
Las tasas de natalidad en Europa están en declive. iStock
"Hablemos de natalidad": las propuestas de Paul Morland, el demógrafo que quiere poner a Europa a tener hijos
El estudioso británico formuló en el 'Trilema Demográfico': o se trae más inmigración, o se tienen más hijos, o llegará el estancamiento económico.
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La mayoría de países del mundo pierden población, casi todos fertilidad e incluso los que aún no, pero se acercan, están preocupados. El reto sería revertir la famosa "tasa de reemplazo", 2,1 hijos por mujer, que garantiza no perder población. En España la migración compensa desde hace años habernos instalado en el 1,2, pero incluso países como India, el más poblado del mundo, ya cayeron el año pasado a 2.
No quiere decir que vaya a existir la 'India vaciada' en breve, pero es un indicador de tendencia. "Valoramos aspectos como la buena economía, pero realmente España, por ejemplo, es un país más rico ahora que hace 50 años y, sin embargo, se tienen menos hijos. También las perspectivas de futuro, pero cambian mucho de un país a otro, no son iguales en Europa que en Asia, y allí la tasa de fertilidad cae más", explica a Enclave ODS Paul Morland.
"Por eso creo que es una cuestión cultural. Israel tiene una tasa de 2,9 hijos por mujer, en parte por un tema religioso. Mi pregunta es cómo remontamos en el resto de países sin ese factor, de forma laica". "No es que no se pueda hacer nada o que las políticas de natalidad no funcionen. En Gran Bretaña, por ejemplo, nuestro problema es que ni siquiera hablamos de ello", afirma.
"Pero mira, en Francia, Emmanuel Macron, un político de centro, ha salido a hablar del problema, ha dicho que es necesario tener más hijos y ha propuesto políticas al respecto. En pocos años han subido de 1,4 a 1,6 hijos por mujer, parece poco, pero es un gran logro", prosigue.
El demógrafo lleva una década escribiendo de ello y, desde 2019, ha publicado tres libros considerados fundamentales en el mundo anglosajón: The Human Tide (La Marea Humana, 2019), Tomorrow's People (La gente del mañana, 2022) y No one left (Nadie atrás, 2024). En los tres desarrolla sus teorías sobre la correspondencia entre los incrementos demográficos y el auge económico de las naciones y también sobre la necesidad de la natalidad.
También, al comienzo de la Guerra de Ucrania, ganó algo de crédito al señalar los problemas de reemplazo que encontrarían ambos ejércitos, tanto el ucranio como el invasor ruso.

La natalidad ha caído en picado en los últimos años. iStock
De hecho, en el último de ellos Morland presenta el llamado 'Trilema Demográfico', que formuló por primera vez en un artículo junto a Philip Pilkington en 2023: Migration, Stagnation, or Procreation: Quantifying the Demographic Trilemma (Migración, estancamiento o procreación: cuantificando el Trilema Demográfico) y que empezaba preguntándole al lector una cuestión que les sonará: "¿Quién pagará por su pensión cuando sea usted viejo?".
El trilema pone como ejemplo al Japón actual y expone tres opciones: o se utiliza mano de obra migrante –"que no es una solución a largo plazo, y además en casos como el de Reino Unido, no cubre puestos de trabajo críticos", nos señala–, o se promueve la natalidad –"como en Francia, que habla abiertamente de ello"– o llega el estancamiento económico, más tarde o más temprano.
Morland insiste en la cultura porque el resto de factores no parecen ponerse de acuerdo entre sí. Por ejemplo, si miramos la tasa de emancipación (adultos de entre 25 y 34 años que viven con sus padres) nos encontramos con que en España o Portugal supera el 40% y en Francia es del 16%, pero Alemania tiene menos fertilidad que Francia y está en el 14%, y aún menos Dinamarca y cuenta un 4%.
Otra explicación más conservadora en un sentido social es que tiene que ver con la incorporación de la mujer al mundo laboral y el peso de la religión. A más feminismo, diría ese razonamiento (que Morland no comparte, lo extraemos nosotros de algunos de los debates que provocan sus análisis), menos natalidad. Pero Corea del Sur, considerada una sociedad machista incluso en su área geográfica, cuenta una fertilidad de 0,78 hijos por mujer, la más baja del mundo.
"Tal y como lo veo hay tres vías", afirma. "Están los incentivos religiosos de países como Georgia, en el Caucaso, donde la Iglesia ortodoxa tiene mucha influencia y está promoviendo la idea del tercer hijo. Eso en países como España, por ejemplo, o Gran Bretaña, no es viable, ni de hecho creo que sea algo que su población querría".
Luego está "el nacionalismo al estilo de Israel, basado en una idea muy militarista de la seguridad". "No veo claro", asegura Morland, "ni siquiera en el clima actual, que la UE o Reino Unido vayan a seguir ese camino. Se supone que las guerras traen repuntes de natalidad, pero me sorprendería mucho si eso es lo que ocurre en Ucrania o Rusia, que han visto caer sus tasas de fertilidad en solo estos dos años. Así que, en principio descartado también, nos queda lo que hemos comentado de las políticas de Francia".
El problema, añade, es que "la cultura es un concepto muy escurridizo. No creo que sea posible una estrategia de nivel global, tampoco de la Unión Europea, que ha renunciado a ello". Morland cree que "cada país tiene que encontrar su propio camino. En general se me ocurre que en las escuelas no se habla de esto, no se mencionan los beneficios o la alegría de tener hijos".
"O los jóvenes no están informados de como la fertilidad cae rápidamente a partir de los 30, y por eso no toman ciertas decisiones vitales antes. Tampoco creo que nuestra sociedad muestre modelos exitosos de familias numerosas. En Reino Unido solo se me ocurren David Beckham o el príncipe Guillermo, con cuatro y tres hijos, respectivamente", añade.
Morland insiste en que no sabe si existen "soluciones mágicas" y que "no hay reglas inamovibles", pero también en que "si no hablamos del tema no saldremos de aquí. El primer paso, el que me gustaría para mi país, es que algún político dijese: necesitamos hablar de natalidad. Luego no sé qué pasaría después, pero ese anuncio sería, para mí, lo más deseable".