
Carlos Cuerpo, ministro de Economía, atiende a los medios tras su ronda de contactos con los grupos políticos por la guerra de aranceles.
Pedro Sánchez aprovecha los aranceles de Trump para separarse de la doctrina de la UE y la OTAN sobre China
Carlos Cuerpo, ministro de Economía: "No consideramos a China un 'rival sistémico' para nada".
En su tercera visita a Xi en dos años, Sánchez intentará compensar la pérdida de comercio con EEUU vendiendo más productos a China y facilitando la entrada de sus coches y sus inversiones en renovables.
Más información: Pedro Sánchez gana oxígeno presentándose como líder contra la guerra de los aranceles igual que hizo en la covid.
El presidente del Gobierno sale de gira la semana que viene a Vietnam y China. Pedro Sánchez tratará de compensar la pérdida de comercio con EEUU, producto de la guerra arancelaria lanzada por Donald Trump, y de paso ya aprovecha para separarse de la doctrina de la UE y la OTAN sobre Pekín.
Su ministro de Economía, Carlos Cuerpo, establecía este viernes la posición del Ejecutivo, contradiciendo la definición que estableció en 2019 la Unión Europea del régimen de Xi Jinping: "Nosotros no consideramos a China un rival sistémico para nada".
El miércoles, Sánchez será el primer presidente español que visite oficialmente la República Socialista de Vietnam, una dictadura teóricamente comunista, pero lanzada al libre mercado como ningún otro país del sudeste asiático. Un mercado hasta ahora no explorado por nuestro país, en el que Moncloa confía para aprovechar "enormes oportunidades".
Y el viernes pisará Pekín por tercera vez en dos años, con el objetivo de firmar varios acuerdos que sirvan a las empresas españolas para vender más productos a China. A cambio, ofrecerá una apertura a las inversiones del gigante asiático que, en algún caso, chocan con las políticas de la UE.
Hay un discurso en parte contradictorio en Moncloa. Por un lado, se presume de la especial relación con Xi, como la traducción de un trabajo insistente en impulsar "la diversificación" de las relaciones internacionales españolas. Pero por otro lado, se insiste en que todo este trabajo con el gigante asiático está coordinado con la Unión Europea.
Fuentes del Gobierno insisten en que España quiere centrarse en sólo una de las tres definiciones con las que la UE define, desde 2019, su relación con Pekín. A España le interesa la de "socio comercial", y soslaya las de "competidor comercial" y "rival sistémico".
De hecho, el ministro de Economía y Comercio, Carlos Cuerpo, marcaba este mismo viernes la posición del Gobierno: "Nosotros no consideramos a China un rival sistémico para nada. De hecho, es un socio estratégico para España, y para la UE".
La afirmación, durante una entrevista en Onda Cero, encaja con lo inédito de que el presidente del Gobierno vaya a realizar la semana que viene su tercera visita al mismo país en los últimos dos años a Pekín.
La de marzo de 2023 ya levantó ampollas en Bruselas, porque llegó cuando se cumplía un año del inicio de la invasión rusa en Ucrania. Y la de 2024, acompañado de su ministro de Exteriores, José Manuel Albares, llegó con la polémica oferta española para importar vehículos eléctricos chinos, cuando la UE acababa de imponerles unos aranceles del 37,6%.
"Amigo sin límites" de Putin
La visita no será sólo económica, sostiene Moncloa, sino también muy política. Se trata de celebrar los 20 años del establecimiento de la Asociación Estratégica Integral entre Madrid y Pekín, y aprovechar para profundizar en ella.
Ese acuerdo lo signó quien era líder del Partido Comunista Chino, Hu Jintao, con el entonces José Luis Rodríguez Zapatero. Y eso es lo que alimenta las sospechas de la oposición.
Zapatero es, probablemente, la persona con mayor influencia en Sánchez, hoy en día. Y es, a la vez, el mayor valedor en España de las relaciones con el régimen chino.
No en vano, Alberto Núñez Feijóo levantó la alerta, el pasado jueves, durante su intervención en el Wake Up, Spain! 2025: "Si Sánchez ha mandado a Zapatero de avanzadilla, tengo reservas sobre el verdadero objetivo de la visita a China".
Y en este punto, el choque es no ya sólo con la posición de la UE, sino también de la OTAN.
Aunque trata de mostrarse "favorable a la paz", Xi da soporte a Vladímir Putin en su guerra de agresión.
El apoyo logístico de China a Rusia, los "amigos sin límites", para su invasión de Ucrania es cada vez más evidente. Y Estados Unidos presiona ya presionaba a sus aliados de Occidente cuando la primera de estas visitas de Sánchez a Pekín. El "desequilibrio comercial", crecientemente favorable a Pekín, amenazaba ya con la guerra en la OMC.
Pero la ofensiva arancelaria ha estallado ahora, aunque lo ha hecho por otra vía: la inesperada de EEUU, "nuestro más viejo aliado" que, en palabras de Von der Leyen, "nos ha decepcionado".
Según fuentes del Gobierno, este sorprendente viaje de la semana que viene no es una visita "contra nadie". Pero sí adquiere "mucho más sentido" ahora que Donald Trump ha cargado con aranceles del 20% a cualquier producto de la UE, y del 34% a todas las importaciones procedentes de China.
"Rival sistémico"
En 2023, después de Sánchez, acudieron a reunirse con Xi tanto la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, como el presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, y otros líderes comunitarios. Pero el Gobierno español había filtrado la noticia del viaje en pleno Consejo Europeo.
Y eso sorprendió, o incluso molestó, a algunos de sus colegas jefes de Estado y de Gobierno.
Lo mismo exactamente ha ocurrido en esta ocasión, en 2025. Aunque la reacción en Bruselas ha sido menor. De hecho, el comisario de Comercio, Maros Sefkovic, acaba de regresar de Pekín. Y en Moncloa se tiene la certeza de que, después de Sánchez, es muy probable que la propia Von der Leyen también se desplace a Pekín.

Pedro Sánchez saluda al presidente chino, Xi Jinping, en el Palacio de Diaoyutai, en Pekín. Pool Moncloa
Es más, desde el entorno de Presidencia del Gobierno se vuelve a entrar en contradicción con los mensajes.
Porque, por un lado, se celebra como un éxito de Sánchez que la Unión y los Estados miembros estén entendiendo la necesidad de "diversificar" relaciones y mercados.
Pero por otro, se da oficialmente por buena la definición de China, recogida en la Perspectiva estratégica UE-China, de 2019:
"China es simultáneamente, en diferentes ámbitos políticos, un socio cooperador con el que la UE ha aproximado objetivos, un socio negociador con el que la UE necesita encontrar un equilibrio de intereses, un competidor económico en la consecución del liderazgo tecnológico y un rival sistémico en la promoción de modelos alternativos de gobernanza" [consúltelo aquí en PDF].
Moncloa dice tener esto muy claro, pero al mismo tiempo advierte de que ésta es una visita bilateral, no en nombre de la UE. Y que las relaciones exteriores son privativas de cada Estado miembro.
El Gobierno de Sánchez quiere apostar por desarrollar la parte de "socio cooperador y negociador", y explorar los puntos de conexión con China.
No se pretende sustituir a EEUU, aseguran las fuentes consultadas, sino reducir dependencias.
Pero llama la atención que ése era el argumento que ha venido esgrimiendo la UE en el último lustro, no respecto a Washington, sino frente a Pekín.
La Unión, incluso, profundizó en la doctrina del derisking, o control de daños... un paso intermedio entre la dependencia creciente y debilitadora para la UE y el decoupling... es decir, la desconexión que habría preferido Estados Unidos, ya en los tiempos de Joe Biden.
Von der Leyen acusaba entonces a Pekín de estar "trabajando por cambiar el orden mundial". Pocos días después, Sánchez estrechaba la mano de Xi.
"Subvertir el orden internacional"
Las fuentes del Gobierno reconocen que la negociación de la posición común frente a China en 2019 fue muy difícil. Como lo fueron las menciones al gigante asiático en el Concepto Estratégico de Madrid, establecido por la OTAN en su cumbre de 2022 en la capital española [consúltelo aquí en PDF].
Si "la profundización de la asociación estratégica" entre China y Rusia "desafía nuestros intereses, nuestra seguridad y nuestros valores" y si Pekín "se esfuerza por subvertir el orden internacional basado en normas", ¿qué hace España estrechando lazos insistentemente en los años siguientes?
Estos días, Albares ha estado en la reunión ministerial preparatoria de la cumbre de la Alianza de junio en La Haya. Allí, Marco Rubio ha exigido un 5% del PIB en gasto en Defensa a todos los aliados, y les ha aclarado que la política de aranceles de su presidente no será moneda de cambio.
EEUU aprieta a Europa por la vía comercial y la militar. Y Sánchez no desvela sus cartas en lo segundo mientras, en lo primero, le hace guiños a Xi.
Protocolos en negociación
El gobernante español prevé adelantarse a sus socios europeos, si es que luego le siguen en esta especie de deshielo.
Las negociaciones siguen abiertas, pero si fructifican, Sánchez prevé avanzar en protocolos concretos que abran el enorme mercado chino a los productos y las empresas españolas en sectores especialmente sensibles... todos afectados por los aranceles de Trump, que han cambiado las reglas del juego con sus socios tradicionales, nosotros.
Uno de esos sectores son los de la cadena de valor del hidrógeno verde y otro, el que ya levantó sarpullidos en 2024, el de los coches eléctricos.
Entonces, la UE acababa de imponer unos durísimos aranceles del 37,6% a los coches eléctricos chinos. Pero Sánchez hizo oídos sordos y se reunió con Xi y con empresas de esa industria, precisamente, para impulsar la reconversión de España en una de las categorías económicas que le llevan alimentando el PIB desde los años 60, y ahora está en riesgo.
Esa búsqueda de "sinergias" entre Madrid y Pekín se profundizará en esta ocasión, con la batalla que trata de liderar España para albergar una factoría de la marca puntera BYD.
Moncloa insiste en que todo este movimiento geoestratégico del presidente español es, simplemente, una continuación de su trabajo para que la UE mire a "otras regiones del mundo".
Por eso, insisten, se ha viajado a la India; por eso esta gira asiática incluye Vietnam; por eso, durante la presidencia española del Consejo, en el segundo semestre de 2023, se cerró el acuerdo de libre comercio con Mercosur... "que ahora urge ratificar".
La estrategia de acción exterior lleva buscando que ni nuestro país ni la Unión estén ancladas, tampoco, a EEUU. Y aunque Moncloa insiste en que Washington es un socio indispensable, la cuestión se ha agravado desde el regreso de Trump a la Casa Blanca. Y el ministro Cuerpo lo puso en palabras: "China es un mercado esencial para España y para la UE".