Annie Ernaux, un Nobel a una escritura del 'yo' a cuchillo
La novelista francesa ve en su vida el reflejo de los demás, y el público se ve reflejado en cada esquina de su autocontemplación, a veces dolorosa, avergonzada
6 octubre, 2022 16:52Annie Duchesne, conocida como Annie Ernaux nació en Lillebone, un pequeño pueblo de Normandia, en 1940. Sus padres emigraron a Yvetot donde, para salir de un medio obrero modesto, abrieron un ultramarinos adosado a un bar, al que acudían los trabajadores del lugar. En una mesa en la cocina familiar, entre las garrafas de vino, aprendió a escribir Annie Ernaux.
Todo su universo primero está concentrado en esas paredes del bar-tienda Lesur de la calle Clopart. Esos padres abriéndose camino con esfuerzo, de quienes se avergüenza y a quienes ama, el desprecio social de las niñas ricas del colegio privado al que acude, los viejos borrachos a quienes su padre atendía, o echaba del bar, están en el origen de su primera novela de 1974, Los armarios vacíos (Cabaret Voltaire) y en la gestación de La place, Premio Ranaudot 1984.
El sentimiento de desclasamiento en esos primeros años, en los que ella sacaba las mejores notas, y la sensación de estar fuera de lugar en todas partes configuraron una escritura autobiográfica personalísima. Por un lado, su pluma, como un cuchillo, declara Ernaux, emana desde las entrañas de la escritora, y por otro, hay una distancia de sí misma, como si se viera desde fuera. “Siempre quise escribir como si no fuera a estar cuando publicaran lo escrito. Escribir como si fuera a morirme y no hubiera ya jueces”, escribe Ernaux en las primeras líneas de La Ocupación.
[La escritora francesa Annie Ernaux, Premio Nobel de Literatura]
A menudo los nombres de los personajes de la escritora aparecen con una inicial, por ejemplo, el amante de La ocupación era W. Por un azar, quien esto escribe fue amiga de W., un entonces joven escritor francés. Como los caminos de la autoficción son inescrutables, el joven W. había escrito una novela llamada L’étreinte (Gallimard, 1997) en la que la mujer y amante era A.E, es decir Annie Ernaux. La réplica de la autora a la novela de su examante fue, cómo no, en forma de otra novela.
Volviendo a su trayectoria, en Ruán y en Burdeos realizó estudios de literatura y durante un tiempo fue profesora de letras en Cergy. La intercomunicación entre sus diarios y sus novelas es absoluta. Si ya en su primera novela apuntaba de pasada al aborto que sufrió en 1963, en su época de la universidad, fue mucho más tarde, en el año 2000, cuando publica El acontecimiento (Tusquets), la narración íntima de un aborto clandestino que vivió en soledad, en una sociedad que entonces penaba el aborto con cárcel.
Las pasiones y amores de Annie Ernaux se nutrirán de su material biográfico, siempre con su sentido de análisis a cuchillo, sin dejar un solo matiz fuera del libro. La mujer congelada (1981), Pura pasión (1992), La ocupación, El uso de la fotografía (2005), en colaboración con su pareja el fotógrafo Marc Marie, exploran y reconstruyen sus relaciones afectivas con distintos amantes, mediante una escritura que ella denomina “clínica”, parte integrante de su investigación íntima. “Yo siento esa escritura como un cuchillo”, dice Ernaux, en el libro-entrevista con Fréderic-Yves Jeannet L’écriture comme un couteau (2003).
Los años; Mira las luces, amor mio; Memoria de chica, han sido publicados en España por Cabaret Voltaire, que acaba de tener un gran éxito, ya que recientemente ha anunciado disponer de todos los derechos de la autora francesa. En los textos autobiográficos de Ernaux no hay un solipsismo narcisista como en otros autores franceses de autoficción. La novelista francesa ve en su vida el reflejo de los demás, y el público se ve reflejado en cada esquina de su autocontemplación, a veces dolorosa, avergonzada, confesional hasta el último rincón. Tal vez porque alrededor del 'yo' está siempre el mundo real, la sociología, las injusticias, las dificultades propias y ajenas, la lucha de clases, el dolor de las humillaciones, abandonos o perdidas.
[Annie Ernaux: el alma sin máscaras]
Annie Ernaux, premiada, entre otros muchos galardones, con el Premio de la Lengua francesa, el Premio François Mauriac, el Premio de la Academia de Berlín o el Premio Formentor, recibe ahora un merecidísimo Premio Nobel. “Yo aporto a la literatura algo duro, pesado, incluso violento, vinculado a las condiciones de vida, a la lengua de un mundo que fue absolutamente mío hasta los dieciocho años, un mundo obrero y campesino”, afirma Ernaux en La escritura como un cuchillo. Con 82 años, su obra realizada en silencio y sin concesiones a las modas, salvo los ruidos que por algún contenido, ajeno a ella, desató la prensa francesa, merece que el relato descarnado y, de algún modo, poético, de una vida, que es la vida de infinidad de gentes, tenga un alcance universal.