En 2021, al abogado y empresario ruso del sector inmobiliario Anatoli Fursov le advirtió la niñera de sus hijos de que había una presencia habitual de un automóvil en las proximidades de la bonita casa residencial que ocupaba junto a su familia en la avenida de Navarra, en la ciudad de Sitges, en Cataluña. No era la primera vez que los federales andaban tras él. Cuando vivía en Moscú, antes de escapar a España, los agentes del Servicio Federal de Seguridad (FSB) ni siquiera se ocultaban cuando le seguían.
Sólo que en vísperas de la invasión de Ucrania, la amenaza parecía aún más seria. Fursov, de 38 años, terminó siendo incluido en el registro de agentes extranjeros enemigos de Rusia por su furiosa labor de oposición contra Vladímir Putin, Dimitry Medvédev y Yevgeny Pridodzhin. Su nombre aparece con todos los honores en las listas del Grupo Wagner, del Comité de Defensa de los Intereses Nacionales y el canal Tsargrad. Extraoficialmente, ha sido condenado a muerte como todos los que se destacan lo suficiente cuestionando al círculo del Kremlin. En el mejor de los casos, si le echaran el guante, terminaría en una de esas cárceles siniestras del sistema penitenciario ruso.
En España, su apellido no es demasiado conocido, aunque ha salido a colación por ser el abogado que está intentando liberar al jubilado Mario García Calatayud, secuestrado por las tropas ocupantes en Jersón y confinado sin cargos en un "gulag" de Simferopol, en la Crimea temporalmente ocupada. En lugares como Ucrania, sin embargo, es una respetada figura pública. Muchos de los contenidos que divulga en las redes superan a menudo los millones de visionados. Eso le confiere un ascendiente, pero también la clase de visibilidad que atrae el odio enconado de Moscú.
Su lugar actual de residencia es algo que oculta y que protege como protegería su vida porque, a juicio de Fursov, el FSB tiene los medios y las personas necesarias en España para cumplir sus amenazas. ¿Cómo acabó el abogado en nuestro país y cómo se las ingenian los servicios secretos rusos para exportar el miedo a la Península Ibérica?
"En 2019 animé abiertamente a la gente a ir a mítines y apoyar a la oposición; exigí que se permitiera a todos los candidatos independientes participar en las elecciones de septiembre a la Duma (Parlamento) de Moscú. En octubre de ese año, mi esposa, Vera Kapitonova, fue detenida en castigo por mi labor política. Está claro que los federales entendieron que ello me causaría un gran daño psicológico. Registraron nuestra casa y, como consecuencia del estrés, empeoró el estado de salud de Vera. Sufrió un derrame cerebral y fue hospitalizada en la unidad de cuidados intensivos. En noviembre de 2019, abandonamos Rusia porque temía por la vida, la libertad y la salud de mi familia", explica a EL ESPAÑOL | Porfolio.
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No volaron directamente a España porque resultaba peligroso, de modo que escaparon por carretera con sus hijas, Anastasia y Milana, a través de Bielorrusia y Lituania. "Teníamos amigos en Cataluña y creímos que sería más sencillo lidiar con los problemas desde España", explica. En Sitges residieron desde noviembre de 2019 hasta agosto de 2021. Para mediados del verano de hace ahora dos años, ya tenían bien claro que no iba a resultan tan fácil zafarse de los sicarios de Moscú ni aunque pusieran tierra de por medio.
"Aquel verano me llamó la abogada que me representaba en Rusia para decirme que había encontrado un dispositivo de escucha en su coche. Pero había algo más. Según ella, estaba siendo vigilado. En el sumario que estaban fabricando contra mí, aparecían fotos de mi casa de Sitges y una copia del contrato de alquiler. Aquello encendió todas las luces rojas. Mi abogada estaba tan aterrorizada que abandonó el caso. En lo que a mí concierne, era el momento de sacar a mi familia de Sitges".
Fursov tiene bien claro que, como en los mejores tiempos de la Guerra Fría, Putin y sus cortesanos han logrado mantener la vieja tradición soviética de reprimir cualquier forma de disidencia dentro o fuera de sus fronteras. De hecho, el llamado Servicio Federal de Seguridad (FSB) es una de las organizaciones herederas del Comité Soviético de Seguridad del Estado, más conocido como KGB. La oscura mentalidad de sus agentes ha permanecido intacta tras el hundimiento de la Unión Soviética y, a pesar de que Rusia posee un PIB sólo ligeramente superior al español, dedica una parte irracional y monstruosa de sus fondos públicos a mantener estas estructuras represivas, al servicio de la dictadura de Putin y de la oligarquía que le sirve.
"El poder en Rusia destruye a la oposición", explica Fursov. "Cualquier persona que, como yo, desafía al régimen, es marcada para su eliminación. Lo interesante aquí es que, a lo largo de los años, Moscú ha creado una red de agentes en toda Europa, y eso incluye España. Pueden recibir información de cualquier parte del mundo y, a cambio de un soborno, pueden pedirles un informe o alguna clase de trabajito a cualquier empleado del FSB. Si les pagan, hacen lo que sea necesario porque el FSB lo puede todo".
En nuestro país residen en torno a 80.000 rusos y algunos de ellos lo hacen de manera oculta por temor al Kremlin. Recelan incluso entre ellos porque no pocos de estos expatriados conservan sus negocios en la madre patria y, por lo tanto, mantienen a la fuerza cierta fidelidad al régimen. Además, en algunos lugares de la costa existe una nutrida presencia de mafiosos rusos a los que, según algunas fuentes, Moscú ha tratado de reclutar eventualmente para matar a opositores.
Hace sólo unas semanas, el disidente ruso Vladimir Osechkin se fotografió junto a su esposa en la playa de San Sebastián. En realidad, Vladimir vive en Biarritz, a cincuenta kilómetros de Donosti, en el lado francés del País Vasco. Pero quienes se crucen con él comprobarán que se mueve permanentemente acompañado por una escolta de la Gendarmería francesa incluso cuando atraviesa la frontera.
Ahora que Navalny está en la cárcel, Osechkin es el opositor más odiado por Putin y Yevgueni Prigozhin, líder de Wagner. También es el más amenazado. Tuvo que huir de Moscú, junto a su familia, en 2015 para zafarse de los federales. Desde que se halla en el exilio, ha logrado abortar al menos dos intentos de asesinato.
¿Qué es lo que ha hecho este activista para atraer la ira de los altos cargos de la Policía rusa? Esencialmente, dar conocer la corrupción del Ministerio de Interior y destapar pruebas de que el sistema penitenciario ruso y las prácticas de los agentes de seguridad se basan en la violación, la tortura y el crimen.
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Lo interesante aquí es que hace algo más de un año se denunció que el primer ministro de Chechenia, Ramzán Ajmátovich Kadírov, había puesto precio a su cabeza e intentado reclutar sicarios en Francia y... en España. Algunos de los criminales investigados por organizar su asesinato eran viejos conocidos de la justicia española, los clásicos 'ladrones en la ley' (denominación rusa de 'mafioso') que se dejaban ver por las ciudades de la costa.
Kadírov puso precio a la cabeza del disidente ruso en 100.000 euros. Sus amenazas públicas eran más que creíbles porque ha sido acusado en numerosas ocasiones de asesinar dentro y fuera de Rusia a sus detractores. Una de las muertes que se le atribuyen es la de la periodista rusa Anna Politkovskaya, quien perdió la vida a las afueras de su apartamento en Moscú en 2006. La reportera era muy crítica tanto con el líder checheno como con Putin y también se había dejado ver en el sur de España con los enemigos de Kadyrov.
Tres años después, se quitaron de en medio a Natalia Estemirova en la región del Cáucaso Norte. Desde principios de milenio, comenzaron a servirse de conocidos gánsters para hacer trabajos sucios en las alcantarillas extranjeras de su criminalizado estado. El propio Osechkin nos confirma que algunos de los "vor v zakone" o "ladrones en la ley" del Cáucaso a los que planeaban recurrir para acabar con él vivían en España, lo que explica también que los disidentes huidos a nuestro país vivan con miedo y ocultando su presencia.
Ekaterina Belova y su esposo Andrei Belov residían en la ciudad ucraniana de Berdiansk hasta que fue bombardeada por los rusos el 24 de febrero del pasado año. Un año antes, habían tenido que escapar de Rusia tras recibir una visita de los federales. Registraron su vivienda, los intimidaron y amenazaron con encarcelarlos y enviar a su hija a un orfanato por su resuelto apoyo a la oposición. Al igual que Fursov, Andrei y Ekaterina terminaron en España, donde han obtenido un estatus de protección temporal.
La gran pregunta es: ¿Cómo se las ingenian los servicios secretos rusos para recopilar información sobre los opositores acogidos por nuestro país para rastrearlos y monitorizarlos? Entre otros modos, abusando de su membresía en Interpol para robar información confidencial sobre los disidentes.
"El artículo 3 del estatuto de la Interpol prohíbe estrictamente que sus miembros se ocupen de cuestiones políticas", explica Fursov. "Sin embargo, a Moscú le resulta muy sencillo fabricar casos penales contra sus enemigos e incluirlos en la lista de búsqueda internacional. La Interpol emite también notificaciones azules a petición de los servicios policiales rusos".
Y continúa: "En otras palabras, proporciona información sobre la identidad, paradero, actividades, cuentas corrientes, movimientos, activos, bienes raíces, transporte o viajes aéreos de cualquier persona indeseable al régimen de Putin que viva en la Península. Esa es la trampa. Rusia utiliza esas notificaciones azules porque automáticamente, sus objetivos pasan a ser monitorizados sin necesidad de que sean inculpados o estén siendo investigados en un caso penal".
Según revela a EL ESPAÑOL | Porfolio una fuente cercana al propio Gobierno ruso, "el FSB posee aquí 'agentes oficiales' vinculados a las embajadas y los consulados y 'agentes no oficiales' que han obtenido un permiso de residencia en España y realizan tareas 'FSB'. Esta estructura se dedica a la protección de funcionarios de alto rango, amigos, familiares de Putin y líderes rusos", asegura.
La prueba de que no se desestima la magnitud de la amenaza que se cierne sobre ciertos refugiados perseguidos es el trato que se dispensó a Nikita Chibrin, un soldado ruso huido a nuestro país a finales del pasado año. El desertor de la Brigada Motorizada de Fusileros número 64, a la que se atribuyen los múltiples crímenes cometidos en la ciudad ucraniana de Bucha, que Rusia 'limpió' a golpe de torturas, recaló inicialmente en Madrid, pero fue posteriormente trasladado a otra localidad española situada en el litoral cantábrico "por razones de seguridad".
La medida fue adoptada por la Administración española después de que su familia recibiera llamadas y amenazas de agentes de los Servicios Federales de Seguridad de la Yakutia, región siberiana en la que nació el prófugo en 1995. Paradójicamente, su seguridad se vio comprometida porque él mismo, junto a los líderes de Nuevos Disidentes, la organización que le ayudó a escapar de Rusia, revelaron por accidente en las redes sociales la dirección del centro donde fue enviado a su llegada a Barajas.
Tras la divulgación de su presencia en España y su disposición a hablar de su experiencia en la Brigada, un agente del FSB comenzó a investigar su nuevo domicilio en España con el objetivo de "castigarlo" por su deserción y por sus declaraciones contra Rusia, Putin y la guerra realizadas tras pisar suelo europeo. Inmediatamente después, empezaron las llamadas de amenaza y las advertencias intimidatorias recibidas por la esposa de Chibrin, las cuales son atribuidas por el disidente a dos funcionarios de los servicios de seguridad llamados Igor y Dimitri Kasyanov.
Otro destacado disidente ruso que vive oculto en España es el antiguo profesor universitario Andrei Paniushkin. Este ecoactivista de 47 años tuvo que huir de Krasnodar hace siete meses tras cuestionar al régimen y se ha ocultado en una pequeña población del cinturón urbano de Barcelona. Como el resto de sus compatriotas, teme al FSB como al diablo.
"Los tentáculos de esa gente alcanzan cualquier lugar dentro de España", nos dice. "Me han advertido últimamente de que los federales pretendían utilizar a gente de la extrema izquierda y la extrema derecha para hacer 'trabajitos'. Desconozco si es cierto, pero del lado ruso no han dejado de presionar a mi esposa y mi familia".
¿Son creíbles en verdad todas estas amenazas? A finales del pasado año, Paniushkin publicó en las redes ciertas declaraciones y unas horas después habían prendido fuego a la bella residencia que poseía en Goriachy Kliuch. Posee pruebas consistentes de que los autores del incendio provocado fueron miembros de la Wagner. "El Kremlin intentó reclutar agentes en España para matar a Vladímir Osechkin aunque saben que él lleva protección de la Gendarmería las 24 horas del día. ¿No piensas que les resultaría mucho más sencillo terminar conmigo en Cataluña?", se pregunta.