Nick Cave es un tiburón condenado a nadar eternamente para no hundirse. De escenario en escenario, de disco en disco, de libro en libro, el músico y escritor australiano vive concentrado en el trabajo. Considerado por unanimidad como uno de los mejores cantautores de todos los tiempos, en la estirpe de Leonard Cohen, PJ Harvey y Tom Waits, Cave (Warracknabeal, Australia, 1958) regresa a España por partida doble: este viernes actúa junto a su banda The Bad Seeds en la primera edición del festival malagueño Cala Mijas, y el próximo lunes ve la luz Más extraño que la bondad, un lujoso libro para coleccionistas editado por Sexto Piso que nos conduce a las profundidades de su atormentado e hiperactivo universo creativo.
Cave arrastra una pesada mochila de tragedias que nunca acaba de llenarse. La última piedra, el pasado mes de mayo, fue la muerte de su primogénito, Jethro Cave, a los 21 años. Diagnosticado de esquizofrenia, el chico acababa de salir de la cárcel por haber agredido a su madre. Siete años antes murió otro de sus hijos, Arthur, a los 15. Se despeñó por un acantilado tras consumir LSD por primera vez.
Antes de eso hubo más. Cave consiguió desengancharse definitivamente de la heroína después de una larga adicción en los años 80 y 90. Pero el primer golpe contundente ocurrió antes: la muerte de su padre en un accidente de coche. Nick tenía 21 años y estaba detenido en el calabozo por robo la noche en que su madre le comunicó la noticia. Poco después, Cave abandonó Australia y se instaló en Londres con sus compañeros de The Birthday Party. Era su etapa punk y agresiva. Aún quedaba mucho para su transformación en un lírico y oscuro cantautor.
Canibalismo emocional y religión
Acostumbrado a que la muerte se lleve a sus seres queridos, el gran mérito de Nick Cave ha sido usar todo ese bagaje de traumas y pérdidas como materia prima para su obra, sin caer en la autocompasión. Si en la película 20.000 días en la tierra, a medio camino entre la ficción y el documental, se confesaba un “caníbal” que se alimenta de otros seres humanos (sobre todo de Susie, su mujer desde hace más de 20 años) y los escupe en forma de canción, se podría decir lo mismo de la manera en que digiere su propia tristeza. Su obra se ha convertido en una terapia sanadora que comparte con el mundo.
La rutina (desde hace muchos años escribe cada día con un horario de oficina) y un elevado ritmo de producción le ayudan a seguir adelante. En 2021, Cave publicó Carnage junto a su actual mano derecha, Warren Ellis, miembro de su banda de acompañamiento, The Bad Seeds. Antes que él, Cave se apoyó en otros lugartenientes: Roland S. Howard, Mick Harvey, Blixa Bargeld. Relaciones creativas profundas y complejas que acabaron mal (¿más ejemplos de canibalismo emocional?). Pero Ellis sobrevive. Junto a él, Cave ha compuesto numerosas bandas sonoras en los últimos años, entre ellas las de Comanchería y la de Blonde, el biopic de Marilyn Monroe que protagoniza Ana de Armas y que se va a estrenar estos días en el Festival de Venecia.
El último trabajo discográfico de Nick Cave, publicado hace solo dos meses, es Seven Psalms (Siete salmos), un disco de spoken word acompañado de una tenue música ambiental con el que busca el consuelo y el perdón de Dios. De niño, Cave fue miembro del coro de la Catedral de Wangaratta, su ciudad natal, y acudía a la iglesia dos o tres veces por semana. Eso explica que la Biblia haya sido siempre una fuente de inspiración para sus canciones. “Nunca me he considerado un verdadero cristiano, pero la Biblia siempre me ha hablado de un modo en que otros textos religiosos no me hablan. No sé hasta qué punto esto tiene que ver con la nostalgia y con revivir mi infancia o se debe solo a la majestuosidad de los propios textos”, explica Cave en las notas que contextualizan los materiales que componen la colección de memorabilia que es Más extraño que la bondad.
El inventario creativo de Cave
Más extraño que la bondad toma prestado el título de la canción “Stranger Than Kindness”, una de las canciones favoritas de Cave. La escribió a mediados de los años 80 Anita Lane, compañera profesional y sentimental en los años locos de The Birthday Party que también ha fallecido recientemente.
El libro nació como catálogo extendido de la exposición homónima producida en 2020 por la Real Biblitoeca Danesa y nos muestra en crudo, como un diario íntimo y visual, los elementos que nutren el proceso creativo de Cave, y también sus primeros resultados. El propio Cave lo define como “el material del que nace y se alimenta la obra oficial”. “Detrás de la canción hay una cantidad enorme de cosas secundarias: dibujos, mapas, listas, garabatos, fotos, cuadros, collages y borradores, cosas que son propiedad del artista, secretas y sin terminar”.
“Estas cosas —continúa el artista— no deben considerarse tanto obras de arte como la superestructura alucinada y compulsiva que da a luz a la canción o al libro o al guion o a la partitura”. En este muestrario encontramos de todo. Numerosos manuscritos, su máquina de escribir, un ejemplar de su primera novela, Y el asno vio al ángel, dibujos hechos con su propia sangre en su época de heroinómano, fotografías de su infancia y juventud, estampitas religiosas, un busto de Jesús que compró en un mercadillo de Buenos Aires o tres mechones de pelo que compró en otro de Berlín.
Por su parte, los garabatos de mujeres desnudas que dibuja compulsivamente en habitaciones de hotel sirven para explicar la manera en la que funciona su mente: “Es un hábito compulsivo que tengo desde mi época escolar, y tengo miles de estos garabatos por todas partes. No tienen ningún mérito artístico: son más bien una prueba de una especie de pensamiento ritual e incontrolable, no muy distinto al acto de escribir, en realidad; simplemente me siento cada día y escribo. He condicionado mi cerebro para que funcione de ese modo. Es la mente aplicada que se limita a hacer su trabajo, al margen de la inspiración”.
Caída y resurrección en cinco fases
El libro comienza con “Una historia destrozada”, un breve texto en el que Cave define sus cinco fases vitales. Uno: la construcción de la propia identidad. “Te conviertes en una encarnación heroica y única tanto de las cosas que aprecias como de las que te generan dolor”. Dos: llega la tragedia. “Eres una ilusión, y el acontecimiento te destroza, dejando una gran cantidad de piezas sueltas”. Tres: el colapso. “Las piezas que formaban parte de ti se alejan rodando”. Cuatro: la reconstrucción, lenta y dolorosa, hasta convertirse en “algo que te parece completamente ajeno, y que sin embargo es reconocible sin ninguna duda y al instante”.
Cave se ha vuelto cada vez más cercano a sus seguidores en los últimos años, apoyándose en ellos para seguir adelante. Incluso abrió una sección en su página web en la que intercambia impresiones trascendentales con ellos y responde a sus preguntas. La quinta y última fase de su “historia destrozada” lo explica así: “Te pones en pie de nuevo, rehecho [...]. Te has convertido en un nosotros, y nosotros somos todos los demás: una inmensa comunidad con un potencial impresionante que sostiene el cielo en lo alto con nuestro sufrimiento, que mantiene las estrellas en su lugar con nuestra ilimitada alegría, que sitúa a la luna al alcance de nuestra gratitud y nos coloca en el lugar de lo divino. Juntos, renacemos”. Un milagro que volverá a producirse este viernes, sobre el escenario del Cala Mijas.