Un año en manos de Puigdemont: Cerdán viaja cada mes a Suiza para que el Gobierno siga a flote
La amnistía se empezó a negociar "dos semanas después de las elecciones" y ha marcado los 365 días. "Hemos condicionado al adversario y tensionado sus instituciones", presume Junts, "es el sueño de todo estratega".
21 julio, 2024 02:36Cada mes, desde el pasado noviembre, el presidente tiene una cita para mantenerse vivo en el poder. Es el Pedro Sánchez más débil desde que conquistó la Moncloa ensamblando un improbable Frankenstein para la primera moción de censura triunfante de la democracia.
Desde entonces, el líder socialista no ha parado de ser el primero en hacer muchas cosas: en armar un Consejo de Ministros de coalición, en apoyar la gobernabilidad en independentistas, incluido Bildu...
Y el primero, sobre todo, en someter la legitimidad de su poder a unos verificadores internacionales.
Cada mes manda a su secretario de Organización, Santos Cerdán, a Ginebra (Suiza), a pagar el plazo de su investidura. Quien cobra es Carles Puigdemont, prófugo de la Justicia desde hace casi siete años.
El primer pago para seguir con vida fue enorme: el precio de sus siete votos para la investidura era una amnistía total...
...y la adquisición de una deuda que se abonaría en (in)cómodos plazos mensuales. "Sólo hay dos cosas que negociar en esa mesa", explican fuentes del entorno de Waterloo, "la financiación y el reconocimiento nacional de Cataluña".
Desde que, el 16 de noviembre, Sánchez fue reelegido en el Congreso, al menos seis veces ha viajado Cerdán a pagar la cuota y recibir oxígeno para su jefe. Mes a mes, salvo en los dos que coincidieron con la precampaña y la campaña de las catalanas del 12 de mayo.
Cómo empezó todo
Estamos ante el primer aniversario del 23-J. Pero, en realidad, aquella noche del "somos más" había empezado en marzo de 2023, en el primer viaje de Cerdán a Bruselas.
Ahí comenzaron los contactos "discretos" del PSOE con Puigdemont. El expresident dice que "personas del PSOE" de Pedro Sánchez lo habían sondeado para que se entregara, a cambio de la promesa de un indulto. Oficialmente, los socialistas desmienten esos "contactos", pero en privado nadie se hace cargo. Ni de cómo empezó todo ni de negar que, efectivamente, fuese así.
"Eso ya denota de quién estamos hablando", explica una fuente cercana al líder de Junts. ¿Alguien dispuesto a mentir? "Eso lo dices tú... pero seguro que es alguien de quien no te puedes fiar", aclaraba el mismo Puigdemont a este diario, hace unos meses, en Estrasburgo.
Lo cierto es que para mandar al secretario de Organización a verse con el hombre de Waterloo, Sánchez nunca tuvo que mentir. Simplemente, no lo dijo. La idea fue, a nueve meses de la fecha prevista para las elecciones, diciembre de 2023, empezar una relación con Junts, a partir de tres certezas:
La primera, que el PP no podría (¿ni querría?) hacerlo. La segunda, que el PP iba a ganar esas elecciones generales. Y la tercera, que la única remota opción de que al PSOE le diera una suma para mantener a Sánchez en Moncloa pasaría por unir a todo el Congreso "frente a la extrema derecha y la derecha extrema".
Y eso implicaba "hacer de la necesidad, virtud" y alguna cosa más.
De la referencia al refranero castellano, hablaremos después. De momento, consultemos a las fuentes más cercanas a Puigdemont por esas otras cosas.
Lo primero que hoy podemos saber es que la ley de amnistía se empezó a negociar "muy poco después del 23-J". Según relata una fuente directamente implicada, "pasadas dos semanas, no más tarde del 10 de agosto, sería cuando empezamos a hablar de ello"... aunque Sánchez no lo reconocería hasta octubre.
Lo segundo que se le dijo al PSOE es que tendría que tragar con el relato indepe. Eso de que "desde 1714" en España lo que hay es un régimen impuesto a las "naciones históricas".
Y eso de que el 1-O lo que hubo fue "un choque de legitimidades".
Gobierno, no gobernabilidad
Lo siguiente que debería asumir Sánchez es que, para empezar a "normalizar la situación", la amnistía sería condición "necesaria, pero no suficiente". A cambio de cumplimentarla, le darían el Gobierno, pero no la gobernabilidad. "Estamos aquí para lo que estamos", explica un diputado de Junts en el Congreso, "no para la gobernabilidad de España, eso no nos importa nada".
Y eso se ve en la debilidad parlamentaria del Gobierno, que entrega lo que haga falta para convalidar decretos, como en enero. Y en que, en este año, no ha habido otra ley que la de amnistía.
Pero después de ella, al PSOE aún le quedan (todos los) deberes para seguir sobreviviendo: pactar lo del supuesto "déficit fiscal", es decir, entregar "la caja y las llaves de la caja"; y lo que los documentos llaman "reconocimiento nacional" y todo el mundo conoce como referéndum de independencia.
A ese eufemismo escrito se llegó en la negociación "a la letra" de los papeles que se le obligó a firmar al ministro Félix Bolaños con el convicto Oriol Junqueras (ERC), primero. Y así se explicitó también en el llamado Acuerdo de Bruselas, sellado después por Cerdán y Jordi Turull, secretario general de Junts, en noviembre de 2023.
'Frankenstein' y el "zombie"
Ahora bien, este año de relación, ¿le ha merecido la pena al PSOE? "Estamos en el poder y hemos parado a la extrema derecha", repite el entorno de Sánchez. "Además, estamos afrontando con valentía un problema heredado", añade uno de los negociadores de Ginebra.
Algunos -ministros, altos cargos y aspirantes- se muestran orgullosos del argumentario y buscan el micro, para que el jefe tome nota de su lealtad. "Los hay que han entendido bien cómo funciona esto", es decir, que saben que "Ferraz ya no existe, todo es Moncloa".
O que el partido no es más que un engranaje para mantenerse en el Gobierno, incluso a costa de todo lo demás. "Fue esta deriva la que nos hizo perder casi todo el poder municipal y autonómico", explica un dirigente socialista cercano al presidente a pesar de todo, "pero lo que cuenta, y el PP lo sabe también, es la Moncloa".
Otros se contentan con la boca pequeña y se resignan anónimamente a que el Gobierno es un "zombie". La huida de Podemos, la evaporación hasta la evanescencia (y dimisión) de Yolanda Díaz, se sumaron al nulo empuje político de numerosos ministros y a la aparición del único mal del que Sánchez había podido huir con razón: la corrupción.
El caso Koldo abrió la puerta a preguntarse en alto por el caso Begoña... porque hay turbios personajes cruzados. Y a las dudas serias sobre la ética en los negocios de la esposa del presidente ya se ha unido una Universidad pública, la Complutense, que le pide al juez que siga el rastro de dinero contante y sonante y de apropiaciones indebidas.
Y el caso Begoña dio pie a que hubiese hueco para el caso hermano, ese tal David Azagra que cobra como alta dirección en Badajoz pero no tiene despacho y, encima, tributa en otro país...
De modo que en este año, a la debilidad parlamentaria se ha unido la electoral. Y después, la deslegitimación de obra (ninguna ley, salvo la de amnistía), palabra (las cartas a la ciudadanía, preludio de un presunto proyecto de ley de censura), y omisión (nadie da explicaciones de Koldo, Ábalos, la esposa, el hermano o de Isabel García, la directora del Instituto de las Mujeres... basta con decir "bulo" o incluso "¡lawfare!").
¿Y le ha merecido la pena a los independentistas, verdadero corazón del Frankenstein?
A Esquerra se ve que no. "Nadie te lo dirá en primera persona", explica un portavoz de ERC, "pero la actual división y los descalabros electorales tienen mucho que ver con la alianza con el PSOE".
Cómo será el bucle en el que Sánchez metió a los republicanos que ahora "tienen que elegir entre susto y muerte", sin saber si investir a Salvador Illa es una cosa y forzar la repetición es la otra.
Así lo ven desde Junts: "Quisieron ser el PSOE cuando eso ya existe en Cataluña, y se llama PSC...".
A los de Puigdemont, sin embargo, sin duda les ha valido la pena. "Hay una cosa en la que pocos se paran", explica una fuente autorizada del partido de derecha separatista.
"Mira, los mismos siete votos que tenemos nosotros, los tiene ERC... ¡y sólo se habla de Junts! Hemos condicionado al adversario", añade otro colaborador, en referencia a los cambios legales impuestos y al "caos institucional" que atisban "en los órganos constitucionales", como la pelea del Tribunal Supremo y el Constitucional.
"Ahora, todo lo tapa el lío de Illa president, sí o no. Pero el balance desde el 23-J no puede ser malo, porque condicionar al rival... ése es el sueño de cualquier estratega".
Las riendas en la mano
Citábamos antes al mismo Puigdemont explicando lo "poco fiable" que le resulta Sánchez. Aunque él mismo tampoco lo es.
A los pocos días de firmar con el PSOE la investidura, el expresident permitió que un reportero de Politico escuchara una conversación suya con Manfred Weber, presidente del PP Europeo.
En esa confidencia -que fuentes del entorno de Weber describieron como "un asalto incómodo por parte del prófugo en un acto festivo"-, Puigdemont se dijo dispuesto a pactar con el PP español una moción de censura contra Sánchez si éste no cumple lo acordado con Junts en materia de financiación o de "reconocimiento nacional". Es decir, si a cambio de su oxígeno no entrega lo prometido.
Y es que la estrategia de Junts, entonces y un año después, es una sola: "La premisa es poder pactar con los dos", refiriéndose a PSOE y PP. "Si no, perdemos capacidad".
Entretanto, para que el presidente no se escape de esos compromisos, Puigdemont sujeta las riendas, mes a mes, en Suiza.
Puigdemont, Turull y Míriam Nogueras ya se han visto al menos seis veces en Ginebra con Cerdán y su equipo de negociadores socialistas, en el que se integra el eurodiputado Javier Moreno y, en determinadas ocasiones, hasta José Luis Rodríguez Zapatero.
Con la fundación Henri Dunant (HD) de verificador extranjero -la organización que medió en el desarme de ETA- y un relator salvadoreño, Francisco Galindo.
Estos últimos cobran por sus servicios, "y no poco", aclara una persona que ha colaborado con HD. Pero nadie quiere decir quién les está pagando. Ni el PSOE ni Junts lo revelan... "Las reuniones son discretas", alegan para justificar el secretismo, "todo lo que se acuerde, si se acuerda, se sabrá".
Pero de las circunstancias, nada aclaran.
La "necesidad" y la "virtud"
También decíamos antes que Sánchez admitió cierta resignación a que "las circunstancias son las que son". Pero que, "para evitar la involución de un Gobierno de ultraderecha", no había más remedio que "hacer de la necesidad virtud".
Nadie sabe si la frase textual había nacido antes en los sótanos de Moncloa. Pero el primero que la pronunció en público no fue Pedro Sánchez en aquel Comité Federal de octubre en el que, por fin, admitió que sí, que "en el nombre de España y de la convivencia" defendía la amnistía.
Aquello, en realidad, no fue más que una contraseña de vuelta a Puigdemont. Porque había sido el prófugo, el 5 de septiembre y desde Bruselas, quien había retado a Sánchez a saltarse la última línea roja, en lo que pomposamente tituló Conferencia del President:
"Nada hace pensar que la necesidad de apoyo parlamentario sea suficiente como para empujarlos a un cambio histórico en el que las viejas naciones sean reconocidas y dispongan de todos los derechos inherentes a su condición. No lo han hecho en situaciones mucho más evidentes, con millones de personas manifestándose cada año en la calle y con más de 2,3 millones de personas votando en el referéndum de independencia del 1 de octubre. No parece que tengan que hacerlo ahora sencillamente porque necesitan el voto de 7 diputados.
¿O sí? ¿O realmente pueden hacer de la necesidad, virtud?".
Aunque llevaba meses negociándola -desde principios de agosto, sabemos ahora-, Sánchez no pronunció la palabra "amnistía" hasta una mañana de octubre en Granada. Lo hizo sin decir ni sí ni no, y aprovechando una rueda de prensa conjunta con Ursula von der Leyen, en la cumbre informal del Consejo Europeo de octubre, correspondiente a la presidencia de turno española.
"Escondiéndose tras la UE", comentó entonces un líder del PP catalán a este periódico. "Tratando de legitimar lo inmoral, lo inconstitucional, el mayor ataque al Estado de derecho desde el Gobierno en democracia", apostilló un alto directivo de Génova.
Ya entonces, el partido del ganador pero menos, Alberto Núñez Feijóo, movilizaba todas sus fuerzas en Bruselas, a sabiendas de que no la pararían recurriendo a la UE... pero confiando en hacerse entender en el largo plazo. Si Von der Leyen quería repetir en la Comisión, sólo sería candidata si cambiaba de actitud con Sánchez.
El papel de Bruselas
Esa estrategia del PP español fraguó por culpa del propio Sánchez. Por dos razones: una pasada y otra que se ha hecho presente esta semana, en el pleno inaugural de Estrasburgo.
Weber, presidente del PP Europeo, es uña y carne con Esteban González Pons, mano derecha de Feijóo. Y el alemán ha estado cinco años respirando por la herida de no haber sido él quien presidiera la Comisión: porque le tocaba, legítimamente, en 2019. ¿Y quién lo vetó? Los socialistas, con Sánchez al frente. Así que la "especial relación" del español con la que le usurpó el puesto, le escocía...
...y además, cuando el presidente español acababa de recibir su primer chute de oxígeno puigdemoniaco, se pasó de frenada con Weber en Estrasburgo.
Recién investido Sánchez, con la Ley de Amnistía ya tramitándose en el Congreso, el político bávaro estaba implicado de lleno en la batalla de demostrar que España se estaba deslizando por los caminos de la "democracia iliberal" de Hungría y Polonia. Y ese día, Sánchez le mentó a los nazis a la cara, en el pleno del Parlamento Europeo.
Señor Weber:
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) December 13, 2023
¿Qué opina de la propuesta de Vox de ilegalizar varios partidos políticos?
¿Qué sabe usted de las políticas de Vox con el PP?
¿Sería su plan también en Alemania devolver a las calles los nombres del Tercer Reich?
La verdadera amenaza para Europa es el avance de… pic.twitter.com/3OIdIvGv4z
Weber le hizo un gesto despectivo, algo así como "vete ya de aquí". Y cuando el alemán se levantó para replicar a Sánchez, éste le dio la espalda, y se fue.
Von der Leyen, efectivamente, cambió su actitud, anunció ella misma que la Comisión estaba "seriamente preocupada" con la proposición de amnistía y con "los otros pactos alcanzados en el marco del acuerdo de investidura" -es decir, las comisiones de investigación del lawfare contra jueces y fiscales en el Congreso-, y tras repetir como candidata, este jueves renovó como presidenta, en la votación de la Eurocámara.
"Ahora, toca que cumpla desde la Comisión, guardiana de los Tratados", apunta un alto cargo del PP español. "Veremos", concluye, con más deseo que confianza.
¿Habrá segundo aniversario?
Pero en Junts dicen estar muy seguros. "La ley se redactó para pasar el filtro europeo, y se corrigió en función de las resoluciones judiciales", apunta una fuente. "Los jueces del Estado han renunciado ya a lo del terrorismo y nadie cree [al magistrado Joaquín] Aguirre, el de la traición y la trama rusa... pero en lo de la malversación, ni se sostiene la interpretación del Supremo ni hay fondos europeos implicados".
Y pasados 12 meses, cumplidos los objetivos hasta ahora, ¿mantendrá Puigdemont a Sánchez en Moncloa esos tres años que el socialista aún le augura a su legislatura?
Según las fuentes consultadas, ni el presidente del Gobierno ni el mismo expresident fugado en Waterloo pueden saberlo.
De momento, quedan dos hitos para poder siquiera hacer pronósticos: que el 26 de agosto haya, o no, un Govern de Illa en Cataluña; y que los Presupuestos que ya elabora la vicepresidenta María Jesús Montero "contemplen el pacto fiscal, o el concierto, o la financiación singular, o el consorcio... o como lo quieran llamar".
Pero que signifique "un cambio del sistema" y 22.000 millones más al año.
Sin eso, "seguro", no habrá más apoyo. "Lo demostramos votando no a la amnistía el 30 de enero, hasta que se corrigió a nuestro gusto, y con los decretos del 10 de enero, somos creíbles".
Aquel día, Junts exhibió su fuerza: arrancó las competencias integrales en inmigración para Cataluña y una reforma de la Ley de Enjuiciamiento Civil que "entorpecía la amnistía".
Lo primero, hoy se le vuelve en contra a Sánchez, en plena emergencia con los menores no acompañados de Canarias. Lo segundo, obligó al ministro Bolaños a decir una cosa y la contraria en apenas un mes... y una tercera más, pasados seis meses.
Y desde aquel día, las advertencias de Puigdemont a Cerdán en las reuniones mensuales de Ginebra -ante los verificadores y el relator- empezaron a tomar cuerpo (legislativo): "No somos más listos que el PSOE, pero jugamos bien a su lógica de poder estatal... en nuestros parámetros, sin estar implicados en el Estado".
En estas semanas de aniversario, Junts ya ha avisado de que no prevé votar la reducción de jornada laboral si no hay acuerdo con las patronales. O de que no es favorable a las leyes "antifango" que anuncia Sánchez. O de que, evidentemente, tampoco apoyará la reforma de la ley de extranjería...
Y ahora que a la amnistía "le queda menos para su efectividad total", y con Vox alejándose del PP, a Puigdemont se le abre un escenario que hace (todavía) más creíble esa premisa de poder pactar con unos y con otros. "Que Sánchez no se fíe" de que le llegue el aire para otro año.