Un tango con Borges
Casa del Lector y la Fundación Jorge Luis Borges presentan unas grabaciones inéditas del escritor sobre el tango que verán la luz en un audiolibro. Aquí pueden escucharse algunas.
5 noviembre, 2013 01:00
1. El Gaucho
2. El origen del tango
3. Los lugares del tango
4. El origen humilde del tango
5. El origen del tango (2)
En la época en la que Borges era niño, los hombres bailaban el tango juntos. Se tocaban con las manos y, a veces, incluso daban algunos pasos agarrados. No estaba bien visto que las mujeres bailaran a estos sones, ni siquiera las de mala vida, que lo hacían sólo entre cuatro paredes, acompañadas de sus clientes, pero nunca en público. Más adelante, el tango cundió en Europa por la vía parisina y la nación argentina, tan esnob siempre, sacó pecho y presumió de su folclore. Entonces sí, entonces todas las mujeres y los hombres bailaron el tango en cada esquina. La anécdota la rescata en la Casa del Lector de Madrid María Kodama, la viuda del escritor, que junto a César Antonio Molina, director de la institución, ha presentado este martes unas grabaciones inéditas de Borges sobre el tango. Se grabaron en octubre de 1965, cuando Borges era ya una figura mundial, en el transcurso de cuatro tardes y en lugar no identificado de Buenos Aires. En ellas, cosa de magia, la voz lenta del escritor se impone al sonido ambiente (de fondo, una moto, el claxon de un coche, el rumor de la ciudad...) para desmenuzar la historia de una música que, se le escucha decir en uno de los cortes, "es un pensamiento triste que se baila".
Como no podía ser de otra forma, y aunque no estamos ante un hallazgo literario de enorme magnitud (sí la tiene en lo que respecta al conocimiento de su figura), Borges emplea su erudición y recurre a la estructura de El Aleph, como ha señalado Kodama, en el sentido de que parte del tema principal para abrirlo y llevarlo a otras cuestiones: "Parte del tango para ir a La Iliada, lo suyo no es una cosa rígida ni enclaustrada, sino unos hilos que se expanden a todo su universo cultural. Era una persona con una cultura y una memoria impresionantes". No en vano, la grabación está salpicada de sus vivencias personales y en ella se aprecian citas a Whitman, Homero, Mark Twain... Como ha declarado César Antonio Molina, en esta conferencia el tango es "una disculpa para hablar del mundo".
Molina, que ha insistido en la trascendencia del hallazgo, ha destacado algunas de las frases del discurso, como aquella en la que escritor se refería al tango de esta manera: "El pueblo no inventa el tango ni lo impone a la gente bien. Ocurre exactamente lo contrario: sale de las casas malas situadas en todos los barrios de la ciudad... había gente que las frecuentaba para jugar a la baraja, tomar un vaso de cerveza o ver a los amigos... Un argumento que da fuerza a esto son los instrumentos iniciales, que no son populares y corresponden a medios económicos superiores a los de los compadritos (violín, flauta y piano)". En otro momento, Borges concluye: "El tango ha llevado el nombre de Argentina por todas las partes del mundo".
El director de la Casa del Lector ha sido el encargado de estudiar estas cintas en las que Borges también canturrea y lee estrofas de canciones, unos documentos cuya transcripción verá la luz más adelante en una edición anotada que, avanza, incluirá algunas de las canciones que menciona. La historia de cómo llegaron a sus manos también tiene su literatura. En 2002, Bernardo Atxaga recibió un casete de un amigo, que a su vez lo había recibido de otro amigo que prometía que la voz que sonaba en él era la del autor de Historia universal de la infamia. Atxaga se la mandó al catedrático de Oxford y especialista y biógrafo de Borges Edwin Willamson, quien certificó que correspondían al escritor y que éstas eran inéditas.Tiempo después, Atxaga decidió donarlas a la Casa del Lector para su estudio. Al escucharlo, Molina tampoco dudó de su autoría y, cuando al fin pudo pasárselas a Kodama, hace sólo dos meses, ella también asintió: "Es él, a menos que exista un imitador perfecto".
A Borges le gustaban las milongas y el tango de la guardia vieja, porque no tenía letra, ha recordado Kodama, aunque luego ha reconocido que el narrador no era una persona en demasiado musical: "No era de sentarse a escuchar música. Le gustaba el jazz, la música de la Edad Media, el folclore griego, el japonés... pero, por ejemplo, de Beethoven decía que era demasiado ruidoso; de Chopin, que era muy sentimental. Y detestaba el tango cantado por Gardel por sus letras melodramáticas y lloronas", ha enumerado. Preguntada por otros textos inéditos de Borges, su viuda ha pronosticado el hallazgo de piezas de audio en el futuro, pero ha quitado hierro a los papeles espontáneos que aparecen de tanto en tanto: "No es significativo que aparezca un final de un cuento distinto como ocurrió hace unos meses, pues Borges corregía y corregía".