó de Nueva York hacia Haití, donde se le sumarían dos goletas más.
El 12 de marzo de 1806, su pequeña flota atacaba el puerto de Ocumare, pero las defensas españolas apresaron a las dos goletas, provocando que el 'Leander' huyera a toda prisa. Francisco reorganizó sus fuerzas y atacó el puerto de La Vela de Coro el 3 de agosto de 1806, logrando desembarcar y conquistar la ciudad. En lo alto del fortín de La Vela, la bandera de Venezuela era izada por primera vez en la historia, pero al carecer de apoyo popular y de refuerzos, huyeron de la ciudad diez días después y regresó a Inglaterra.
Un sueño hecho realidad
Sus acciones provocaron que, el 19 de abril de 1810, Venezuela iniciara su proceso de independencia y Simón Bolívar le pidió que regresara a su tierra natal, donde fue recibido en el puerto de La Guaira como un héroe y es nombrado general de ejército. El 5 de julio del siguiente año firmaría la Declaración de Independencia. Por fin lo había conseguido, su sueño se había cumplido.
Pero España no le iba a poner las cosas fáciles, enviando armas y hombres para recuperar el control, por lo que la República tomó una medida desesperada para evitar la derrota: nombraron a Miranda presidente y le dieron poderes dictatoriales con el cargo de Generalísimo para que expulsara, fuera cual fuera el precio, a cualquiera que apoyara a Fernando VII.
Pero no fue capaz de pasar a la ofensiva por las constantes deserciones que se daban en sus tropas y la impopularidad de la causa independentista en la sociedad venezolana así que, temiendo una derrota brutal y el colapso de todo el estado, firmó la capitulación de su ejército el 25 de julio de 1812 en San Mateo, en una acción considerada bochornosa por muchos de sus oficiales que generó gran confusión y que fue interpretada como una traición.
Durante la noche del 30 al 31 de julio de 1812, fue traicionado por un grupo de oficiales dirigidos por su amigo Simón Bolívar, quienes lo arrestaron y encerraron en el fuerte de San Carlos de Caracas, con la intención de fusilarlo.
Afortunadamente para él, atendiendo a diversos consejos, Francisco no fue condenado a muerte y quedó al cargo del comandante militar del puerto de La Guaira, quien en secreto se pasó al bando español entregándoles a Miranda, que fue llevado a Puerto Cabello, después a la fortaleza de El Morro, en Puerto Rico, y de allí a España, donde sería finalmente encarcelado en el penal de las Cuatro Torres del arsenal de La Carraca en San Fernando de Cádiz.
Un traidor para ambos bandos
Allí, aislado del mundo exterior, asistido por su criado y enfermo tras una larga agonía, fallecía la madrugada del 14 de julio de 1816, con 66 años de edad, un aventurero, un espía, un conspirador, el precursor de la independencia de Sudamérica, un héroe para muchos y un traidor para todos: Francisco de Miranda.
En Haití, un banco francés le prestó a la joven nación parte de la deuda que contrajo con Francia. Aquella deuda era tan inmensa que incluso cuando fue rebajada a la mitad en 1830 seguía siendo demasiado alta para el país caribeño, por lo que tuvo que pedir enormes préstamos a bancos estadounidenses y alemanes con tasas de interés exorbitantes que le obligaban a destinar la mayor parte de su presupuesto nacional a pagar esta deuda. Finalmente, en 1947 Haití terminó de pagar a Francia. Necesitó 122 años para pagar su deuda de la independencia.