Autoras de palabra con Rosa, Fabiola Martínez
Fabiola Martínez: “La mayoría de las víctimas que sufren abusos sexuales cuando son niños, no saben qué hacer”
La modelo y presidenta de la Fundación Kike Osborne explica a través del libro 'Cuando el silencio no es una opción' los abusos que sufrió de pequeña.
Más información: La emoción de Fabiola Martínez al recordar los abusos sexuales que sufrió por parte de su tío: "Piensas que tienes algo que ver"
La modelo Venezolana, Fabiola Martínez, rompe su silencio y cuenta por primera vez la verdad sobre su vida. Publicando Cuando el silencio no es una opción (Espasa). Un relato durísimo sobre los abusos que sufrió cuando tenía cinco años, y que siguieron produciéndose hasta cumplir los quince.
Ella fue una niña nacida en Maracaibo, en un seno familiar muy humilde y en el que tuvo que aprender a ser fuerte con una vida marcada desde entonces. Sin embargo, ahora reconoce que puede reconciliarse con sus cicatrices y convertirse en una versión mejor de sí misma.
Madre de dos hijos, Kike y Carlos, fruto de su matrimonio con Bertín Osborne, preside la Fundación Kike Osborne, en la que es activista y defensora de los derechos de las familias y de las personas con necesidades especiales.
Me he adentrado en tus páginas como si me adentrase en ti, porque creo que te has abierto en canal y has roto por fin ese silencio. Tu niñez, ¿cómo fue tu infancia?
Complicada, no sólo por el hecho del abuso sexual infantil, sino también porque crecí en un entorno familiar hostil, de precaria situación económica y cultural.
Mi madre venía de una educación muy dura, estricta, y yo no contaba con esos padres que te protegen. Tenía que estar en modo supervivencia todo el tiempo. Y eso es una parte importante de haber desarrollado tantas herramientas de resiliencia, de capacidad de superar las adversidades, de saber que yo me tenía que convertir en mi lugar seguro.
Cuentas en tu libro que sufriste tu primer abuso siendo una niña y así durante 10 años. ¿Cómo se puede entender que la persona que te debe querer, alguien de tu propia sangre, es un monstruo depredador?
A veces es difícil de explicar, pero quien lo ha vivido sabe que forma parte de ese proceso. No entiendes lo que está pasando, porque con cinco años no se te pasa por la cabeza nada relacionado con un abuso sexual. Incluso llegué a pensar que quizá yo también formaba parte de ello por no haberlo evitado, y entonces tuve miedo y vergüenza… Te sientes culpable.
Llegó un momento en el que ya no podía más y necesitaba liberarme de esta situación. Se lo conté a una prima y se destapó todo. Cuando mis padres se enteraron, no reaccionaron protegiéndome ni se posicionaron a mi lado. Quizás porque ellos tampoco tuvieron una vida fácil.
A mi abusador, lo alejaron de mí, y eso hizo que yo lo enterrara. Pero pasé a un punto complicado, que es la revictimización. Porque me hicieron callar, como si no hubiera pasado nada. Y entonces, ¿dónde pones ese dolor?, ¿cómo lo colocas?, ¿cómo aprendes a vivir con ello?
Ahí, en ese punto de inflexión, me di cuenta de que estaba sola, que me tenía que cuidar y proteger, y tenía que hacer mi vida. Me alejé entonces de mis padres y empecé a trabajar muy pronto. Volé.
Dices en tu libro que te has sabido defender de todos, menos de tu madre.
Creo que queremos como hemos aprendido, como nos han querido. Mi madre nació en una familia de siete hermanos, tres son chicas, y les tocó la parte más difícil, en una cultura machista, donde las niñas vivían para atender a sus hermanos. Mi abuela era muy dura, con ella misma también. Muy exigente, incluso ya de anciana.
A veces vamos justificando todo ese comportamiento sin pensar que estamos repitiendo un patrón erróneo. Y yo siento que soy ese eslabón que rompe el círculo. He crecido con más conciencia, con intención de mejorarme a mí, de estar bien, de buscar mi yo sin dejarme influenciar tanto por el entorno, y mi madre no tuvo esa oportunidad.

"El hecho de ser madre me puso en el lugar de mi madre" David Morales
¿Hay que atreverse a contarlo, incluso a riesgo de que no te crean?
Sí, pero es muy difícil. Porque la mayoría de las víctimas que pasan por el abuso sexual infantil, no saben qué hacer y, hasta que no alcanzan la madurez, no son conscientes de la dimensión de lo que ha sucedido.
El hecho de ser madre me puso en el lugar de mi madre. Yo me desvivo por mis hijos y me muero si les pasa algo, pero mi madre no lo hizo conmigo. Entonces te cuestionas un montón de cosas.
Empiezas a estudiar medicina y un hombre desconocido se acerca a ti y te ofrece ser Miss Venezuela. ¿Aquello te pareció un tanto sospechoso?
Me convertí en una chica bastante desconfiada. Sentía que siempre que alguien, sobre todo un hombre, se acercaba, buscaba algo en mí que tenía que ver con sexo. Siempre estaba muy a la defensiva y no le hice caso.
Después me vino una segunda oportunidad a través de una agencia de modelos, y ahí empecé a creer un poquito más.
Autoras de palabra con Rosa, Fabiola Martínez
Como modelo, ¿tenías claro que era un mundo de falsas promesas y muchas obligaciones?
Escuchas promesas sin nadie que te guíe y debes dinero a las agencias porque generas unos costes que tienes que pagar con tu trabajo. Ahí decidí que no iba a ser una top model. Empecé a trabajar muchísimo y a centrarme en lo mío. Tanta responsabilidad a lo largo de mi vida fue lo que me ayudó a no perderme.
El mundo de la moda es una industria bastante seria y profesional, pero luego hay una segunda fila que tiene muchísimas drogas, prostitución y aspiraciones de querer llegar a algo, cueste lo que cueste, y es muy difícil mantener la cabeza fría.
Tras varias relaciones amorosas tormentosas, tuviste una relación duradera con Bertín Osborne. ¿Encontraste por fin la confianza en otra persona?
Él me enseñó a no ser desconfiada de todo el mundo. Lo veía a él, que no desconfiaba de nadie, que vivía tan feliz, que pensé, ¿por qué no? Y ahí empecé a entender que protegerte no tiene ningún sentido, porque al final el que sufre eres tú, y si te hacen daño no es tu responsabilidad, es de la otra persona.
¿Querías ser madre a toda costa y de no haberte casado con él, habrías sido madre soltera?
Estaba enamorada de él. Pero formalizar la relación a través de un matrimonio no me parecía tan importante como ser madre con la persona que quieres.
Y Nace Kike. Susto, miedo. Y te cambia la vida.
Al principio tenía mucha rabia. No entendía por qué me había pasado, si yo lo había hecho todo bien. Hasta que descubrí que no se trataba de mí, se trataba de una persona que estaba luchando por sobrevivir y que los por qué, no me iban a resolver nada ni me iban a dar paz, y entonces cambié el foco.
Pensé que había pasado por algo. Cuando vas buscando sentido al dolor y a las heridas, sientes que reconforta, porque le vas dando una razón. Y Kike, fue esa razón, porque vino para salvarme, para rescatarme, para enseñarme el amor y la generosidad sin límite. Doy gracias a Dios de que haya sido así.
Después vino Carlos, tu segundo hijo. El equilibrio.
Carlos ve a Kike como otro niño más. No percibió la discapacidad hasta mucho más tarde. Aprendí a ser madre de Kike y con Carlos lo reaprendí. Ese es el equilibrio.
¿Cómo estás ahora?
En cierta forma tranquila, porque sí que he puesto muchas cosas en su sitio, he tomado todavía más conciencia y he creado una misión, que era la parte que me faltaba.
Soy partidaria de ayudar a otras personas, y es lo que hace que todo tenga una razón. Desde que salió el libro, me he encontrado mucha gente que me está diciendo: gracias.

"Sigo en terapia y queda un proceso todavía importante". David Morales
¿Y has encontrado a esa niña? ¿Te has reconciliado con ella?
Sí. Todavía me cuestan algunas cosas, sigo en terapia y queda un proceso todavía importante, pero creo que estoy en buen camino.
Pero un libro no te sana de repente.
El libro es como esa puerta que abres y que empieza un camino. Y ha sido muy liberador romper ese silencio a través de él.