Imagen de archivo de un yogur.

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Salud y Bienestar

El error común al consumir yogur en España que reduce su valor nutricional según la nutricionista Julia Farré

Existe una costumbre muy arraigada en nuestro país de desechar el líquido del yogur; sin embargo, es un error.

Más información: Ni yogur ni kéfir: el superalimento probiótico que será tu aliado nutricional después de los 50

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El yogur es uno de los productos lácteos más populares en España. No solo son económicos y muy fáciles de encontrar, sino que existen en un sinfín de sabores, son muy útiles a cualquier hora del día, y, dependiendo del que escojamos, podemos obtener varios beneficios asociados a su contenido de probióticos.

Además de estos microorganismos, los lácteos como el yogur contienen múltiples proteínas y nutrientes esenciales como calcio, potasio o magnesio. Sin embargo, según los nutricionistas, en España no sabemos aprovecharlos al máximo e, incluso, los desperdiciamos.

Esto es lo que ocurre con el famoso líquido del yogur. Ese fluido, aparentemente desechable, es totalmente seguro de consumir y, además, es donde se encuentra la mayor parte de las proteínas y nutrientes del producto. Según la nutricionista Julia Farré, tirarlo a la basura "es una pena".

Los beneficios del líquido del yogur

Lejos de lo que podamos pensar, el líquido que nos encontramos en el yogur cuando lo abrimos es suero de la leche con la que se ha elaborado el propio yogur, una sustancia totalmente segura de consumir y que es, como bien ha indicado Julia Farré, donde se encuentran la mayor parte de las proteínas y nutrientes de este producto.

La aparición de este líquido está directamente relacionada con el movimiento que el yogur experimenta durante su transporte, desde el lugar de producción y también en el propio comercio o en el trayecto, desde la tienda o supermercado hasta casa. Además, también tiene que ver con la temperatura de conservación, siendo conscientes de que los yogures deben mantenerse refrigerados a una temperatura uniforme. Si se rompe esta cadena, provocará la aparición del suero.

El suero del yogur está compuesto mayoritariamente por agua, pero en él se encuentran también nutrientes esenciales que contribuyen al bienestar del cuerpo, como el potasio y el calcio. El potasio es un mineral fundamental que cumple un papel clave en diversas funciones corporales, como la transmisión de impulsos nerviosos, la contracción muscular y la regulación del ritmo cardíaco. Además, favorece el transporte de nutrientes hacia las células y facilita la eliminación de desechos metabólicos, promoviendo así el equilibrio del organismo.

Por otro lado, el calcio es uno de los minerales más abundantes y esenciales en el cuerpo humano. Su función principal radica en la formación y el fortalecimiento de los huesos y los dientes, lo que lo convierte en un aliado valioso en la prevención de enfermedades como la osteoporosis. No obstante, también desempeña un papel relevante en otros procesos biológicos, como la coagulación sanguínea y el control de la contracción y relajación muscular.

En general, el suero tiene muchos beneficios. Es una sustancia baja en grasas y colesterol, rica en calcio y vitaminas B, muy bajo en lactosa, y rico en proteínas completas. Además, suele dar un sabor característico a los yogures. Y también contiene probióticos.

Para consumirlo, es tan fácil como beberlo antes de comer el mismo yogur, o simplemente mezclarlo con el mismo si la textura no es de nuestro agrado. En el yogur griego en particular no existe un exceso de suero, por lo que sería el más conveniente si se quiere evitar el consumo por separado o la mezcla, por la razón que sea.

Beneficios para la salud

Los yogures más saludables que podemos comprar en el 'súper' son los yogures naturales (sin azúcar). Una variedad más barata que suele ser también la que tienen un contenido más reducido de azúcar.

"Un yogur 0% grasa puede contener tranquilamente casi un 8% de azúcar, unos 10 gramos de azúcar por unidad. Recordemos que el máximo aconsejado son 25 gramos diarios", explica la farmacéutica Boticaria García en El jamón de York no existe (La Esfera de los Libros, 2019).

El yogur griego, otrora denostado por la elevada cantidad de grasa que alberga, es otra de las variedades más saludables que podemos encontrar en el mercado. Un estudio publicado en la revista BMJ Open en 2018 alertó de cómo la gran mayoría de los yogures habían pasado de ser un alimento recomendable a un producto cuyo contenido en azúcar debíamos vigilar. El trabajo, realizado por investigadores británicos, dejaba fuera a este yogur, que tiene una mayor cantidad en grasas saturadas y proteínas. 

Siempre y cuando escojamos su versión saludable, los yogures tienen grandes beneficios en la salud. Por ejemplo, y siempre en el contexto de una dieta saludable, se han descrito beneficios como que pueden reducir el riesgo de padecer diabetes tipo 2, proteger contra el sobrepeso e incluso, disminuir el riesgo de padecer síndrome metabólico, tal y como refleja este estudio.

La Sociedad Española de Nutrición Comunitaria, en su Guía de Alimentación Saludable para Atención Primaria y colectivos ciudadanos señala la necesidad de consumir de 2 a 3 raciones de lácteos al día, según nuestra edad y situación fisiológica, y alaba las cualidades del yogur natural y de otras leches fermentadas como alimentos probióticos que tienen efectos beneficiosos añadidos en la salud.

Por ejemplo, mejorar la respuesta inmunitaria, reducir las molestias en personas con malabsorción de la lactosa o la protección del intestino frente a los distintos patógenos. 

También la Fundación Española del Corazón señala otros beneficios como la disminución de la incidencia de diarreas infantiles o diarrea del viajero, o favorecer la recuperación de la flora tras un tratamiento antibiótico. Esta sociedad científica indica además como ingesta recomendada unos 200-250 gramos de yogur al día (2 unidades), que equivaldría a una ración de lácteo.