El arte bicéfalo de la Transición
El Museo Reina Sofía explora en Poéticas de la democracia la relación entre arte, política, oficialidad y contracultura en los años previos a la Constitución
4 diciembre, 2018 01:00Vista de la exposición Poéticas de la democracia. Foto: Joaquín Cortés / Román Lores / Museo Reina Sofía
Durante la Transición, el arte español no quiso ni pudo mantenerse al margen de las turbulencias políticas. En 1976 Juan Genovés fundió a las dos Españas en El Abrazo, Agustín Ibarrola pidió Amnistía con un gran lienzo de barrotes rematados con una cerradura, Eduardo Arroyo plasmó con ironía una Ronda de noche con porras y el Equipo Crónica denunció las últimas ejecuciones del franquismo con la serie Paredón. Son solo algunos ejemplos de la crónica oficial del arte español de aquellos años, una página en la que además de estos nombres figuran los de Antonio Saura, Luis Gordillo o Antoni Tàpies. Pero hubo además todo tipo de manifestaciones artísticas no institucionalizadas, ligadas a la naciente contracultura, que quedaron en un segundo plano.En la semana en que se celebran los 40 años de la Constitución Española, el Museo Reina Sofía presenta una panorámica del arte español de los años inmediatamente anteriores al nacimiento de la Carta Magna, a través de la exposición Poéticas de la democracia. Imágenes y contraimágenes de la Transición, resultado de una década de investigación por parte del departamento de colecciones del museo, y con más de 250 obras de diversos formatos (pintura, vídeo, cine, fotografía, cómic, documentos e instalaciones) procedentes en su mayoría de los propios fondos del Reina Sofía.
La exposición, inaugurada este lunes por los reyes y abierta al público desde el próximo miércoles 5 de diciembre, está coorganizada por el museo, Acción Cultural Española y las Cortes Generales y se relaciona con El poder del arte, otra muestra que celebra de manera más específica el 40.° aniversario de la Constitución y que puede verse en el Congreso de los Diputados y en el Senado.
Protagonismos y márgenes
Como indica su título, Poéticas de la democracia. Imágenes y contraimágenes de la Transición es una panorámica "bicéfala" -en palabras del director del museo, Manuel Borja-Villel-, que recoge esa dualidad entre "la gran pintura de grandes autores" como los arriba mencionados, y el resto de manifestaciones de las incipientes subculturas urbanas con especial hincapié "en lo participativo, reivindicativo y colectivo"."Frente a una visión del arte institucionalizada y muy patriarcal, que recogía la luz de todos los focos, había manifestaciones que respondían a una visión más moderna, en penumbra, relacionada con las tribus urbanas, la juventud, los movimientos feministas, la antipsiquiatría y todo aquello que se separaba de la norma", explica Borja-Villel.
Eduardo Arroyo: Ronda de noche con porras, 1976
La España "no oficial" en la Bienal de Venecia de 1976
El 27 de septiembre de 1975 el régimen de Franco llevó a cabo sus últimas ejecuciones de penas de muerte, lo que generó una oleada de protestas en la comunidad internacional. Al año siguiente, la Bienal de Venecia de 1976 exhibió en la sala grande de su pabellón central la serie Paredón, del Equipo Crónica. En los seis lienzos había varios elementos repetidos: la hoja del calendario que marcaba el día de las ejecuciones, una tapia, una paleta de pintor hecha pedazos y un rostro con los ojos tapados.Las obras formaban parte de la exposición "no oficial" que el director de la bienal, Carlo Ripa, encargó a un comité de expertos con el objetivo de armar un relato sobre el arte español de las cuatro décadas anteriores alternativo al del régimen franquista. La llamada "comisión de los diez" estuvo liderada por los historiadores Tomás Llorens y Valeriano Bozal e integrada por Oriol Bohigas, Alberto Corazón, Manuel García, Agustín Ibarrola, Antonio Saura, Rafael Solbes, Antoni Tàpies y Manuel Valdés. El proyecto surgió gracias al apoyo del pintor Eduardo Arroyo, que residía en Italia y era miembro de la Comisión de Artes Visuales de la Bienal de Venecia. Mientras tanto, el pabellón institucional de España permaneció cerrado, ya que la Bienal de Venecia se había convertido en aquellos años en "un altavoz antifascista", explica Lola Hinojosa, una de las comisarias de la exposición del Reina Sofía junto a Rosario Peiró, Cristina Cámara y Germán Labrador.
42 años después, como en un juego de muñecas rusas, el Museo Reina Sofía ha tomado aquella exposición, titulada España. Vanguadia artística y realidad social (1936-1976), como principal referencia para armar la primera parte de su muestra Poéticas de la democracia. Los responsables de la exposición han realizado, según Borja-Villel, "una labor arqueológica" para reproducir de manera casi exacta la sala principal de aquella exposición que trazaba un recorrido por el arte de la República, siguiendo por las prácticas artísticas relacionadas con el antifranquismo y desembocando en los propios artistas organizadores, a quienes la muestra dedicaba el mayor espacio y representación, en la sala central del pabellón italiano, lo que generó muchas críticas por parte de los movimientos y artistas que habían quedado fuera de la selección.
Mari Chordà: La gran vagina, 1966
Mujeres y jóvenes, protagonistas de la contracultura
Para la segunda parte de la exposición los organizadores han tenido que lidiar con el hecho de que las prácticas artísticas de la contracultura "se adaptan difícilmente al espacio del cubo blanco del museo", como reconoce Hinojosa. No obstante, se ha tratado de "ubicar al visitante en la calle, en la noche, en los bares, en los ateneos y en los conciertos, donde la contracultura se desarrolla completamente al margen de la institucionalidad". En este bloque expositivo cobran fuerza las mujeres y la juventud. "Son los sujetos que mejor encarnan el espíritu rupturista que supuso la contracultura en el momento de la Transición". Del arte vinculado al movimiento feminista se exponen obras de Mari Chordá, fotolibros de Colita, un cómic de Elsa Plaza y documentación sobre las actividades del bar-biblioteca LaSal, del Raval de Barcelona.Obras de todo tipo contribuyen a completar una estampa de conjunto de la España de la época: películas como La cabina, de Antonio Mercero, Deprisa, deprisa, de Carlos Saura, o Entre tinieblas, de Pedro Almodóvar; las fotografías de Alberto Schommer a los principales candidatos políticos del momento (entre ellos, Felipe González, Manuel Fraga y Adolfo Suárez); ejemplares de las revistas Ajoblanco, Vindicación Feminista o Euskadi Sioux; la instalación de Carlos Pazos Ni se compra ni se vende, que cuestiona el modelo de familia tradicional; obras de artistas como Ceesepe o Raimundo Patiño que ironizan sobre las costumbres sociales más conservadoras; o la sala dedicada a las protestas ciudadanas de la incipiente democracia, inmortalizadas por fotógrafos como Pilar Aymerich, Anna Turbau y Manel Armengol. Por último, la sala 1978 está dedicada al referéndum sobre la Constitución, y en ella se exhiben carteles de distintas asociaciones políticas pidiendo el sí o el no, junto con varias versiones de la Carta Magna.
Vista de la exposición. Foto: Joaquín Cortés / Román Lores / Museo Reina Sofía