La UE entra en pánico por la amenaza de Orbán de vetar la renovación de las sanciones contra Rusia: "Juega con fuego"
El primer ministro húngaro exige a Ucrania que vuelva a permitir el tránsito de gas ruso hacia los países de Centroeuropa.
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No es la primera vez que Viktor Orbán, uno de los líderes más prominentes de la derecha radical europea, amaga con vetar las sanciones de la UE contra Rusia. De hecho, lo ha hecho de manera regular desde el estallido de la guerra en Ucrania en febrero de 2022. Sus socios le tienen ya catalogado como perro ladrador, poco mordedor: la mayoría de las veces acaba recogiendo cable al verse en una situación de minoría absoluta. Sin embargo, el regreso a la Casa Blanca de Donald Trump lo ha cambiado todo al envalentonar al primer ministro húngaro. Esta vez, el resto de Gobiernos sí tienen miedo de que lleve su pulso hasta el final.
"A pesar de los intentos de aislarnos, Hungría, desde el 20 de enero cuando asumió el cargo el presidente Trump, ya no está aislada ni marginada. Somos la corriente dominante", ha asegurado Orbán este viernes en una entrevista radiofónica. "Los húngaros éramos Trump antes de Trump", ha sentenciado.
La Unión Europea vive horas de pánico por la negativa de Budapest a prolongar el amplio paquete de sanciones económicas y personales contra el régimen de Vladímir Putin que se ha ido construyendo desde el inicio de la guerra. La medida más potente es la congelación de alrededor de 210.000 millones de euros del Banco Central de Rusia, que se encuentran retenidos en Euroclear, uno de los mayores depositarios de valores del mundo con sede en Bruselas. Estos activos generan alrededor de 3.000 millones de euros al año, un rendimiento que la UE utiliza para pagar el crédito de hasta 50.000 millones de dólares concedido por el G7 a Kiev.
Las sanciones de la UE contra Rusia tienen que renovarse cada seis meses, lo que requiere la unanimidad de los 27 Estados miembros. El próximo plazo vence el 31 de enero, es decir, el viernes que viene. Hasta ahora la prórroga era una mera formalidad que se aprobaba a nivel de embajadores. Pero en la reunión celebrada este viernes en Bruselas, que debía cerrar el trato, el representante húngaro ha dicho que no. Una negativa que ha obligado a elevar el debate al nivel político. La renovación de las medidas restrictivas se discutirá en la reunión de ministros de Exteriores de la UE que se celebra el lunes en Bruselas.
"Ahora la cuestión de prolongar las sanciones está en la agenda. He activado el freno de mano y he pedido a los líderes europeos que entiendan que esto no puede continuar así", se ha justificado Orbán en su entrevista radiofónica. Argumenta que su país es el gran pagano de las sanciones contra Moscú, que según sus cálculos le han costado ya 19.000 millones de euros en pérdidas en tres años. Una cifra que no ha sido avalada por Bruselas.
En la entrevista, el primer ministro húngaro ha dado a entender que su condición para permitir la prórroga de las sanciones contra Moscú es que Ucrania reconsidere su decisión de detener desde el 1 de enero de 2025 el tránsito de gas ruso hacia Europa, que llegaba hasta Hungría y Eslovaquia.
"Si los ucranianos quieren ayuda, por ejemplo, para imponer sanciones contra los rusos, entonces que reabran, por favor, la ruta del gas y permitan a los países centroeuropeos, incluyendo Hungría, importar el gas que necesitamos a través de Ucrania", ha dicho Orbán. Budapest reclama además garantías similares para sus importaciones de petróleo ruso.
De momento, los europeos rechazan el chantaje del primer ministro húngaro. "Esta cuestión no tienen nada que ver con las sanciones contra Rusia, que se han impuesto por su agresión a Ucrania. Además, no hay ningún problema de seguridad de suministro para Hungría y Eslovaquia", replica un alto responsable de la UE. "No hemos visto subidas del precio del gas durante el año nuevo en los países más afectados por el fin del tránsito a través de Ucrania", coincide la portavoz de la Comisión, Ana-Kaisa Itkonen.
"Si Viktor Orbán realmente bloquea las sanciones europeas en un momento clave para la guerra, quedará absolutamente claro que en este gran juego por la seguridad y el futuro de Europa, está jugando en el equipo de Putin, no en el nuestro, con todas las consecuencias que ello conlleva", ha escrito este sábado en su cuenta de X el primer ministro polaco, Donald Tusk, cuyo país ocupa este semestre la presidencia de turno de la UE.
"Budapest está jugando con fuego", asegura otro destacado diplomático europeo. La UE no tiene 'plan B'. Si Orbán no levanta su veto en los próximos días, las sanciones contra Moscú expirarán sin remedio y el Banco Central de Rusia podrá retirar su dinero de Euroclear. Toda la estrategia de Bruselas para sostener a Ucrania y castigar al Kremlin socavando su maquinaria de guerra se derrumbaría como un castillo de naipes. "El fin de las sanciones tendría graves consecuencias en nuestra capacidad para hacer frente a la brutal agresión de Rusia y defender los intereses europeos", señala el diplomático.
"Es alucinante que estemos de nuevo en esta situación. Ucrania necesita todo nuestro apoyo", insiste. Los expertos de la UE han llegado a considerar la posibilidad de recurrir a un decreto de guerra aprobado por Bélgica en 1944 que teóricamente permitiría al rey Felipe bloquear la transferencia de activos fuera del país, según informa el Financial Times.
Pese a todo, los dirigentes de la UE todavía creen que el primer ministro húngaro reculará de nuevo en el último momento. Y apelan precisamente al ejemplo de Trump, que de momento no sólo no ha retirado las sanciones de Estados Unidos contra Rusia, sino que ha amenazado con aumentarlas si Putin no pone fin a la guerra. "Orbán está fuera de sintonía con lo que anda diciendo Trump: quiere obtener de nuevo gas y petróleo barato de Rusia y no sé cómo sentará eso en Washington, ya que Trump quiere que se lo compremos a Estados Unidos", explica el diplomático.
"Mi expectativa es que los húngaros acaben sumándose a la renovación de las sanciones contra Moscú, aunque seguramente pidan algo para salvar la cara", sostiene otro alto responsable europeo.