En brazos de la mujer madura: Annie Ernaux vuelve con 'El hombre joven'
La nueva obra de la ganadora del Nobel materializa su coherencia ética y estética, su intención de hacer de lo íntimo una declaración de las desconcertantes y corrientes vidas humanas
30 marzo, 2023 01:51Leer a Annie Ernaux (Lillebonne, Francia, 1940), actual Premio Nobel de Literatura, es ir más allá de la anécdota y situarse en el centro de una experiencia humana directa y sin máscaras. El hombre joven es la radiografía de un amor, aparentemente trivial, entre una mujer madura y un estudiante treinta años menor que ella. Un eco familiar se genera en lo más subterráneo de las palabras de la escritora: “Los domingos por la tarde, cuando lloviznaba, nos quedábamos debajo del edredón y acabábamos por dormirnos o quedarnos medio amodorrados”.
De esa revelación intrascendente se pasa a recordar el cansancio de la madre, vendedora de ultramarinos, en los domingos con la tienda cerrada: “Así perdía yo la noción del tiempo e iba a la deriva entre una época y otra en un estado de semiinconsciencia”.
El joven estudiante de origen humilde despierta el pasado proletario de la protagonista, en ese momento ya una profesora burguesa; “soy una desertora de mi clase”, dirá Ernaux. Él es el portador de la memoria de un mundo anterior. “Con él recorría todas las edades de la vida, de mi vida”. Las miradas reprobadoras e incómodas de las gentes ante la diferencia de edad, una cincuentona y un hombre que podría ser su hijo, serían distintas si quien tuviera cincuenta años fuera un hombre, y su pareja una chica más joven.
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La narradora no se engaña: “Si estaba con un joven de veinticinco años, era para no tener ante mí, continuamente, la cara marcada de un hombre de mi edad, la de mi propio envejecimiento”. Frente al reflejo de su amante se siente joven y constata: “Los hombres lo sabían desde siempre, no veía por qué me lo iba a prohibir yo”.
Annie Ernaux ha obtenido en 2022 el Premio Nobel, y, anteriormente, el Premio de la Lengua Francesa por toda su obra, el Premio Strega, el Premio Renaudot, el Formentor y otros muchos, sin abandonar una escritura del “yo”, desasida de cualquier pretensión de exaltación o fuegos fatuos literarios. Sus textos son clínicos, austeros, a cuchillo; se ciñen a los acontecimientos, y por debajo de las historias, siempre biográficas, a menudo las mismas, desde distintos ángulos, fluye la corrosión de la autenticidad.
Los textos de Ernaux son austeros, a cuchillo; por debajo, fluye la corrosión de la autenticidad
La autora se observa a ella misma y plasma la realidad humana desentrañando, con una indefinible objetividad, el sexo, el aborto, la vejez, las desigualdades sociales, las relaciones de poder, las pasiones. En estas mínimas cuarenta y seis páginas la narradora no se presenta como un ser único, sino como una mujer cuyo contexto sexual, histórico y social está en diálogo con el resto de las gentes. “Yo me sirvo de mi subjetividad para encontrar y desvelar mecanismos o fenómenos más generales, colectivos”, afirma en La escritura como cuchillo (Cabaret Voltaire).
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Ya en su novela La ocupación, la historia de una ruptura y la narración meticulosa de un estado obsesivo de celos, la Premio Nobel narra la relación con un hombre joven. A juzgar por las descripciones sexuales similares, es muy probable que estemos ante el mismo amante, en uno de los rompecabezas de Annie Ernaux. La ausencia de sentimentalismo y la nitidez de las escenas de sexo son rasgos característicos de la autora francesa. “Del placer sexual lo he esperado todo, además del placer en sí. El amor, la fusión, el infinito, el deseo de escribir”, dice en La ocupación.
De nuevo, El hombre joven materializa la coherencia ética y estética de Annie Ernaux, su intención de hacer de lo íntimo una declaración de las desconcertantes y corrientes vidas humanas. En este pequeño texto, entre hechos triviales, se realiza una investigación rigurosa de una experiencia vital tal como discurre por el cuerpo y la mente de una mujer madura.