'Historia de una niña con pánico a ser mujer' (Lunwerg, 2023) es el libro más valiente y personal hasta la fecha de María Herreros. Una autobiografía en la que la ilustradora trata los conflictos de género de una niña que crece en los 90 y que ilustra la memoria de un pasado reciente, "muy de Disney", y se convierte en retrato de una generación de mujeres que han crecido con los mismos recuerdos.
Las pequeñas ventanas al pasado que abre Herreros en su libro nos trasladan al contexto tradicional de aquellos años, a la familia, a la importancia de las amigas, a la ropa y la música, a la actitud de los hombres, a la primera menstruación y a los miedos de crecer como mujer. Y como ella misma dice, "desbloquea recuerdos".
MagasIN conversa con la ilustradora sobre un recorrido familiar que hace sonreir a las que hemos sido niñas en los 90, pero también enfrentarnos a los estereotipos, los roles de género y las inseguridades. En cada página, como confiesa la autora, "desbloqueas recuerdos que activan esas conexiones neuronales que se dice que tenemos dormidas".
¿Cómo surge la idea de un libro autobiográfico? ¿Por qué en este momento y con este enfoque?
Más que una idea es algo más emocional. No ha sido premeditado y desde luego no ha sido desde el consciente. Se van alineando las emociones. Llevo más de diez años y bastantes libros y me di cuenta de que en todos utilizaba personajes. No sabía muy bien si había una cosa de cobardía o de inseguridad y decidí que quería hablar en primera persona.
Además, mi pareja (el artista Ricardo Cavolo) hizo también un libro autobiográfico y yo, que soy muy curiosa y me gusta vivir todas las experiencias, pensé que quería vivirlo. La verdad es que ha sido como hacer terapia.
¿Es fruto de la terapia o ha sido una catarsis en la que has volcado tus emociones?
La terapia fue la catarsis. Todas las emociones que saca este libro son conclusiones que estaban en el subconsciente y que salen a flote. El libro, sobre todo, trata de un conflicto de género que a mí se me se me desarrolló de niña y que hasta los 32 o 33 años no empecé a resolver.
¿Cómo cuáles?
Me he dado cuenta de que algunas de las cosas con las que nos educaron, que estaban muy normalizadas, no eran normales. Detalles muy sutiles con los que se programa a las niñas y a los niños, y quería sacarlos a la luz.
Este libro es un compendio de pruebas para la gente que todavía niega, porque es muy sutil, cómo esta sociedad tan binaria agencia géneros a los niños y cómo educarlos en un género cerrado hace daño a una identidad que podría ser mucho más libre y abierta.
Educación en (des)igualdad
Al inicio del libro, incluyes un análisis psicológico de tu infancia en el que queda claro que eras una niña con una gran inteligencia emocional. ¿Ya eras consciente de estos detalle entonces?
Cuando era niña empecé a percibirlo. Bastanes amigas que me han ayudado a documentarme en este libro me han enviado fotos, notas que nos pasábamos, me han dicho 'tú te dabas cuenta de todo'. Ese 'de todo' es que percibía cosas que se nos pasaban por alto. Era una niña muy curiosa y me daba cuenta de todo. Pero no podía o no sabía darle forma.
No teníamos ni siquiera un vocabulario sobre género, sobre identidad, sobre feminismo. Entonces, no podía racionalizarlo, lo que se me generaban eran sentimientos de terror, de pánico y de rechazo a ser niña, porque yo percibía que ser niña tenía unas limitaciones que los niños no tenían.
Ahora tienen más recursos, les hablamos de esto, tienen el vocabulario... pero antes no los teníamos y a muchas se nos generaba esta sensación de 'no, yo como los niños'.
En todas las pelis de aventuras el protagonista era niño y claro, como niña que no tiene más herramientas de pelea, tienes dos opciones o te adaptas a lo que te están diciendo que es niña o si no te adaptas estás en constante pelea y discordancia.
¿Tiene algo que ver que seas madre con que hayas reflexionado sobre estos errores?
Desde luego tener hijos me ha ayudado a ver más cosas, que ya sabía pero que no era consciente que empezaban tan pronto. He visto de dónde vienen ciertas cositas y y la verdad que da miedo.
Las niñas ya tienen más recursos para empoderarse, pero todavía no estamos educando mucho a los niños. Se queda la pata coja. Puedes educar a una niña en ser independiente, en sentirse fuerte, a tomar sus propias decisiones. Le has podido decir lo que quieras, que si de repente se enamora de un chico que cree que la puede manipular porque él manda y él es el premio que la chica tiene que conseguir porque el amor romántico es así... Las enseñanzas que tú le has dado a tu hija se van a ir por el váter.
Yo tengo dos niños y me siento muy comprometida a criarlos diferente, pero es más difícil. Es menos común educar a niños en el feminismo. Cuando tú tienes niños y les quieres educar en el feminismo se traduce en eliminar unos privilegios que la sociedad les da.
La sociedad les dice a los niños 'tú puedes ser todo menos esto: lo femenino'. A las niñas les dice 'tú sólo puedes ser esto'. Es terrible que a los niños les des un abanico de posibilidades y a las niñas les digas tienes que meterte en este papelito, chiquitín.
Los daños emocionales
¿Tú consideras que arrastras daños emocionales o has conseguido encajar lo que sientes?
Ahora ya soy feliz, ya no le tengo miedo a ser mujer. Hoy en día me siento súper en paz con mi biología, con mi cuerpo, con mis hormonas, con las capacidades que tiene este cuerpo. Estoy supertranquila con mi identidad.
¿Cómo te defines?
Definirme como mujer me cuesta todavía y creo que me costará toda la vida, pero ya me he dado cuenta de que no era un problema interno, es un problema con la sociedad. Soy una persona bastante inconformista y rebelde. A lo mejor por todo esto que experimenté de niña, y creo que buena parte de eso permanecerá siempre.
Hay muchas cosas que se quedan en el carácter que se construyen de los cero a los seis años y luego nos dedicamos a hacer repeticiones de esas experiencias vividas. Cierto es que si las analizas y las reparas y sanas puedes trascender.
Algo siempre permanece cuando has tenido un trauma. Hoy en día estoy superagradecida de todo lo que me ha traído hasta aquí, porque me siento muy en paz con mi persona. Pero las definiciones de ser mujer o sentirme mujer, no, no me siento como la mayoría de mujeres, la verdad.
¿Estamos avanzando? Sí que hay un lenguaje que ayuda a definir el 'siéntete lo que tú quieras'.
Eso es lo peliagudo porque en algunas cosas estamos avanzando. Nunca hemos tenido una ministra de Igualdad hasta hace bien poco. Siempre hay un sector muy reaccionario a eso y lo llevan mal, están de pataleta, pero en muchas cosas hemos avanzado y se nota.
¿Realmente crees que en el día a día es así?
En el día a día me preocupan los más jóvenes. Hay unas cifras terribles de aumento de la violencia, de aumento del machismo en adolescentes. Es muy preocupante el aumento de agresiones. Las estadísticas son muy fuertes: más del 50% de los chavales no considera agresión dar una bofetada. Da mucho miedo.
Lo que era la cotidianeidad, cuando yo crecí estaba menos polarizada que ahora, era más sutil. Por suerte todo lo que las mujeres de nuestra generación vivimos, lo hemos trascendido. Estamos llegando muy poco a poco a puestos de poder en los que se toman decisiones y desde el sistema sí que se está intentando blindar un poquito la situación de la igualdad.
Herreros acaba la conversación haciendo hincapié en la necesidad de "implicar a los chavales y a los hombres para que lean este tipo de obra para que sientan un poco más de curiosidad y de empatía por nosotras". El problema, asegura, es que se pasa "todo el día remando río arriba como un salmón". Sin embargo, confiesa ser "superpaciente con el papel de los hombres en la lucha feminista".
Y concluye: "A todos los que se suman los abrazo muchísimo, lo agradezco un montón, pero no hay que repartir medallitas porque tendría que ser lo normal. Hoy en día el que no se suma es porque no quiere, ya es resistencia activa".