El ser humano ha soñado con la inmortalidad desde que miró por primera vez a las estrellas y se preguntó por sus orígenes. Ya desde tiempos de Jesús y sus apóstoles, hombres y mujeres anhelaron la vida eterna. Sin embargo, ¿por qué apostarlo todo a Dios? ¿No era posible vivir para siempre siendo de carne y hueso? Oscar Wilde llevó la píldora de la eterna juventud a la Tierra tras imaginar la eternidad no como un juego sujeto a los designios de los dioses sino como consecuencia de un tenebroso pacto entre Dorian Gray y el diablo. Años después, el cineasta Darren Aronofsky democratizó el elixir de la vida permitiendo a los personajes de La fuente de la vida recolectar un extraño compuesto de un árbol mágico para curar cualquier enfermedad. Todo mientras las leyendas populares aseguraban que Walt Disney permanecía criogenizado. Literatura y cine soñaban con la inmortalidad.
Pero llegó el transhumanismo, la revolución tecnológica y científica y, junto a ello, os descubrimientos más vanguardistas en el desarrollo de medicinas e investigaciones sobre rejuvenecimiento celular. Se abría un nuevo horizonte que ya no sólo pertenecía a los libros y a las películas. ¿Era (o es) realmente demencial pensar en la vida eterna? Si en poco más de 200 años se ha logrado duplicar la esperanza de vida humana, ¿quién dice que no podamos, dentro de otros doscientos, dar jaque mate a la muerte en su tablero de ajedrez? Aunque aún no es posible hablar de inmortalidad, poco a poco la ciencia se acerca a conquistar descubrimientos que sientan bases más que sólidas para alargar la existencia.
Es lo que ocurre a poco menos de 45 minutos de Silicon Valley, donde se encuentra una de las tres delegaciones que los laboratorios Altos Labs tiene distribuidas por Europa y Estados Unidos. Las otras dos están en Cambridge, Reino Unido, y en San Diego, cerca del hogar de los artistas hacen soñar al mundo: Hollywood. Esta misteriosa compañía biotecnológica cuenta con un capital de unos 2.500 millones de euros y un equipo de mentes privilegiadas en plantilla, entre ellos varios premios Nobel y científicos españoles, cuya misión es investigar y perfeccionar las técnicas más punteras de rejuvenecimiento celular con el objetivo de acabar con las enfermedades que acechan al ser humano y, con ello, lograr que llegemos a la vejez como si fuéramos jóvenes.
"Altos se dedica a desentrañar la biología profunda tras la programación del rejuvenecimiento de las células", explica la compañía en su acta fundacional. "Nuestra misión es restaurar la salud celular y la resiliencia para poder revertir enfermedades, lesiones o discapacidades que ocurren a lo largo de la vida". En otras palabras: llegar a los 80 años en cuerpos de adultos de mediana edad. Quién sabe si a los 90 o a los 100 con una salud de hierro. Por eso su labor está orientada a "abordar los problemas más complejos de la biología y la industria" para revolucionar "la ciencia a través la medicina". El plan, de entrada, es ambicioso.
Sin embargo, existe un estricto hermetismo en torno a Altos Labs. Prácticamente ninguno de sus científicos ofrece declaraciones a medios de comunicación. Al escribir a su único correo de contacto oficial, responden con vaguedades como que "aún están en su primera etapa como compañía" y no pueden dar más detalles sobre cuáles son las investigaciones que tienen en marcha. Sin embargo, EL ESPAÑOL | Porfolio ha conseguido contactar con uno de sus científicos, el doctor Manuel Serrano, biólogo celular español, que ha accedido a contestar a varias preguntas.
Este medio también ha dado con el prestigioso médico Arturo Fernández-Cruz, cuya fundación organizará, el próximo 22 de septiembre, una entrega de premios en la Real Academia Nacional de Medicina (RANME) donde galardonará a dos de los integrantes de Altos Labs: el Nobel de Medicina Shinya Yamanaka, miembro del consejo asesor de los laboratorios, y al mayor experto en técnicas de rejuvenecimiento celular de España, Juan Carlos Izpisua, director del centro de Altos en San Diego. Además, según fuentes cercanas a la compañía, a esa reunión también podría acudir el oligarca ruso Yuri Milner, emprendedor que hizo parte de su fortuna invirtiendo en Airbnb, Facebook y Alibaba, quien según apuntan varios medios estaría contribuyendo a la financiación de los laboratorios a través de una de sus fundaciones.
Ese es precisamente uno de los grandes interrogantes que suscita Altos Labs. ¿Quién pone el dinero para financiar este proyecto y con qué fines? ¿Hay un anhelo de los magnates del mundo de vivir más años o es todo puro altruismo? Según el MIT Technology Review, uno de los pocos medios que ha publicado un reportaje sobre Altos Labs, tras el capital de los laboratorios estarían magnates de los negocios de la talla de Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo, y el oligarca ruso Yuri Milner, quien también invirtió previamente en Calico Labs, el laboratorio antienvejecimiento fundado por Google, y en la start-up de biotecnología y secuenciación genómica 23andMe.
Pero la participación de ambos no oficial, ya que ninguno lo ha confirmado ni desmentido. Quien sí ha desvelado respaldar económicamente el proyecto es el fondo de inversión ARCH Venture Partners, un nombre habitual en el sector farmacéutico y en los pasillos de las compañías de biotecnología e ingeniería biológica. Por ejemplo, en National Resilience Inc., una poderosa empresa surgida a raíz de la pandemia de Covid-19 que desarrolla terapias celulares y genéticas y nuevas formas de elaborar medicamentos y vacunas.
"ARCH es uno de los fondos de inversión más prestigiosos del mundo. Que te financie implica que el proyecto ya tiene una gran calidad", sostiene Manuel Serrano, uno de los fichajes estrella de Altos Labs. El científico madrileño dirigió durante años el equipo de plasticidad celular y enfermedades del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona antes de ser contratado por Altos, que le ofrecía un sueldo casi diez veces mayor al que tenía en España. Hoy, desde el Cambridge Institute of Science de Altos, en Reino Unido, investiga el rejuvenecimiento celular de tejidos.
"Ni siquiera nosotros, los científicos, tenemos muy claro quién nos financia. Esos millonarios que se suelen mencionar [Bezos y Milner] no están confirmados ni desmentidos", asegura Serrano. Sobre los supuestos intereses que tendrían en que unos laboratorios de biomedicina pudiesen alargar la (su) vida, responde tajante: "No conozco a ninguno y no sé cuáles serían sus motivaciones íntimas, pero los millonarios financian muchas cosas. Es ingenuo pensar que porque se ponga dinero para investigar una terapia contra el envejecimiento esa persona de carne y hueso va a vivir más años. Mucha gente adinerada pone dinero para luchar contra la malaria y la lepra y no significa que la tengan", bromea.
Terapias para vivir más años
Según explica Serrano, existen diferentes tipos de envejecimiento: el molecular, el de los tejidos y el de los propios órganos. Los científicos coinciden en que el más importante es el que ocurre a nivel celular. La investigación en técnicas de rejuvenecimiento de las células es, por tanto, una de las principales líneas de investigación de Altos Labs. ¿En qué consiste? Esencialmente, en revertir los factores epigenéticos asociados a la vejez para lograr, básicamente, que las células senescentes o 'ancianas' recuperen las características que tenían durante su juventud.
La palabra 'regeneración', señala Manuel Serrano, utilizada por muchos medios para referirse a estas terapias, es inexacta, ya que lo que se regenera son los tejidos o los órganos cuando las células de un cuerpo son juveniles. Si existe un daño en un músculo, una persona de veinte años regenerará la herida con muchísima más rapidez que una persona de ochenta. "La capacidad de regeneración de los tejidos depende de lo juveniles que sean las células", admite Serrano. "El rejuvenecimiento celular busca lograr que exista una mejor regeneración".
Muchas enfermedades surgen cuando el organismo está envejecido. Alguien de entre 15 o 35 años es difícil que sufra enfermedades graves aunque tenga hábitos de vida poco saludables, por lo que la vejez se convierte en la principal causa de riesgo para desarrollarlas. ¿Qué tienen de nuevo las investigaciones de Altos? Que en lugar de analizar cómo se desarrolla la arterioesclerosis, estudian cómo envejece el sistema vascular y el cuerpo crea las condiciones necesarias para desarrollar la arterioesclerosis. "Se analiza el paso previo al factor de riesgo", sugiere Serrano.
Esta es, paradójicamente, la parte fácil de comprender. La siguiente, cómo se realiza el rejuvenecimiento, implica interiorizar que las células humanas tienen patrones de sustancias químicas distintas dentro de su ADN. Es lo que se conoce como 'marcadores epigenéticos'.
A las envejecidas células epiteliales (aquellas que revisten superficies y cavidades del organismo) se las introduce hasta su núcleo los conocidos como 'factores de Yamanaka', cuatro genes de transcripción llamados 'factores OSKM' (Oct3/4, Sox2, Klf4 y c-Myc) descubiertos por el Nobel japonés Shinya Yamanaka. Entonces, esas células epiteliales 'ancianas' se transforman en células madre embrionarias, es decir, juveniles o inmaduras, capaces de regenerar tejidos y organismos con mayor facilidad.
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Las técnicas de rejuvenecimiento celular se encuentran, actualmente, "en un punto muy inicial, muy lejano de cualquier aplicación práctica", recuerda Serrano. "Se ha demostrado en animales, como ratones [se ha conseguido duplicar su longevidad e, incluso, que un ratón viejo vuelva a ser joven] pero utilizando unos métodos no posibles de aplicar en personas", como las terapias con genes, muy "peligrosas y delicadas", ya que no se practican en humanos salvo en casos extremos, pues en algunas ocasiones pueden provocar cáncer.
El experto español duda de que algunas vez se pueda practicar el rejuvenecimiento celular mediante terapias génicas en humanos, aunque sí lo ve posible con agentes químicos o anticuerpos, que son "las terapias que se utilizan en la medicina canónica o clásica". Es decir, productos químicos, anticuerpos o mediante ARN mensajero. Pero para eso quedan años, si no décadas, de investigación. ¿Dónde queda entonces la inmortalidad?
Liz Parrish, la mujer 'eterna'
Hace unos meses, numerosos medios de comunicación se hicieron eco de la historia de Liz Parrish, CEO de la empresa de biotecnología centrada en terapias génicas BioViva Science. "En vez de cumplir años rejuvenece", rezaban algunos titulares. Se trata de una mujer estadounidense de 52 años cuya edad celular era la de una persona de 33. ¿A qué se debía que algunas de sus células fueran tan jóvenes? La respuesta la tienen, una vez más, las peligrosas terapias genéticas, esta vez de alargamiento de telómeros.
Parrish, que se pasea como una estrella de cine en platós de televisión y conferencias sobre longevidad, se topó con que en Estados Unidos la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) no aprobaba este tipo de terapias genéticas porque escapaban de todos los límites bioéticos, ya que no se puede garantizar su seguridad en humanos y, por tanto, no se deben realizar salvo en excepciones muy notables.
Los telómeros son estructuras de ADN no codificantes que se sitúan a los extremos de los cromosomas. Con la vejez, estos telómeros se acortan, por lo que la lógica dicta que un alargamiento produciría un rejuvenecimiento. Parrish viajó a una clínica de Bogotá, en Colombia, donde se sometió a cientos de pinchazos para alargar sus telómeros y revertir así la conocida como senescencia celular.
A Manuel Serrano este tipo de operaciones clandestinas le parecen un disparate. "Esta persona ha hecho algo que se sale de todas las normas y regulaciones. Además, nada de lo que cuenta está comprobado, aunque científicamente es posible. Hemos visto cómo se alargan los telómeros de ratones con terapia génica, pero eso es algo que ninguna agencia del medicamento de ningún país o región del mundo desarrollado ha aprobado. Es algo demasiado incierto. Que se pueda practicar en ratones no significa que se deba hacer en personas".
Un equipo de premio Nobel
Una de las características más llamativas de Altos Labs es que entre los integrantes de su consejo asesor hay numerosos científicos ganadores del premio Nobel. Por supuesto, está el japonés Shinya Yamanaka, quien descubrió las moléculas de los factores de Yamanaka que se utilizan para el rejuvenecimiento celular y recibió, junto a John Gurdon, el Nobel de Fisiología o Medicina en 2012. Descubrió que las células adultas pueden reprogramarse para ser reconvertirlas en células madre pluripotentes, es decir, células capaces de regenerar la mayoría de tejidos.
Entre las filas de Altos también se encuentran la química Jennifer Doudna, Nobel de Química en 2020 tras desarollar el CRISPR-Cas9, un método de ingeniería genética capaz de modificar el ADN; la doctora Frances Arnold, Nobel de química en 2018 por impulsar un método de ingeniería de proteínas que consigue comprimir en cuestión de días los procesos de las enzimas; y David Baltimore, Nobel de Fisiología o Medicina gracias a sus investigaciones sobre virología y recombinación de ADN.
A los cuatro premios Nobel de Altos Labs se le suman el prestigioso Manuel Serrano y la investigadora María Abad, quien ha estudiado en profundidad la relación entre la respuesta al estrés y la plasticidad celular. También el bioquímico y farmacéutico manchego Juan Carlos Izpisua, uno de los máximos especialistas en biología del desarrollo de España.
En mayo de 2022, Izpisua publicó uno de sus últimos avances sobre nature aging: consiguió revertir el envejecimiento en ratones de mediana edad mediante el método de Yamanaka logrando que algunos de sus órganos, como los riñones y la piel, fuesen similares a los de los roeadores jóvenes. No hubo efectos secundarios negativos. Altos lo sedujo con un puesto de dirección en su centro de investigación en San Diego, Estados Unidos.
El futuro: ¿La inmortalidad?
Hablar de rejuvenecimiento entronca con el anhelo de alcanzar la inmortalidad. Altos Labs, lamentablemente, no puede cumplir el sueño de Dorian Gray de preservar su belleza eterna, pero sí acercar a nuestra especie a una vida más cómoda y placentera en sus años de senectud. Vivir eternamente quizás no, pero aguantar más años con una mejor calidad de vida sí es posible.
"Toda la medicina se crea para que vivamos más, desde la traumatología que nos ayuda a reparar los huesos que se rompen hasta las terapias celulares", considera Manuel Serrano. El científico relega al terreno de la ciencia-ficción esos titulares estrambóticos que relacionan su trabajo en Altos con 'píldoras de eterna juventud'. "Desde el punto de vista periodístico fascina la palabra envejecimiento, porque parece que estamos buscando la inmortalidad, pero no hay nada de esa fantasía. Sólo queremos ayudar a los pacientes a que vivan un poco mejor. Son objetivos muy humildes".
Quien también sueña con impulsar el alargamiento de la vida es Arturo Fernández-Cruz, uno de los doctores más prestigiosos de España, miembro de honor de las Sociedades de Cardiología de Argentina y Venezuela y miembro de la Real Academia de Doctores de España y de la Real Academia Nacional de Medicina. A través de la fundación que lleva su apellido, será el encargado de premiar a Shinya Yamanaka y a Juan Carlos Izpisua por sus logros el próximo 22 de septiembre. "Hasta ahora hemos luchado por tener una esperanza de vida más prolongada, y en este momento estamos en los albores de una nueva etapa, que es lo que tiene en sus manos Altos Labs", juzga el experto.
Al preguntarle por la idea de inmortalidad, Fernández-Cruz remite a las investigaciones del Dr. Carlos López-Otín de la Universidad de Oviedo, cuyo equipo ha descubierto recientemetne el genoma del único animal conocido por su inmortalidad, una medusa del tipo Turritopsis dohrnii. Animal extravagante donde los haya que, al llegar a la madurez, revierte su ciclo vital y rejuvenece sus células de forma automática para mantenerse joven. López-Otín ha secuenciado los genes que permiten a la medusa reparar su ADN y mantener la longitud de sus telómeros de forma natural. El descubrimiento es apasionante, pero se desconoce si podría tener algún tipo de aplicación práctica más allá de las medusas.
"Este descubrimiento nos remite a la importancia de las investigaciones del doctor Izpisua", considera Fernández-Cruz. "Gracias a la técnica de Yamanaka, logró el rejuvenecimiento de ratones de mediana edad. Algunos órganos humanos, como los riñones o la piel, son similares a los de los roedores. Aplicándolo a humanos crearíamos un nuevo concepto en medicina: ya no trataríamos de corregir las mutaciones, que son la alteración del alfabeto del libro de la vida y causa de enfermedades, sino que podríamos corregirlas en estado embrionario o de forma práctica cuando apareciera la enfermedad, o incluso durante el embarazo. Nos encontramos con un nuevo escenario para prevenir enfermedades y durar más tiempo", asegura.
Sin embargo, preguntar a los médicos por fechas y horizontes para que se cumplan todos estos objetivos es una tarea fútil. Altos Labs no se ha puesto metas temporales, aunque Serrano reconoce que las investigaciones recientes están yendo más rápido de lo esperado. "Los agentes para matar células senescentes se descubrieron hace siete años, y yo no pensaba que en menos de una década pudiera haber ya ensayos clínicos que funcionaran en pacientes", confiesa. "La ciencia avanza muy rápido. En el caso del rejuvenecimiento... quizás haya sorpresas. Lo normal en biomédica es que se tarden unos 20 años, de media, desde el descubrimiento hasta su aplicación en personas".
Aunque no puede dar muchos más detalles sobre el funcionamiento interno de Altos Labs ni sobre los principales proyectos de investigación que tienen entre manos más allá del rejuvenecimiento celular, Serrano confirma que tanto él como el resto de científicos tienen total libertad creativa para seguir su intuición, la famosa curiosity driven science. También confirma a este medio que ninguno de los tres laboratorios de Altos está investigando terapias génicas con telómeros. Pero hasta ahí llega todo lo que puede contar. Ni inmortalidad ni eterna juventud: en Altos parece haber sólo un equipo de genios científicos haciendo pruebas de laboratorio con ratones.
El anhelo humano pasa por revertir la vejez, trascender la muerte, anular la carrera sin frenos hacia su propia finitud, ya sea a través de pócimas mágicas, tratamientos antiaging, criogenizaciones o modificaciones genéticas. Sin embargo, por mucho que ese deseo transhumanista mueva a la gente a soñar con la píldora de la eterna juventud, de momento es eso, un sueño que sólo puede ser verdad en los libros y en las películas. Quizás algún día la ciencia anuncie lo contrario. Mientras tanto cabe reflexionar sobre si todo el mundo podría llegar a tener acceso a las terapias de rejuvenecimiento celular o si sólo podrían acceder a ellas unos pocos y millonarios afortunados.