'Nada', de Carmen Laforet, por primera vez en el teatro: la guerra íntima tras la Guerra Civil
- Llega al Teatro María Guerrero la primera adaptación escénica de la célebre novela existencialista, ganadora de la primera edición del Premio Nadal en 1944.
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Tras el éxito de Breve historia del ferrocarril español Joan Yago (Barcelona, 1987) y Beatriz Jaén (Madrid, 1988) reúnen de nuevo sus talentos para trasladarnos a la Barcelona de 1939 y a la España de posguerra, a ese “ambiente de gentes y de muebles endiablados” que evocó Carmen Laforet cuando apenas tenía 23 años en Nada.
En un tren algo distinto al de aquella otra obra y a medianoche, llega Andrea a la ciudad condal para estudiar su primer año de universidad. “Lo que estaba delante de mí –relata Laforet sobre este primer contacto– era un recibidor alumbrado por la única y débil bombilla que quedaba sujeta a uno de los brazos de la lámpara, magnífica y sucia de telarañas, que colgaba del techo. Un fondo oscuro de muebles colocados unos sobre otros como en las mudanzas. Y en primer término la mancha blanquinegra de una viejecita decrépita, en camisón”.
Un lugar hipnótico –el de las palabras–, opresivo y tenso, situado en la casa familiar de la calle Aribau, donde se hacinan sus tíos Román, Juan y Angustias, Gloria, la abuela y la criada Antonia.
“Nada es una novela evocadora y de gran potencia visual, muy conectada con las emociones. Una historia existencialista que habla sobre la construcción del individuo, el final de la infancia y el principio de la edad adulta de una manera muy cruda y descarnada, y a la vez muy bonita e incluso vitalista en algunos momentos”, cuenta Yago, integrante de La Calòrica, a El Cultural. “Este personaje que descubre que hacerse mayor es decepcionarse y a la vez es enamorarse y encontrar tantas cosas en la vida es uno de los aspectos con el que el espectador contemporáneo conectará con más fuerza".
Pero también, continúa, “es una gran novela política y sociológica que, sin decirnos apenas nada, nos habla muchísimo sobre las heridas abiertas inmediatamente después de la Guerra Civil española y además dibuja una relación entre dos personajes femeninos –Andrea y su amiga Ena–, de manera muy compleja e interesante”.
“Nada es la gran novela de la Guerra Civil y tiene la virtud de no mencionarla apenas", Joan Yago
Con un estilo rompedor, seco y cortante, pero a la vez de una belleza estremecedora, aquel título emblemático de nuestros años oscuros, escrito a principios de los 40, inauguró la lista del Premio Nadal en 1944.
“Es un antes y un después en la literatura española –señala Jaén al teléfono–. Es una novela perturbadora y oscura, nada complaciente, que, por otro lado, desborda pasión y coraje. Fue un acontecimiento en su momento y lo sigue siendo ahora porque es una historia de gran actualidad. Laforet es brillante, es de una sensibilidad, una belleza y a la vez una crudeza inmensas. Lo tiene todo”.
Barcelona, 1939
Hipnotizados por el potencial de esta historia y de su autora, en la versión escénica que plantean –del 8 de noviembre al 22 de diciembre en el Teatro María Guerrero–, tanto Yago como Jaén se dejan arrastrar por la narración y la multitud de temas que aborda la obra. Pero sobre todo por la arrolladora voz de su protagonista, “que nos conduce a conocer la Barcelona de la inmediata posguerra, una época de hambre, miseria y mucha precariedad”, afirma su directora.
Y es que, aunque su estreno será en Madrid, la producción del CDN proyectará en el centro de la capital, inevitablemente, un trocito de esa Barcelona, como un personaje más de la trama, con alguna que otra píldora en catalán.
“La propia novela también las aporta. Es un rasgo que les identifica en ese 1939 donde ya empezaba a no poderse hablar en catalán, aunque en algunos ámbitos un poco más íntimos, como en el seno de la familia o en la trastienda del Barrio Chino, todavía se hablara”, comenta Jaén.
Se trata esta de una época donde “las secuelas de la guerra son evidentes y durísimas, tanto en el paisaje como en la construcción de los personajes, en su estado mental y emocional –añade Yago–. Nada es la gran novela para entender nuestra Guerra Civil y tiene la virtud de no decir absolutamente nada sobre ella. Son poquísimas las menciones que se hacen al conflicto, pero está ahí y, de alguna manera, solo podemos entender sus efectos a través de los silencios y de las pocas cosas que la novela explica”.
Una puesta en escena coral
Si Andrea se encuentra atrapada en “ese ambiente endiablado”, Jaén lo aprovecha sobre el escenario, con una puesta en escena muy viva y muy coral, muy centrada en el reparto, con especial atención a la violencia de los miembros de unafamilia que se han visto atravesados por las consecuencias del conflicto y a la frescura de una juventud que anhela cumplir sus sueños.
“Pensé que tenía que partir de ahí para que ella pueda liberarse del peso de esa casa y de ese ambiente. Hay como una evolución hacia ese grito generacional que se abre paso a través de los muebles y las personas”.
En medio de una atmósfera irrespirable, en ese panorama que desluce la posguerra, está la voz de Andrea. “¿Cómo sobrevive una chica de 18 años a esos estragos? ¿Cómo sigue adelante y cómo los compañeros de universidad y de generación se convierten en su fuerza para conseguirlo?”, cuestiona Jaén.
Con un elenco liderado por Júlia Roch en el papel protagonista, Nada es, además, una historia sobre una amistad. “Evidentemente existe romanticismo –reconoce Yago–, pero nunca sabemos si es una relación que tenga que ver directamente con el deseo. Y esta complejidad, estos grises en los que se mueve, nos ayuda a entender muchas cosas. No es amor, pero tampoco amistad solamente. Laforet, de una manera valiente, jamás llega a definirla porque a veces las cosas son más complejas”.
"Lo estamos viendo ahora, ese querer acompañarse entre mujeres es una revolución", Beatriz Jaén
Una relación que se convierte en fundamental en suplante amiento escénico. “Esa amistad revolucionaria entre dos personas que se van a cuidar y a acompañar será esencial en la supervivencia de la protagonista. Es la manera que tiene ella de seguir, de quitarse de encima el lastre familiar y sus circunstancias”, opina Jaén.
Toda una revolución vital, en palabras de la propia Laforet, que hoy, más que nunca, adquiere una mayor pertinencia. “Son mujeres contándose lo que sienten y lo que les ha sucedido, queriendo volver a la amistad como lugar seguro... Ese querer acompañarse es una revolución. Es lo que nos da la fuerza para poder sentirnos comprendidas y apoyadas. Mira lo que ocurre ahora. Lo estamos viendo todo el rato. Qué importante es hablar entre nosotras, contarnos, acompañarnos. Es la fuerza vital. La propia Laforet valoró siempre mucho la amistad con sus amigas: Linka Babecka, Concha Ferrer, Elena Fortún...”.
Adaptada por primeravez al teatro, para esta versión escénica Yago, autor con La Calòrica de obras como Las aves o la reciente Le congrès ne marche pas, ha trabajado “mano a mano” con Jaén.
“Hemos intentado que no se note un punto de vista o una voluntad dramatúrgica sobre la adaptación, sino que la experiencia que tenga el espectador sea lo más cercana posible a la que tiene un lector que la lee, con todos sus ingredientes, su complejidad y sus claroscuros”, comparte el dramaturgo.
El desafío no es pequeño, con un ritmo de edición casi anual desde que se publicó, Nada se ha convertido en una de las novelas más apreciadas por los lectores. “Andrea –escribió Laforet en el prólogo de la edición de 1957– busca entre unos seres, en una atmósfera de vida desquiciada por las circunstancias, algo que su educación le ha dado derecho a esperar: una verdad en las convicciones, una limpieza en la vida, un ideal fuerte que le resuelva el sentido de la existencia”.
Y casi 80 años después de su publicación, también nosotros seguimos buscando las respuestas entre sus páginas y, ahora, en el teatro.