Pablo Urdangarín controla un balón.

Pablo Urdangarín controla un balón. EFE

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La vida de Pablo Urdangarin como deportista: de intentar emular a Nadal al pacto con sus padres para jugar al balonmano

El actual jugador del BM Granollers presume de las hazañas de su padre en el deporte: "Que me comparen con él significa que algo estoy haciendo bien".

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El apellido le acompañará durante toda la vida tanto para lo bueno como para lo malo. Pablo Urdangarin se labra una carrera profesional en el balonmano, ese mismo deporte en el que su padre -al contrario que fuera de las canchas- fue toda una leyenda.

El joven de 24 años disfruta en el BM Granollers desde hace dos temporadas y cada fin de semana deja su sello en la Liga Asobal. El destino, la genética e incluso una buena elección a tiempo le llevaron a centrarse en el balonmano, porque siendo más pequeño llegó a pensar que tenía madera para ser tenista. 

"He hecho muchos deportes. Viví en Suiza unos años y estaba muy metido en el tenis. Hubo un momento que me estaba gustando mucho y pensé en apuntarme a algún torneo, pero mis entrenadores me dijeron que me podía gustar mucho pero que no pensaban que fuera a llegar muy lejos", confesó sobre sus inicios frustrados por la raqueta.

Cuando decidió pasarse al balonmano definitivamente, un deporte que siempre practicó desde pequeño, Pablo Urdangarin tuvo que hacer un pacto con su familia que recordó con gracia en un documental emitido por la Liga Asobal.

"Cuando terminé el colegio tenía que empezar una carrera universitaria porque mis padres siempre me han dicho que si no estudio no me dejan jugar al balonmano", confesó el ahora jugador del Granollers.

La referencia de su padre

Pablo Urdangarin lleva el 77 a la espalda en los partidos oficiales, un dorsal que tiene una explicación lógica y en el que tiene mucho que ver el 7 que lucía su padre en su etapa como jugador.

"Siempre me ha gustado el 7 por mi padre. Cuando llegué al Barça B tenía un compañero que se llamaba Marc López, que también le gustaba mucho el 7. Él era muy supersticioso y me pidió si podía usar el 7 y le dije que sí", dijo sobre cómo no pudo coger hace tiempo el número anhelado.

"Pensé en coger el 77 porque también hace honor a mi padre, y como me gusta tanto el 7 es como el segundo 7", dijo.

Pablo, que antes de su actual segunda temporada en el Granollers pasó otros dos años en el Barça, recuerda el día de su debut con la camiseta azulgrana con especial cariño. En su primer partido como culé vio la camiseta de su padre, retirada en el Palau, algo que le hizo especial ilusión.

Además, Pablo lamentó no haber llegado a ver jugar a su padre: "Yo no he visto jugar a mi padre y eso cambia mucho. He visto algún vídeo y algún partido retro, pero sólo sé de lo que me cuenta él".

"Creo que él era mucho más agresivo que yo, más lateral, más alto y más contundente. Era un especialista defensivo era lateral nato. Yo creo que soy la versión 'mini', la versión más agilidosa y frágil, pero que también he cogido cosas de mi padre que me ayudan", dijo en cuanto a la comparación entre ambas generaciones.

"Me gusta que hablen de mi padre y me digan lo bueno que era. Él lo ha ganado todo y para mí es un honor, pero yo siempre he seguido mi camino y he visto el balonmano como un deporte para disfrutarlo. Que me comparen con él significa que algo estoy haciendo bien", insistió.

El ahora jugador del Granollers destacó una vez más la importancia que tiene la figura de Iñaki Urdangarin en su desarrollo como deportista. Para él, tiene un papel de padre y de psicólogo, ya que tiene un peso relevante en el aspecto mental. 

Supersticioso hasta la saciedad en sus inicios, hace tiempo que Pablo Urdangarin dejó de llevar la misma rutina y consiguió dejar atrás todas sus manías antes de los partidos. Celebra ser uno más en el vestuario y tiene claro que aún tiene margen de mejora para seguir creciendo como jugador.