
Julia Klockner, nueva presidenta del Bundestag. Europa Press
Merz lima asperezas con el SPD para revivir la gran coalición ante el Bundestag más radical desde la caída del nazismo
La sesión inaugural de ayer estuvo marcada por enfrentamientos verbales, descalificaciones y la exclusión de AfD de la vicepresidencia del Parlamento.
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El Bundestag inauguró este martes su vigesimoprimera legislatura en un ambiente marcado por la creciente influencia de la ultraderecha y las negociaciones entre la Unión Cristianodemócrata (CDU) y el Partido Socialdemócrata (SPD) para la formación de un nuevo Ejecutivo. La sesión dejó patente el peso del bloque conservador liderado por Friedrich Merz, con 206 escaños, y el ascenso sin precedentes de Alternativa para Alemania (AfD), que con 152 diputados se erige como la mayor oposición de extrema derecha en la historia del Parlamento germano desde la Segunda Guerra Mundial.
En la votación inaugural, Julia Klöckner, candidata de la CDU, fue elegida presidenta del Bundestag con una holgada mayoría de 382 votos a favor, 204 en contra y 31 abstenciones. En su primer discurso, la nueva titular del segundo cargo más relevante del país instó a los parlamentarios a mantener un debate civilizado y respetuoso, en un hemiciclo donde la polarización política ha alcanzado niveles inéditos. "No todas las opiniones que no compartimos son extremismo", enfatizó Klöckner, en una clara referencia a AfD, parcialmente catalogada como "extremista de derechas" por los servicios de inteligencia alemanes.
La sesión también estuvo marcada por la tentativa de AfD de imponer su influencia. La formación ultraderechista exigió que su exlíder Alexander Gauland inaugurara la legislatura como "padre de la Cámara", un privilegio tradicionalmente reservado al miembro de mayor antigüedad. Sin embargo, el Parlamento rechazó su demanda y mantuvo la norma establecida en 2017 para impedir que un representante de AfD presidiera el inicio de la legislatura. "Vuestros trucos no detendrán nuestro ascenso", espetó el portavoz parlamentario de AfD, Bernd Baumann.
El avance de la extrema derecha ha alarmado a sectores democráticos y sociales. A las puertas del Bundestag, un reducido grupo de manifestantes exigió la ilegalización de AfD, a la que consideran "una formación fascista que amenaza la Constitución". La preocupación por su auge también se refleja en los sondeos: según el instituto demoscópico Forsa, AfD cuenta con un 23% de apoyo, superando el 20,8% obtenido en los comicios de febrero y acercándose a la CDU, que mantiene un 26%.
Este ascenso de AfD se explica por una combinación de factores. La crisis económica, agravada por dos años consecutivos de recesión, y la incertidumbre generada por la guerra en Ucrania han erosionado la confianza en los partidos tradicionales. Además, la influencia de líderes radicales como Maximilian Krah y Mathias Helferich ha consolidado el ala más dura de AfD, que ha reincorporado a políticos anteriormente marginados por sus posturas extremistas.
Entretanto, las negociaciones entre CDU/CSU y SPD continúan con el objetivo de formar una gran coalición que estabilice el país ante el avance ultraderechista. Ambos bloques suman 328 de los 630 escaños del Bundestag, lo que garantizaría una mayoría suficiente. No obstante, persisten discrepancias sobre políticas migratorias y fiscales que han ralentizado las conversaciones. Olaf Scholz, canciller en funciones, ha asumido un rol discreto, cediendo el protagonismo a las delegaciones negociadoras.
El líder de la CDU, Friedrich Merz, ha instado a acelerar el pacto antes del 14 de abril, con la esperanza de ser investido canciller el día 23 de ese mes. Su estrategia busca consolidar una alianza con los socialdemócratas que frene el auge de AfD y estabilice el panorama político. Sin embargo, los analistas advierten que esta coalición podría erosionar la popularidad de la CDU si los compromisos alcanzados no satisfacen a su electorado más conservador.
Mientras tanto, la radicalización del Bundestag es cada vez más patente. La sesión inaugural estuvo marcada por enfrentamientos verbales, descalificaciones y la exclusión de AfD de la vicepresidencia del Parlamento, tras el rechazo mayoritario a su candidato, Gerold Otten. Además, la creciente presencia de militares y activistas ultranacionalistas en las filas de AfD confirma su giro hacia posturas cada vez más extremas.