Ilustración de la astrónoma Elizabeth Brown

Ilustración de la astrónoma Elizabeth Brown Julia Ramírez.

Magas-Mujeres en la Historia

Elizabeth Brown, la mujer que abrió camino en la astronomía: fundó su propio observatorio y dedicó su vida a estudiar el Sol

La inglesa fue una de las primeras mujeres en formar parte de la Royal Meteorological Society y fundó la Asociación Astronómica Británica. 

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Una mujer que fue víctima durante gran parte de su vida de las ataduras que la sociedad inglesa de la época les imponía, pero que aun con todo destacó en su campo haciendo grandes aportaciones gracias a sus estudios sobre el sol, las manchas solares y los eclipses, que dejó en detallados dibujos sirviendo como guía para las siguientes generaciones.

Elizabeth Brown nació el 6 de agosto de 1830 en la ciudad inglesa de Cirencester. Siendo una niña descubrió, gracias a su padre, un aficionado de la meteorología y astronomía, su pasión por el cielo, las estrellas y las constelaciones. Pronto aprendió a utilizar el telescopio, aparato del que no se despegó hasta sus últimos días, contribuyendo así a grandes descubrimientos que abrieron el camino a cientos de mujeres.

Una joven cuáquera que gozó de una suerte que muchas chicas de su edad no tuvieron, pues su padre le dio la posibilidad de estudiar lo que le fascinaba. Sin embargo, como tantas otras, fue esclava de la época victoriana y tuvo que atender las tareas domésticas y los cuidados de su progenitor durante cinco décadas de su vida. Su entusiasmo era tan mayúsculo que estudió los principios de la ciencia sin la ayuda de una institutriz y observó las manchas solares proyectando la imagen del sol sobre un cartón blanco. 

Durante su infancia, adolescencia, juventud y parte de su vida adulta, estudió la metereología y, con su padre, midió cada día la cantidad de lluvia que caía compartiendo sus datos con la Royal Meteorological Society. Con 53 años, Elizabeth se quedó huérfana de padre y fue entonces cuando despegó su carrera científica y apartó los estudios que había realizado con él para centrarse en nuevos temas que le apasionaban.

El tardío inicio de su carrera

Se centró en el estudio del sol y dedicó su tiempo a la observación y el registro de este, especializándose en manchas y eclipses solares que recogió en detallados dibujos que fueron claves para investigaciones futuras, además de concederle una gran reputación. Viajó por Rusia, las Indias Occidentales, Noruega y España, entre otros, para estudiar los eclipses solares. Y, después, escribió en 1887 su libro En persecución de una sombra

A sus 50 años, Elizabeth se unió a la Sociedad Astronómica de Liverpool teniendo que recorrer largas distancias para acudir a las reuniones, pero su voluntad y ganas por mostrar lo descubierto opacaron esos 225 kilómetros de trayecto. Su progreso y dedicación a los estudios dentro de la sociedad la convirtió en la directora de la Sección Solar e incluso llegó a tener un observatorio propio, algo que no era habitual en el caso de las mujeres.

En 1890 contribuyó a fundar la Asociación Astronómica Británica (BAA), una asociación que sí admitía a mujeres y que se creó para organizar a los aficionados a la astronomía de Reino Unido. Siendo una de las personas más relevantes en su creación, ocupó también el puesto de directora en la Sección Solar hasta su muerte, coordinando estudios sobre manchas solares y eclipses. 

Elizabeth Brown, astrónoma.

Elizabeth Brown, astrónoma. Cedida

Elizabeth se convirtió en una de las primeras mujeres que pasó a formar parte de la Royal Meteorological Society. Pero una vez más el peso de ser mujer en aquella sociedad hizo mella y en 1892, cuando postuló para ser miembro junto a Annie Russel y Alice Everett (ambas matemáticas), no obtuvo los votos suficientes para entrar. Finalmente, consiguió los votos por parte de los integrantes hombres de la sociedad y orgullosamente pasó a ser un miembro más.  

Entre los libros que escribió están Atrapada en los trópicos, El sol y sus fenómenos, El viaje de una mujer en la astronomía y La asociación astronómica británica: historia. Murió en 1899, a los 68 años de edad, tras dedicar 16 años de su vida a la ciencia; un legado que perdura a día de hoy y sirve de ejemplo para cientos de jóvenes que quieren iniciar su camino en la astronomía.