Autoras de palabra con Rosa, Anabel González
La psiquiatra y psicoterapeuta Anabel González: "Debajo de nuestras emociones siempre existe una necesidad"
La doctora nos invita a reflexionar sobre nuestras emociones y necesidades en su nueva obra.
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La psiquiatra, psicoterapeuta y doctora en medicina Anabel González publica Lo que no pasó, una guía eficaz e inspiradora sobre cómo curar las heridas que nos dejan el abandono, la ausencia y las pérdidas. Da respuestas al malestar emocional cuyas raíces no son claras, pero sí tienen un fuerte arraigo en nosotros mismos.
"Aquello que realmente no pasó, las ausencias, las pérdidas, lo que hubiera sido importante que pasara, no pasó. Pero deja las huellas más duraderas en nuestro interior. El sentir que no importamos a las personas que son significativas para nosotros, o las palabras que no se dijeron, pueden ser más dolorosas que un golpe o un insulto", declara la experta.
El título del libro plantea cierta duda ante si lo que realmente esperabas que pasase, no pasó, o si lo que no pasó, no se sabrá nunca.
Cuando esperamos una respuesta y no llega, a veces duele más que lo que estamos viviendo en ese momento. Otras veces, lo que no pasó, lleva ocurriendo desde hace tanto tiempo. Nos hemos adaptado al desierto, hemos crecido en él y ya es nuestra casa.
Y eso va generando una serie de problemas, los más difíciles de detectar. ¿Los huecos vacíos?
Sí, y es una de las razones por las que lo he escrito, para que nos demos cuenta de cómo nos influye lo que ni siquiera esperamos, porque aprendimos a no esperar que ocurriera.
Cuando recibimos el afecto, al no estar vinculados con nadie o con personas que no saben lo que es querer, entonces no sabemos reconocerlo, y no lo dejamos entrar, como tampoco lo buscamos.
Y la importancia del abrazo…
Para poder disfrutar un abrazo tenemos que estar acostumbrados a recibirlos y a pedirlos con naturalidad, pero hay gente que en los abrazos se siente súper incómoda y esto es algo que también se puede practicar y aprender, ya lo que se le puede coger el gusto.
Yo sé que algunos, cuando estén escuchando esto o leyendo esto, dirán: 'No, ni de coña, yo no quiero estas sensiblerías', pero los abrazos realmente tienen su función.

Portada de 'Lo que no pasó'.
Tenemos que aprender a caminar hacia lo que necesitamos. La cuestión es saber qué necesitamos.
Las necesidades existen y nosotros no somos inmunes a ellas, tenemos que identificar cuáles son las nuestras, que es otra proeza, si no tenemos ese aprendizaje.
¿Y cómo llegamos a saber qué necesitamos?
Una guía para saber lo que necesitamos son las emociones. Debajo de ellas siempre hay una necesidad, pero a veces estamos demasiado anestesiados.
Cuando la gente te habla de cosas que han sido duras, pero que no les afectan, es porque no se han parado ni un minuto a observar qué están sintiendo. Y si lo haces, y reflexionas, podrás encontrar qué emoción hay ahí debajo, y, por lo tanto, cuál es tu necesidad.
¿En esa incapacidad de reconocer qué necesitas, está la lexitimia?
Exacto. Hay personas con unos niveles altísimos de lexitimia, que son capaces de decir que se sienten mal, pero no le puede poner apellidos a ese malestar, y a veces nos cuesta distinguir si es un malestar físico o emocional.
Si nos duele el estómago, no sabemos si es porque estamos nerviosos, o nos ha sentado mal la comida. Y esto es falta de vocabulario emocional, en el que nos conviene profundizar.

Anabel González, en una foto de archivo.
¿Nuestro pasado no es nuestro destino?
Puede serlo si ha condicionado nuestra forma de funcionar. Nuestro cerebro va organizando cómo vamos a predecir el mundo. Cuando el cerebro está cogiendo forma, nuestras percepciones influyen mucho en lo que vemos. Son como unas gafas de colores que nos hacen ver las cosas de una determinada manera.
Si sabemos que las creencias que tenemos sobre quiénes somos, cómo funcionan los demás o qué podemos esperar de una relación lo son, y no palabra de Dios, ya es un principio.
Pero las creencias no son verdades, se pueden cambiar. Es importante entender que nuestra mente es un proceso en constante revisión. Si tengo las mismas ideas que tenía hace 20 años, vamos mal, porque la vida nos tiene que haber ido enseñando cosas. Tenemos que evolucionar.
¿Para qué sirve la libreta de recursos nutritivos?
Es una idea que fue surgiendo con la edición del libro, al exponer los temas de ausencia y de abandono, donde la tendencia es a dejarse ir y no coger las riendas.
Es un libro que hay que leer de forma activa. Que la persona sienta sus experiencias y que, desde ahí, vaya escribiendo una historia muy personal sobre la que pueda volver y pueda repasar.
"Entrar sin pelear, aprender a ver, ayudar a crecer" son tres conceptos que se repiten en tu libro. ¿Cuál es la misión?
Me preocupaba mucho cómo la gente que realmente tiene heridas potentes o carencias muy grandes podía leer el libro, porque trabajar con estos temas, en terapia, es difícil. Son emociones muy duras, que a veces absorben a la persona. Se puede perder en ellas.
La idea es entrar sin pelear porque lo primero que tengo que hacer es entender, pero no reconcomerse con eso con lo que estoy conectando. Y después hay que aprender a ver, a quedarse en determinados puntos, y una vez que lo he podido hacer, toca aprender a sembrar ese hueco, porque cuando crezco en la ausencia, a veces lo que he aprendido es a dejar caer los brazos y no hacer nada con lo que me pasa.
Tengo, por tanto, que entender cómo funciona mi mente y a partir de ahí, con mucha paciencia y cariño, le puede enseñar muchas cosas a mi cabeza.
Autoras de palabra con Rosa, Anabel González
¿A dónde nos lleva la culpa y la vergüenza?
La culpa nos lleva a decir que hemos hecho algo malo y la vergüenza nos convence de que hay algo malo en nosotros. Esto ocurre en muchísimos casos, pero uno quizá más notorio sea un tema de abuso.
Siempre acabas sintiéndote culpable de alguna manera, cuando el que se tendría que sentir culpable de tener vergüenza, sería el otro. Pero una persona que abusa no asume, ni disculpa lo malo, por tanto, es como si lo absorbiera el que lo está sufriendo. Y esto es una de las cosas de las que tenemos que salir.
Retomando estos conceptos: "Entrar sin pelear, aprender a ver, ayudar a crecer". ¿Cuál destacarías?
Creo que lo fundamental es lo último. Si identificamos qué fue lo que faltó, sabremos dónde tenemos que cosechar, qué tipo de cosas tenemos que sembrar, para que en esos huecos vayan creciendo una mirada hacia nosotros mismos, más amable o más comprensiva de la que hubo. Si no hay comprensión, los primeros que tenemos que aprender a comprender, somos nosotros.
¿La zona de confort, está llena de huecos?
Sí, a mí no me gusta llamarla así porque suele ser un sitio de mierda en el que el confort no es exactamente lo que es. Tenemos una idea equivocada de esta zona, porque preferimos quedarnos donde estamos, aunque estemos hechos un trapo, y nos equivocamos.