Algo está pasando, o más bien algo está sonando de manera bien acompasada, en el panorama de la música y cine nacional. Durante los últimos años, un buen puñado de cantantes, músicos y bandas de la escena musical independiente vienen vertiendo con talento y firmeza sus sonidos y melodías para diferentes largometrajes, conformando y afianzando esta unión artística dentro del panorama fílmico español.
Es algo que tarde o temprano tenía que pasar, dos mundos distintos pero complementarios entre sí, condenados a entenderse y que están viviendo una actualización generacional a la altura artística de los tiempos que vivimos.
Si miramos hacia el extranjero, la historia de las colaboraciones entre cineastas y artistas musicales ha sido realmente numerosa. La tradición y lista de ejemplos en esta práctica es muy extensa, desde la música experimental que creó Pink Floyd para la película de Michelangelo Antonioni Zabriskie point (1970) hasta, por ejemplo, la banda sonora de Arcade Fire para la película Her de Spike Jonze (2014), pasando por las crepusculares piezas musicales póstumas de Robbie Robertson (líder de The Band) para la banda sonora del último film de Martin Scorsese Killers of the flower moon, el caso más reciente.
En la historia del cine reciente destacan algunos tándems que a base de colaboraciones regulares van formando unos universos artísticos inseparables e imprescindibles, por ejemplo, los trabajos musicales de Nick Cave y Warren Ellis para las películas de Andrew Dominik (Blonde, El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford), los de Trent Reznor para David Fincher o quizá el mas destacado, por extenso, de los últimos tiempos, el conformado por Johnny Greenwood, guitarrista de Radiohead y The Smile.
Greenwood ha dotado a las últimas películas de Paul Thomas Anderson (Pozos de ambicion, The Master, El hilo invisible, Inherent Vice) de unos pasajes sonoros magníficamente definidos y tremendamente poderosos, convirtiéndole en uno de los músicos mas solicitados del momento, como también corroboran sus últimas bandas sonoras para las películas de Jane Campion (El poder del perro) y Pablo Larraín (Spencer).
En nuestro país, artistas como Silvia Perez Cruz, J de los Planetas, Julio de la Rosa, Maika Makovski o Maria Arnal pueden dar buena cuenta de cómo es adentrarse y sonorizar con voz propia los universos cinematográficos de directores como Benito Zambrano, Iván Zulueta, Alberto Rodríguez o Paco Plaza, conformando una nueva experiencia musical y diferente para el espectador.
Una de las bandas con más solera y práctica en este campo sería la de los madrileños Vetusta Morla, que han llevado su asociación junto al cineasta Manuel Martín Cuenca para aportar sus sonidos y melodías a los dos últimos largometrajes de éste: La hija (2021) y ahora El amor de Andrea, que se estrena la semana que viene.
Juanma Latorre, guitarrista de la banda y principal responsable de la banda sonora, cuenta su experiencia: "Él llegó a nosotros porque había algo en nuestra música que le gustó mucho para poder arropar las imágenes de La hija: los detalles más ambient, determinados colchones de sintes o sonidos procesados que habíamos utilizado en nuestro disco Mismo sitio, distinto lugar. Nos pasó el guion y nos pusimos a trabajar en algo que no habíamos hecho nunca. Tuvimos que aprender rápidamente todos los entresijos y necesidades que el medio requería, fue un proceso relativamente fácil y es un mundo de arreglos ambientales que acabó funcionando bastante bien".
"Manuel también nos pidió componer una pequeña nana atemporal, casi de posguerra, que aparecería en la secuencia final y finalmente desembocó en la canción "Reina de las trincheras" y que posteriormente arreglamos entre toda la banda y fue cantada por Pucho. Acabó siendo la canción original de la película", continúa Latorre, y cuenta su experiencia en El amor de Andrea: "Volvimos a repetir con él gracias al buen entendimiento que tuvimos, aunque para esta banda sonora todo ha sido radicalmente distinto".
Al ser esta una película más costumbrista y cotidiana que la anterior, además de estar contada de una manera más cruda, tuvieron que cambiar de registro: "Nuestro lenguaje musical suele ser más épico, grandilocuente y lleno de reverb, por lo que en ese sentido fue un reto mayor que el de la película anterior. Así que tomamos ciertas decisiones para utilizar determinados instrumentos que no estuviesen ni amplificados ni procesados y poco a poco fuimos encontrando ese pulso de folk tradicional que tan bien encajaba en la película, representando esa ciudad de Cádiz como cruce de culturas. Nos asustó un poco alejarnos de nuestro centro de gravedad permanente pero estamos muy contentos con el resultado", relata Latorre.
En Vetusta Morla no se da ninguna puntada (artística) sin hilo y, tal y como reconoce Pucho, su vocalista, "para El amor de Andrea la idea era un poco ir creando distintas capas y líneas musicales que apareciesen a lo largo de toda la película y que acabasen confluyendo en la canción final homónima [compuesta conjuntamente por Juanma y Guille] que interpreto junto a la magnífica voz de Valeria Castro. De esta manera nos parecía que quedaba todo más estructurado y entrelazado".
Todo a la vez en todas partes
Pero la casualidad ha querido que Latorre no solo estrene una banda sonora, sino dos en el mismo fin de semana, porque también es el responsable principal de la música original de la película Teresa, donde aparte de componer la canción principal ("La lengua en pedazos") junto a la inmensa Rocío Márquez, ha revestido el filme con todo tipo de sonidos variados.
"En esta película todo ha sido un festival de luz y de color con música barroca. Estuvimos también grabando en una iglesia con un coro de Barcelona experto en polifonía. Luego estuvimos alterando el sonido, todo para representar la parte musical de la santa, la mística, la monja", cuenta el músico. "Y para la parte más terrenal y humana del personaje utilizamos instrumentos tradicionales de percusión castellana como panderos cuadrados, sartenes... y una parte más de sintetizadores y manipulación sonora, que es a lo que estoy más acostumbrado, más que nada por pisar un poco de terreno más firme (risas)".
Y por si todo esto no fuera suficiente, ahora mismo está inmerso en la composición de una nueva banda sonora junto a su gemelo compositivo y compañero de banda Guille Galván para la nueva película de Paula Ortiz, Hildegard, que tratará sobre el caso real eugenésico de una mujer que crio a una niña para convertirla en la perfecta revolucionaria durante la Segunda República, todo un reto sin duda y una medalla más que añadir a la ya intensa y variada experiencia musical de este compositor.
Y continuando con artistas musicales con universos sonoros propios y poderosos llegamos inevitablemente a Maika Makovski, la compositora y cantante macedonia-mallorquina que, aparte de su extensa producción musical con sus bandas dentro de la escena independiente, ya fue la responsable de la banda sonora de algunas obras de teatro de Calixto Bieito como Desaparecer o Forest.
Maika es, sin duda, una de las mujeres con mas talento de la música independiente nacional, si no la que más. Prácticamente no se le resiste ningún instrumento (guitarra, banjo, piano, batería, bajo…) y es una vocalista superdotada e insobornable que goza de un reconocible prestigio dentro de la escena musical. Así que de alguna manera (también presentó el programa musical La Hora Musa en TVE) era inevitable que tarde o temprano decidiese probar suerte en el mundo cinematográfico vertiendo todo su buen hacer y contribuyendo con una atmósfera asfixiante e inquietante a la película de Paco Plaza Quien a hierro mata (2019).
"Paco me contactó porque había estado escuchando algunas de mis canciones mas experimentales mientras encontraba las localizaciones de la película y quería ese universo sonoro para ella. Afortunadamente es un tipo encantador y supergeneroso y, tras algunas complicaciones técnicas, acabamos dándonos cuenta de que yo no podía hacer una banda sonora de manera tradicional", recuerda Maika.
"No fue un proceso fácil técnicamente hablando, pero finalmente encontramos la vía con la que yo me sentía más cómoda, esa es la manera en la que siempre he trabajado en el teatro y es la manera en la que acabé trabajando para esta banda sonora. Yo estoy muy contenta sobre todo con la segunda parte de la película, donde suena todo más crudo y donde creo que mis ideas están mejor expuestas. Trabajar con Paco ha sido fantástico", asegura.
Para reforzar musicalmente esa sensación tan inquietante y agobiante que tiene la película y llevarla a un nivel más alto, Maika se basó sobre todo en los réquiems, en "esa cosa tan solemne que tienen y sobre todo en las atmósferas de Henry Purcell, el compositor barroco". "Al ser una historia que transcurre en Galicia —continúa Maika— quería que hubiese una representación del sonido local y ahí es donde utilizamos la zanfona, un instrumento tradicional que tiene algo chirriante y muy primitivo que es precisamente lo que cuenta la película: cómo se pueden desatar ciertos instintos primitivos cuando se pulsan determinados botones en situaciones límite".
Y siguiendo con la estela de cantantes atrevidas y talentosas, es también muy reseñable el caso de la catalana Maria Arnal, una habilidosa y multidisciplinar vocalista y compositora, autora de la canción original del documental Alteritats (2023) y de la banda sonora del filme independiente Quest, que siempre está dispuesta a participar en diferentes propuestas de artes escénicas y experimentos vocales. Ahora mismo se encuentra inmersa en plena banda sonora de Polvo serán, la próxima película de Carlos Marques-Marcet. Una tragicomedia de corte musical protagonizada por Ángela Molina con distintos números musicales coreografiados por la compañía de danza contemporánea La Veronal.
"Es un proyecto ambicioso y arriesgado en el que me está gustando mucho participar. Desde el principio quisimos que los números musicales no fuesen canciones al uso, sino que tuviesen amplitud vocal y estructural. Para ello he utilizado una paleta de sonidos muy mínimal: percusiones, sonidos ambiente reorganizados y voces mías, de las actrices y del coro. Es una película oscura por el tema que trata y creo que hemos encontrado un tono muy interesante", relata María.
"Es la primera vez que me ocupo de todos los aspectos: composición y producción. Carlos y yo tenemos una relación muy cercana desde hace tiempo y eso ha sido vital para que me atreviese a ello. Hacer películas me parece una locura y en abril espero que podamos terminar las mezclas. Desde el principio la música ha estado en el centro, sobre el que se ha construido el resto del proyecto. Primero se hicieron las canciones y después se hicieron los números musicales, he tenido libertad total y solo he tenido que hacer algunos ajustes posteriormente".
Sobre su naturaleza transdisciplinar, Maria cree que "en realidad no estoy hecha solo para hacer canciones al uso y grabarlas en discos, me encanta ponerme en situaciones muy distintas siempre al servicio de la música y me llegan propuestas a las que no puedo decir que no porque son, como esta, tremendamente interesantes".
Una vez disuelto el dúo musical que compartía con Marcel Bagés, María se encuentra también inmersa en su nuevo álbum en solitario para el año que viene, pero parece que no tiene ninguna prisa. "Hay una cosa que me pregunto. Que haya tantas canciones y tanta gente haciendo canciones es maravilloso, pero entonces me planteo: ¿el mundo necesita una canción más o solo lo necesito yo? Entonces lo haré cuando realmente lo necesite. Quiero hacerlo solo cuando sienta que está listo".