La Agenda 2030 de Naciones Unidas es clave para luchar contra la pobreza, eliminar el hambre en el mundo, luchar contra la desigualdad, facilitar el acceso a la educación y la salud, promover el acceso al agua y a la energía, luchar contra el cambio climático, preservar el medioambiente... No se trata de ser de izquierdas o de derechas, sino de defender la dignidad humana y eso no es patrimonio exclusivo de ningún partido político.
La Agenda 2030 establece una hoja de ruta para un mundo mejor, más humano, y más solidario en el siglo XXI. Tiene 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) que necesitan ser considerados como un todo y reflejan las tres dimensiones del desarrollo sostenible: el económico, social y medioambiental.
No hay que olvidar que la Agenda 2030 es universal y fue adoptada por Naciones Unidas en 2015. Refleja el compromiso de todos los países miembros de la ONU de tomar medidas para respetar de forma concreta la dignidad de todos los habitantes del planeta y para que nadie se quede atrás. Está basada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en el respeto del Derecho Internacional.
Cuando se adoptó la Agenda 2030, lograr sus objetivos parecía una tarea difícil, pero posible. Desde entonces, han pasado 8 años y muchas crisis: ya solo quedan 7 años para lograr su cumplimiento. Estamos a medio camino y los objetivos de la Agenda 2030 parecen más necesarios que nunca, pero cada vez más difíciles de alcanzar.
Para relanzar el impulso en el cumplimiento de la Agenda 2030, acaba de celebrarse en Nueva York la 2.ª Cumbre de los ODS (18 y 19 de septiembre) que ha adoptado una Declaración en la que los lideres de los gobiernos se comprometieron a tomar las medidas necesarias. El problema es que no es la primera vez que este tipo de declaración se queda en agua de borrajas.
Nos hemos enfrentado (y nos enfrentamos) a una serie de crisis en cascada como la pandemia del Covid-19, la guerra en Ucrania, la inflación y la inseguridad alimentaria que este conflicto ha generado, los avances del cambio climático y la pérdida de la biodiversidad, la crisis migratoria, así como la crisis de la cooperación internacional que lleva a un mundo sin reglas en el que la ley del más fuerte prevalece. Todos estos acontecimientos han tenido un efecto demoledor en el cumplimiento de la Agenda 2030.
Estamos a medio camino y la realidad no es muy alentadora. El Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, ha lanzado la voz de alarma varias veces y en su informe especial de 2023 sobre el progreso hacia los ODS, considera que estamos fuera de la pista (off track) para la mayoría de los ODS. Pongamos algunos ejemplos.
Aunque el ODS 1 aspira a eliminar la pobreza, en 2020 la pandemia hizo que millones de personas cayeran en la pobreza extrema (viviendo con menos de 2,15 dólares al día). Se estima que actualmente hay 670 millones de personas viviendo en pobreza extrema, aunque en 2030 habrá 575 millones.
A pesar de que el ODS 2 preconiza acabar con el hambre, el número de personas que pasan hambre en el mundo ha ido en aumento desde 2015 debido a la pandemia, los conflictos, el cambio climático y la creciente desigualdad. En 2015 había 589 millones de personas pasando hambre. En 2021, 768 millones. Y en 2030 se calcula que habrá 670 millones, más que en 2015. La guerra en Ucrania y las dificultades de exportación de los cereales ucranianos ha agravado la situación alimentaria en muchos países pobres.
La pandemia también ha tenido efectos muy negativos para la salud (ODS 3), exacerbando las desigualdades y poniendo en peligro la cobertura universal sanitaria. En 2021 alrededor de 4.500 millones de personas, más de la mitad de la población mundial, no tenía cobertura médica para atención sanitaria esencial. Además, la pandemia ha empujado a muchas personas a la pobreza por tener que pagar sus gastos médicos.
En cuanto al acceso a la educación (ODS 4), solo uno de cada seis países cumplirá con el objetivo de acceso universal. Se estima que en 2030 habrá todavía 84 millones de niños sin colegio y 300 millones de personas analfabetas.
La igualdad de género (ODS 5) es otro objetivo en el que hay un enorme retraso. Las mujeres de mi generación y las más jóvenes nacidas en este siglo no viviremos para verlo. Es desalentador ver que habrá que esperar 286 años para conseguir protección jurídica y el fin de la legislación discriminatoria. La situación de las mujeres en Afganistán o en Irán es un ejemplo muy doloroso de este tipo de desigualdad.
A pesar de que ha habido mejoras en el acceso al agua potable y al saneamiento (ODS 6), todavía hay miles de millones de personas sin acceso al agua potable, sin saneamiento ni higiene (lavado de manos). Cumplir con este objetivo requerirá multiplicar por 6 el progreso realizado en agua potable, por 5 el progreso en saneamiento y por 3 el progreso en higiene.
La emergencia climática y medioambiental avanza en todos los países a pesar de varios ODS que aspiran a detenerla: el ODS 12 (consumo y producción sostenibles); el ODS 13 (cambio climático), el ODS 14 (protección de los océanos) y el ODS 15 (protección de bosques y biodiversidad).
En particular, necesitamos actuar con urgencia para combatir el cambio climático y evitar una catástrofe climática. El aumento de la temperatura global ya ha alcanzado 1,1 grados centígrados y a este paso es probable que supere los 2 grados a finales de este siglo. Las emisiones de gases de efecto invernadero continúan subiendo y todos los países son muy vulnerables a los efectos del cambio climático, en particular los menos desarrollados.
La gente de bien de este país y del resto del planeta no puede quedarse con los brazos cruzados viendo cómo se desmonta una aspiración básica de cualquier ser humano: el derecho a ser tratado con dignidad.
***Carmen Marques Ruiz es embajadora del Pacto Europeo por el Clima.