Sátiras y libros
Clarín periodista: Sátiras y libros
13 junio, 2001 02:00Apunte de "Clarín"
Resulta muy difícil, casi imposible, trazar un retrato plano e inmutable del Clarín crítico, dado que experimentó una extraordinaria evolución a lo largo de su vida, porque no hay un único Clarín crítico, en la misma medida que no hay un solo Clarín novelista o un Clarín narrador. Sin embargo, en vida quien gozó de mayor fama fue el crítico mordaz e implacable periodista.Como los grandes literatos del siglo XIX, como Larra, como Varela o el mismísimo Galdós, el primer Clarín fue articulista. Comenzó a colaborar en diversos periódicos muy joven, sobre todo en la prensa política radical de clara orientación republicana. Era entonces Leopoldo Alas un excepcional satírico en lo político y lo social, que sólo de manera ocasional se asomaba a los temas culturales y literarios, aspecto éste necesitado de una revisión en profundidad por cuanto uno de los grandes vacíos de nuestro conocimiento del siglo XIX es el de la literatura satírica, que dio a Clarín un conocimiento exacto del lenguaje y un poso literario que luego le resultarían esenciales en su trabajo como crítico y como novelista. Al periodismo dedicó Clarín veinticinco años tan intensos como fecundos, hasta el punto de convertirse en referencia indispensable.
El momento clave de su evolución se produjo al descubrir el naturalismo y muy especialmente a Zola. Entonces comenzó a dedicarse a la crítica literaria y fue desarrollando a través de sus artículos un concepto de lo que debía ser la novela moderna inspirado claramente en la obra de Galdós. De hecho, interpretó la novela a través del concepto que de este género tenía el autor de Fortunata y Jacinta. A partir de ahí, Clarín se convirtió en el crítico literario por excelencia, aquel al que los jóvenes autores como Unamuno o Azorín buscaban desesperadamente para que atendiera sus primeros escritos. La crítica le dio además un conocimiento exhaustivo de los problemas de la novela y un dominio y comprensión del oficio literario realmente excepcionales, de modo que al publicar La Regenta presentó una novela de estructura formal perfecta que evidenciaba su conocimiento asombroso de todos los procedimientos narrativos. Y eso, insisto, se lo debió a la crítica.
En realidad, como ya he señalado, mientras vivió el más famoso fue el Clarín periodista y satírico. Luego se recuperó al genial cuentista, al autor de relatos breves prodigiosos y más tarde al novelista. La crítica literaria ha sido el aspecto que más tarde se ha recuperado. Sus reseñas,como las del mismo Henry James, son piezas casi perfectas, pero son reseñas de periódico y, por ello, se establece una dependencia en ocasiones excesiva con el momento. Eso se hace especialmente evidente al hacer crítica de teatro y de poesía. Respecto al primero, defendía la renovación del género y la búsqueda de un nuevo lenguaje mientras que en, poesía prefería casi todo lo extranjero, escribiendo, por ejemplo, una crítica antológica a Baudelaire. Existe la idea generalizada de que siempre estaba con los grandes del momento, con los Nuñez de Arce y los Campoamor, pero al releerlo se hace evidente que publicó también críticas muy negativas.
"Jornalero de las letras", "buhonero de la letra menuda", fabricante de "pacotilla literaria" fueron algunos de los juicios que su propia obra crítica le merecían. Hoy podemos descubrir que al menos en eso, al juzgarse a sí mismo, se equivocó.