Elvira Roca Barea: "Todos estamos dispuestos a creer cualquier barbaridad"
Tras el éxito de Imperiofobia y leyenda negra la historiadora publica 6 Relatos ejemplares 6 donde recorre varias épocas y lugares de Europa con el protestantismo como trasfondo
25 mayo, 2018 02:00Elvira Roca Barea
Si en Imperiofobia y leyenda negra Elvira Roca Barea (El Borge, 1966) se preguntaba por qué surgen las imperiofobias, en 6 Relatos ejemplares 6 (Siruela) trata de romper con la visión monolítica impuesta por el protestantismo y sus mitos a lo largo de estas seis historias por donde desfilan personajes de épocas y lugares tan dispares como Ana de Sajonia, Lutero, Calvino, Lady Margaret Pole e incluso Shakespeare. Cuenta que lo suyo fue un tropiezo. "Si vas investigando en territorios que no son muy frecuentados históricamente te encuentras con historias muy fascinantes", explica. Relatos que no encajaban con el contexto de su anterior ensayo pero que merecían ser contados. "Entonces empecé a hacer una especie de fichero, con muchas de esas historias, y cuando terminé elegí seis y las junté".Pregunta.- Habla en su libro de una "lógica de la difamación y de la verdad", ¿cree que esa lógica se puede trasladar a nuestra sociedad hoy?
Respuesta.- Sí, sigue siendo el mismo mecanismo por el que resulta más fácil creer las mentiras. En general todos estamos dispuestos a creer cualquier clase de barbaridad porque creer es solo creer, mientras que la verdad es una construcción que necesita demostración y esfuerzo. Por eso nunca pueden competir porque la mentira tiene todas las armas para poderse perpetuar y crecer toda vez que no necesita nada más que ofrecer algo que es parte de la imaginación. Es creer, lo otro no es creer, no se basa en la fe. Por lo tanto no requiere esfuerzo intelectual de ninguna clase. La verdad va siempre muy desarmada frente a las mentiras.
P.- La historia, dice, la escriben los hombres... Llama la atención que 6 relatos ejemplares 6 empieza y termina con la historia de dos mujeres, Ana de Sajonia y Lady Margaret Pole, ¿creía que era importante reivindicar el papel de la mujer?
R.- Eso es porque el protestantismo aparece como una de las ideas o ideologías liberadoras de Europa y el primer efecto que tuvo fue dejar a las mujeres en una situación calamitosa. Fue necesario mucho tiempo para equilibrar la situación. El cristianismo, al instituir el matrimonio monógamo, lo que hizo fue protegerlas de las ventoleras de los hombres. Fíjate en Ana de Sajonia y en todas las mujeres de su familia. Como ellas, tropecientas... Las que no acabaron tan mal fue porque tenían familias poderosas que las protegían pero si no la situación de las mujeres durante aquel periodo era una cosa tremenda y en eso no nos fijamos. Todo era libertad, estupendo y moderno. No, perdona, costó reconducir aquella situación de que los hombres pudieran dejar a las mujeres y no devolverles sus propiedades o sus dotes si no lo consideraban conveniente. La reconstrucción legal de la situación de las mujeres llevó mucho tiempo en los territorios protestantes, donde quedaron en malísimas condiciones.
P.- Además con Lady Margaret Pole recupera el periodo de los Tudor, ¿considera que se ha idealizado demasiada aquella época?
R.- Es la época más filmada y más emocionante, más estupenda. Hasta nos gustan las historias de Enrique VIII matando mujeres. Fíjate si han friccionado bien el asunto que hasta nos resulta interesante. Imagina que hubiera sido un rey español...
P.- ¿Somos los españoles más propensos a idealizar al otro que a nosotros mismos?
R.- Nosotros no tenemos ninguna tendencia a idealizarnos a nosotros mismos sino justamente lo contrario. Si no tienes una culpa, búscatela. Eso es muy católico, ¿no? El periodo Tudor es un régimen del terror. Es horrible. Para que te hagas una idea, pasan de la docena las rebeliones que sufrió Isabel. Los criptocatólicos abundaban. Todos ellos estaban dispuestos a cortarle la cabeza a aquella reina. Ella tenía un pie fuera, dependía absolutamente de que el nacimiento de la iglesia anglicana se perpetuara. Y a partir de ahí todos los Tudor. ¿Por qué contamos esto? Porque los ingleses no se reconocen como tales hasta que crean su religión estado. Ese es el momento auroral. El momento mítico inicial de los ingleses. Ese momento es racional que sea maquillado, organizado y reconvertido en el momento cumbre, maravilloso y esplendoroso pero la realidad es que fue una época terrible de guerras civiles, de persecuciones religiosas y de pobreza. Hay cosas tremendas como la de la familia Plantagenet, la destrucción de toda la familia, unos detrás de otros. Hay más. No he contado ahí todo, fue un baño de sangre.
P.- ¿Se autocensuró?
R.- En el caso de los Plantagenet sí. Quité otros asesinatos porque ya había mucha muerte. Llegó un momento en que si seguía añadiendo muerto tras muerto, ya no era realidad, ¿no? Ya empezaban a ser demasiados y no se les veía. Me interesaba que impresionara la muerte de Lady Margaret Pole y el destino de su familia y entonces si me iba por los vericuetos de las ramas colaterales aquello no se acababa nunca.
P.- ¿Las series de televisión ayudan a perpetuar una imagen idílica, amable con la historia?
R.- Totalmente. Llevamos ya dos generaciones a las que las últimas series de la BBC les han educado sobre lo que tienen que pensar de Inglaterra. Y lo van a seguir pensando, toda la vida. Cómo que si educa, absolutamente. Ellos siguen haciendo ese trabajo de educación. Lo hacen para ellos mismos, para su propio país, y luego sirve para otros. Nosotros no, nosotros rodamos La peste y la contamos.
P.- ¿Por qué decidió introducir una historia de Shakespeare entre estos seis relatos?
R.- Porque la otra historia centrada en el Reino Unido era tremenda, la de Lady Margaret Pole, y porque todos los relatos no podían ser tan terribles como son. Realmente la historia de Shakespeare era prácticamente la única que se dejaba contar con amabilidad. Las demás eran todas horribles y no había forma de atenuar el horror.
P.- A lo largo de estos seis relatos desfilan las voces de un mayordomo, un carpintero, un propietario de una bodega... ¿Cómo fue la elección de estas voces narrativas?
R.- Con mucha dificultad. Lo siguiente que te planteas cuando sabes qué historia vas a escribir es quién la va a contar. Eso es muy complicado porque dependiendo de quién cuente, adquiere una arquitectura completamente distinta. He procurado también ahí usar voces narrativas diferentes pero eran seis relatos y cada uno exigía un abordaje distinto. Era un poco complicado. He intentado individualizar cada relato y que no fuesen la repetición de un esquema narrativo porque si no al tercero ya todo era muy pesado.
P.- Otro de los ejes centrales en estos textos es la religión, ¿la considera una parte importante en sus relatos?
R.- Es que la religión formaba una parte muy importante de la vida en los siglos XVI y XVII, era un componente esencial. Ahora es como una cosa marginal, no ocupa ningún minuto de nuestras vidas. En la vida del siglo XVI y XII la religión era el centro. Por eso las guerras fueron una cuestión de religión.
P.- En este sentido, menciona que es una vergüenza que el Vaticano emitiera unos sellos con la imagen de Martín Lutero, ¿por qué cree que la Iglesia querría homenajearle?
R.- Porque creo que hace mucho tiempo que la Iglesia se limita a sobrevivir y se pone perfil en toda situación. Seguramente esté a un paso de morir y actúe de esa forma que es suicida para los pueblos católicos. El hecho de que haya adoptado esa actitud de perro apaleado, que no se defiende, que acepta todo, ha dejado a los pueblos católicos en una situación de debilidad frente al Norte protestante y eso sí que es difícil de perdonar porque tenía una obligación con aquellos pueblos que permanecieron leales a Roma. La deuda que tiene con España es enorme, si no fuese por España quizás no existiría. Creo que en las circunstancias presentes los católicos españoles deberían plantearle a esa iglesia de parte de quién esta. Es de vergüenza que la Iglesia vasca ande pidiendo perdón al mismo tiempo que los etarras o las cosas que hemos visto de los obispos en Cataluña.
P.- Por último cuenta que se encontró muchas historias mientras escribía Imperiofobia y leyenda negra ¿qué se dejó fuera? ¿Hay algo de lo que deseara escribir en un futuro?
R.- A todo no se podía acudir. Hay muchas historias extraordinarias esperando a ser contadas. A ver si el personal deja de contar la historia de Hernán Cortés que lo tenemos muy visto y se pone a contar la historia de los arquitectos que trajeron el agua corriente. Y ahí está todavía funcionando. Como los romanos. Pues esos tíos también tienen derecho a la visibilidad. Y no eran conquistadores, eran técnicos muy capacitados. Si saco a gente del armario seguramente será a ellos. A ver si ya superamos de una vez el tema de los conquistadores. Cuántas ciudades se levantaron, cómo se abastecían de agua, cómo se organizaba la administración de justicia, cómo se cambió el sistema completa de transporte o cómo funcionaba el sistema de postas.
@mailouti