Escuela de idiomas, 2023. Foto: : Tania Castro / Museo Helga de Alvear

Escuela de idiomas, 2023. Foto: : Tania Castro / Museo Helga de Alvear

Arte

Ryan Gander, la pieza más inadvertida que hayan visto nunca en un museo

Se inaugura en el Museo Helga de Alvear la primera retrospectiva en España del artista inglés que utiliza robots animatrónicos, personajes flotantes y puertas a otras dimensiones.

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Quizá no haya reparado nunca en la agonía de una mosca. Sus movimientos se entrecortan en eléctricos espasmos, peleando por aferrarse a la vida. En los alféizares de las ventanas, sobre las mesas de las cocinas y en los espacios cotidianos suele suceder esta intrascendente escena. La batalla que libra esa pequeña mosca, que en realidad es un minúsculo robot, es una metáfora de la lucha titánica entre la vida y la muerte que Ryan Gander (Chester, Reino Unido, 1976) ha reproducido en, quizás, la pieza más inadvertida que hayan podido ver nunca en un museo.

Ryan Gander. Gruñidos, silbidos, gemidos, ladridos y gritos

Museo Helga de Alvear Cáceres. Comisaria: Sandra Guimarães. Hasta el 20 de abril

El trabajo de Gander probablemente les sorprenda. Les sugiero que en su retrospectiva de Cáceres se dejen guiar por el QR para encontrar todas las piezas, porque algunas, como esta mosca agonizante, pasan totalmente desapercibidas. Tal vez, mientras caminen por el pasillo del primer piso, escuchen un leve zumbido intermitente que es el que emite el pequeñísimo robot animatrónico con forma de mosca a tamaño real. Esta pieza se titula Todo es contabilizado y es del año 2021. Pero hay más: una urraca disecada que se mueve y cuenta, con voz de niña, de 100 a 0 en un bucle infinito (Lastrado por las cosas, 2023); un encantador ratoncito que sale de un agujero en la pared impartiendo un discurso filosófico basado en la escena final de El gran dictador de Charles Chaplin con voz, de nuevo, de niña; o la pieza estrella de la muestra, un gorila animatrónico a tamaño real que, escondido debajo de una mesa intenta aprender a contar haciendo el ademán con los dedos en Escuela de idiomas, 2023.

La diversidad de obras de esta exposición –su primera retrospectiva en España–, que alcanza el medio centenar de piezas, da testimonio del inabarcable sentido del arte y de la creatividad que tiene este renombrado artista, aunque en nuestro país haya pasado tan desapercibido como la mosca agonizante que, según ha afirmado él mismo, “es su mejor pieza”. En 2017 se le concedió la Orden del Imperio Británico por sus servicios al arte contemporáneo y, en 2019, la beca Hodder en la Universidad de Princeton. También ha sido incluido en Documenta 13, en 2012, y en la Bienal de Venecia de 2011, entre otras muchas citas y distinciones.

Gander tiene la habilidad de un mago que crea puertas a otros mundos, como en Desviaciones temporales (37 St James St South, Manchester), 2023, en la que recrea, fundida en acero, una puerta real que se localiza en la dirección del mismo título y que, tras lanzarle un hechizo mágico, provoca en el espectador el superpoder de la transportación. Esta misma dinámica se repite en Una máquina para enviarte a otro lugar, 2020, donde al activar un sensor de movimiento con la mano se emite un ticket con unas coordenadas GPS a donde el espectador será enviado (de modo virtual). También a través del uso de unas gafas de realidad virtual sucede el juego de las apariencias de Ryan esperando, 2024, en el que un avatar del artista en silla de ruedas (sufre una condición severa de huesos frágiles) realiza acciones aleatorias generadas por un algoritmo que funcionará 200 años.

Pero más allá del aparente juego de niños, Gander declina la escultura con humor e inteligencia y es capaz de sorprender y hacernos reflexionar sobre la magia y los misterios de la vida. Para ello utiliza a sus propios hijos como inspiración, como en el mural realizado con 1.500 postales en el que transfiere el movimiento de su hijo autista Baxter Ian Gander en una escultura de mármol que captura veinte segundos del niño en su estado natural, que es el movimiento casi constante.

'Colaboración de 2000 años (el profeta)', 2018. Foto: : Tania Castro / Museo Helga de Alvear

'Colaboración de 2000 años (el profeta)', 2018. Foto: : Tania Castro / Museo Helga de Alvear

También son interesantes las nuevas ficciones que crea en libros sorprendentes como Incluso yo he perdido el interés en mi misma, 2024, una monografía del personaje de ficción Mary Aurory flotando. Al igual que ha hecho con las biografías ficticias de Rose Duvall, Santo Sterne, Irwin Green y Aston Ernest. Todos flotando.

La misma imaginación desbordante destilan los cincuenta carteles de exposiciones irreales que, en la mente del artista, deberían de haber ocurrido: Una multitud de ambiciones fantasmales (sin poder en el mercado, sin voz en el sistema), 2024. En esta pieza los títulos y la selección de artistas –ese comisariado como acto creativo– juegan estableciendo sinergias impensables entre ellos que el espectador debe ir descubriendo.

'Dominae illud opus populare' , 2016. Foto: Tania Castro. Cortesía d el Museo Helga de Alvear

'Dominae illud opus populare' , 2016. Foto: Tania Castro. Cortesía d el Museo Helga de Alvear

Un exacerbado sentido para la magia y para el desvelamiento de lo inadvertido, las conexiones sorprendentes entre semejantes, las siniestras duplicidades, la traducción de lenguajes poéticos o de programación en lecturas legibles y visuales (a pesar de estar creadas por algoritmos), incluso el guiño contemporáneo a la escultura clásica mediante robots con apariencia de seres vivos, hacen del universo ganderiano un extraño lugar, remoto y familiar, divertido y algo pérfido, donde el juego se convierte en algo muy serio