Alberto Conejero: "La edad nunca puede definir una generación"
Alberto Conejero. Foto: Luis Parejo
¿Qué libro tiene entre manos?
La más que viva, de Christian Bobin, y La imagen que falta, de Pasqal Quignard. Dos libros sobre la conjura de la ausencia y el sortilegio de lo que ya no existe o nunca existió.
¿Qué libro abandonó por imposible?
Como dijo el bachiller a Don Quijote: no hay libro tan malo que no tenga algo bueno.
¿Con qué personaje del mundo de la cultura le gustaría tomar un café mañana?
Con Israel Galván. Tengo una idea para soñarla juntos.
¿Recuerda la experiencia cultural que le cambió su manera de ver la vida?
Unas Bacantes en Segóbriga a la que nos llevaron con el Instituto y la lectura de Bodas de Sangre también por entonces. Me perdieron para el teatro.
¿Una obra de teatro que le haya dejado clavado en la butaca últimamente?
Yogur Piano, de Gon Ramos. Es de esas producciones de trinchera de pequeño formato e inmenso vuelo. Tiene uno de los finales más hermosos que he visto.
¿Entiende, le emociona el arte contemporáneo?
Me emociona cuando lo entiendo y aún más cuando no lo entiendo, cuando me reclama algo que yo aún no tengo o me devuelve algo que creía perdido.
¿Cuál ha sido la última exposición que ha visitado?
La de Georges de La Tour en el Prado. Y me quedo con las ganas de poder viajar a Bilbao para vivir las celdas de Louise Bourgeois.
¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?
De Juan Gatti, por ejemplo.
¿Qué ha supuesto La piedra oscura en su carrera?
Un generoso avituallamiento que me han regalado los espectadores para seguir en esta carrera de fondo.
Rinconete y Cortadillo, Perlimplín, Proyecto Homero… ¿Ha llegado a sentirse ubicuo?
Son versiones que he escrito en tiempos distintos pero que han coincidido en la cartelera.
¿Cómo ve la nueva hornada de dramaturgos españoles? ¿Cuáles son sus características?
Quizá debamos evitar las autopsias de lo que está vivo y transformándose pero los que escribimos ahora para el teatro compartimos el mismo horizonte. Y es el de la España del 21% de IVA cultural y del hachazo a la educación pública, la de esta Europa que se descompone y la de un mundo cada vez más líquido, virtual y áspero. Creo que la edad nunca puede definir una generación. Sanchis Sinisterra, por poner un ejemplo, es mucho más contemporáneo que muchos jóvenes autores.
¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?
Sigo atento a aquella que dialoga con la obra y construye, la que se escribe desde el rigor, la dedicación y el respeto. Estoy aprendiendo también a distinguir lo que es crítica de lo que es opinión. Y a entender que algunas de estas opiniones, especialmente en la red, vienen con turbias hipotecas privadas y aranceles oscuros.Como Ulises, uno debe permanecer anclado al mástil de la escritura mientras oye las sirenas del elogio o la reprobación.
¿Qué música escucha en su casa?
Esta mañana sonaron Jaroussky, Cole Porter, Marifé de Triana, Silvia Pérez Cruz y Manel. En la música, casi todo.
¿Es usted de los que recela del cine español?
No, en absoluto. Pa negre, El último caballo o Amanece que no es poco, por citar sólo tres, se encuentran entre mis películas preferidas.
¿Recuerda la película que más veces ha visto?
Ser o no ser de Lubitsch.
¿Qué libro o qué obra de teatro le recomendaría al presidente del Gobierno?
¿Al presidente en funciones? España, sueño y verdad de María Zambrano.
¿Le gusta España? Denos sus razones.
Me gusta la España luminosa que alguna rara vez le ha ganado el pulso a la España “que ora y embiste”. La España de Machado, la de Gloria Fuertes, la de Antoni Benaiges...
Regálenos una idea para mejorar la situación cultural.
Que el próximo 26 de junio se vote a alguien que considere que las mujeres y hombres de este país merecen ser ciudadanos críticos y libres.