Blanca Portillo en un ensayo de '1936'. Foto: Rodrigo Mínguez

Blanca Portillo en un ensayo de '1936'. Foto: Rodrigo Mínguez

Teatro

'1936': la Guerra Civil que nunca se contó en el teatro llega al Vallé-Inclán

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El 19 de julio de 1936 todo estaba listo para inaugurar las Olimpiadas Populares de Barcelona, organizadas como protesta a los Juegos Olímpicos de Berlín comandados por Adolf Hitler, que se celebrarían apenas un par de semanas después. Se habían inscrito unos 6.000 deportistas de 22 países, además de germanos e italianos exiliados. Como en la Alemania nazi, la Novena sinfonía de Beethoven iba a ser el himno. Sin embargo, un día antes, el 18, se produjo el golpe militar que daría lugar a la cruenta Guerra Civil que duraría hasta 1939. “Sangre hubo, y mucha”, evoca sobre aquel periodo Andrés Lima (Madrid, 1961).

En un nuevo desafío artístico el dramaturgo y director teatral se ha propuesto escenificar nada menos que esos tres trágicos años bajo el título de 1936, obra que estrenará en el Teatro Valle-Inclán el 29 de noviembrenoviembre.

Un proyecto para el que vuelve a rodearse de los autores de sus dos Shocks –Albert Boronat, Juan Cavestany y Juan Mayorga–, y el mismo reparto –Antonio Durán, Alba Flores, Natalia Hernández, María Morales, Paco Ochoa, Guillermo Toledo y Juan Vinuesa–, al que se une en esta ocasión Blanca Portillo.

La idea de este montaje le rondaba a Lima desde hacía tiempo. “Es un tema que siempre me ha gustado porque es nuestra historia, y de lo que fuimos tenemos que aprender para lo que seremos”, confiesa a El Cultural. Pero fue después del estreno de Shock 2 (La Tormenta y la Guerra), cuando tras ver una de las escenas de Mosul destruido por las bombas, tomó la determinación.

“Aquello era igual a lo que fueron Guernica, Madrid o Barcelona, a lo que fue España en aquellos años, y tenemos la necesidad de saber más. Hemos tenido una educación en la que la Guerra Civil ha sido tabú. Tampoco recuerdo haber visto nunca en teatro una historia que intentara abarcar el conflicto de forma completa”, explica el director, que también aborda esta obra para “entender el resurgir actual de la ultraderecha y los fascismos”.

Un momento de '1936'. Foto: Rodrigo Mínguez

Un momento de '1936'. Foto: Rodrigo Mínguez

El punto de partida de 1936 es, precisamente, esas Olimpiadas Populares. Para ello, otra artífice clave de ShockBeatriz San Juan, ha convertido el espacio escénico en un estadio. Solo que en vez del ruedo circular de sus anteriores obras, aquí habrá una serie de tarimas que se unen y se separan para generar los diferentes escenarios de la guerra. 

Alrededor, la imagen se proyectará sobre “cortinas que se mueven”, en clara alusión a “la eclosión del cine y a los experimentos artísticos de los años 30, tanto cinematográficos como documentales”. A esta sala accederán los espectadores con esa primera escena que proyectará a uno y otro lado el estadio olímpico de Berlín y el de Montjuic.

“Me parecía interesante situar a la España de la Segunda República haciendo algo en respuesta al avance de Hitler y de las ideas fascistas que surgen con Mussolini, como las Olimpiadas Populares –cuenta Lima–. Es una buena puerta de entrada para comprender la dimensión internacional de lo que sucedió en nuestro país. Se considera que la Guerra Civil es el prólogo del gran conflicto global que será la Segunda Guerra Mundial y todos los elementos están ya sobre la palestra entonces”.

Respetando el orden cronológico, desde su inicio en aquel 18 de julio hasta el 1 de abril de 1939, la obra se ciñe a los acontecimientos del conflicto, aunque con algún que otro flashback para comprender aspectos como el origen del golpe militar o los inicios de Falange.

"Aunque parezca algo lejano la Guerra Civil sigue cerca y nos afecta directamente", Andrés Lima

“Mi idea era seguir el avance del ejército de Franco hasta el final de la guerra”, explica Lima que, junto a Boronat, ha cosido la dramaturgia de la obra a partir de la puesta en escena y los textos que habían elaborado previamente con Mayorga y Cavestany.

“A través de hechos históricos, desde la campaña en el Sur, subiendo por Extremadura hasta el Norte, intento reflexionar sobre el hambre y el terror en España, cuál es la relación de la Iglesia con el golpe de Estado o qué pasó en Barcelona durante la Revolución social. Ese es un poco el corpus de la ficción, relatar los hechos históricos a la vez que intentamos profundizar en qué era lo que sucedía en el país”.

Alba Flores, Natalia Hernández y Guillermo Toledo en '1936'. Foto: Rodrigo Mínguez

Alba Flores, Natalia Hernández y Guillermo Toledo en '1936'. Foto: Rodrigo Mínguez

“Más allá de cómo podía ser la Historia, mostramos también la vida real en el día a día –incide Boronat–. Esos relatos involucran más, con ellos podemos empatizar con izquierdas y derechas. Podemos compreder mejor a alguien muerto de miedo o de hambre. Andrés cree mucho en la emoción del teatro y hemos intentado combinar lo macro y lo pequeño. Lo político y lo íntimo”.

Desde lo que sucedía en batalla hasta lo que podía ocurrir en el dormitorio de un matrimonio durante los bombardeos de Madrid. “Por supuesto, –matiza el director–, faltan muchísimas cosas, porque es inabarcable. Todo es importante, pero he intentado coger lo imprescindible para ponernos en el lugar de un pueblo entero que está en una guerra civil, el más cruel de los conflictos”.

Tras casi tres años de documentación, lecturas y talleres para confeccionar la dramaturgia de 1936, con asesoramiento de historiadores como Ángel Viñas, Julián Casanova, Francisco Espinosa o Paul Preston, la función se nutre en gran medida de disertaciones y testimonios reales.

“La obra dura casi 4 horas y hay muchas partes que son discursos, entrevistas o textos historiográficos, pero hay otra parte que es ficcionable, y ahí es donde repartimos juego.Tanto Mayorga, como Cavestany y Boronat tienen una colaboración interesante, pero no solamente está la escena que escribe cada uno, sino el discurso de Azaña Paz, piedad y perdón, las palabras de Franco ante el ejército en Salamanca, o el famoso ‘No pasarán’ de la Pasionaria. Son documentos que engarzamos en una estructura dramática para que sean elocuentes teatralmente”.

“Dejamos que los personajes hablen, lo que han dicho eslo que hay –coincide Boronat–. La fuerza que tiene la responsabilidad de una persona con respecto a sus palabras en sucesos de este calibre es mucho más potente que lo que nosotros podamos añadir. Además, la Guerra Civil está llenísima de discursos muy elaborados. Primo de Rivera era un orador exquisito, con una capacidad de articular increíble. También Azaña. Y está bien escucharlos”.

Alba Flores durante un ensayo de '1936'. Foto: Rodrigo Mínguez

Alba Flores durante un ensayo de '1936'. Foto: Rodrigo Mínguez

En este aspecto, 1936 tiene mucho en común con Prostitución, la obra, escrita a cuatro manos junto a Boronat, que Lima estrenó en 2020. “Entonces como ahora, había una voluntad más de establecer un mapa que de dar respuestas o de cerrar temas”, comenta el dramaturgo.

Bajo esa pretensión, retumban las palabras de la soflama del general Mola de su 1936 después de Guernica: “Impídase la entrada a la Cruz Roja, a la prensa internacional y a toda persona no autorizada. Acordónese la ciudad cinco días. Cinco días deberían ser suficientes para retirar los cadáveres”.

"Hay más voluntad de establecer un mapa que de dar respuestas o cerrar temas", Albert Boronat

Es esa necesidad de teatralizar la guerra lo que le lleva a su director a plantearse cómo abordar la violencia sobre las tablas. “Para mí es uno de los aspectos fundamentales. Yo quería hacer una obra bélica sobre la guerra con un fin antibélico, como se ha hecho ya en muchas obras de arte, aunque en teatro no se da mucho. Toda la obra está impregnada de violencia, pero hay dos escenas que quería retratar en particular: la defensa de Madrid y la batalla del Ebro. Son dos momentos muy significativos e importantes en la guerra, y ese era uno de los grandes retos, cómo reflejar un episodio así en escena. Hay algo interesante en cómo contar la guerra y dar la sensación de que está sucediendo al mismo tiempo”.

La documentación ha sido clave para montar esta propuesta que permanecerá hasta el 26 de enero en el CDN. “Habría sido imposible realizar una obra como 1936 sin todo esto. Yo no sabía muchísimas cosas de la Guerra Civil y las pocas que sabía las he visto de otra manera –señala Lima–. Hay un montón de datos como, por ejemplo, de qué forma se financia el golpe, la intervención real de Alemania e Italia o la No Intervención, que conocemos por documentales, pero que en mi asignatura de Historia no estaban. Aunque parezca lejos, el conflicto sigue cerca y nos afecta directamente. Después hubo una dictadura que silenció todo, que ha retrasado 40 años el saber qué pasó. Esta obra es síntoma de que queremos hablar de ello”.

Andrés Lima y Blanca Portillo en un momento del ensayo de '1936'. Foto: Rodrigo Mínguez

Andrés Lima y Blanca Portillo en un momento del ensayo de '1936'. Foto: Rodrigo Mínguez

Con la voluntad de dialogar con nuestro presente y de responder a cómo nos enfrentamos hoy como sociedad a la herencia de aquellos años, 1936, en la que participa el Coro de Jóvenes de Madrid, nos devuelve a la actualidad desde el pasado.

“Al leer las transcripciones de las intervenciones en el Parlamento durante la Segunda República, impresiona ver hasta qué punto parecen de la semana pasada –comenta Boronat–. Uno siempre tiene la voluntad de hacer un teatro que dialogue con la contemporaneidad, pero en este caso los problemas, los argumentos, incluso el vocabulario, ya estaba allí. La cultura del bulo y la desinformación, por ejemplo, ya formaba parte del preludio de la guerra. Es como si estuviéramos en un pozo del tiempo. Eso es espectacular y terrorífico, sobre todo porque tenemos el spoiler, sabemos cómo acabó todo”.

La misma sensación nos transmite Lima. “Aterra darse cuenta de que el discurso ultra sigue siendo el mismo y que ha ido más allá en la xenofobia, la homofobia y en todas las ideas básicas del fascismo. Es una de las preocupaciones que arroja la función. Porque en España se impuso Franco a través de un golpe de Estado, pero ahora se les vota en las urnas. ¿Qué está pasando para que haya esa regresión hacia la ultraderecha?”.

Al frente de 1936, cómo no, un dictador. “Franco –aquí Vinuesa– es uno de los misterios de la Historia, como personaje y como persona. Cómo es posible que este ser con esta vocecilla y con esta poca presencia lograra mantenerse en el poder durante 40 años ejerciendo una férrea dictadura. Hay muchos elementos que lo explican, pero no deja de ser un poco misterioso”, se plantea Lima.

Sobre las tablas, un trabajo actoral camaleónico, sustentado por intérpretes que mutan y representan hasta diez personajes cada uno, carga con toda la historia. “Hay que hacer teatro con todo –concluye Lima–, porque el teatro aporta la emoción, la fantasía de que el público se ponga en el lugar del otro de una manera muy presente”.