Desconozco el motivo, pero cuando hablamos de cocinar salmón, al menos aquí en España, en lo primero que uno piensa es en la típica rodaja de salmón a la plancha que la mayor parte de las veces está pasada de cocción y completamente reseca.
Haciendo memoria, la verdad es que no alcanzo a recordar que, comiendo fuera de casa el menú del día de un restaurante que ese día ofreciera salmón, este no estuviera cocinado a la plancha.
Y es una pena, porque el salmón es un pescado muy versátil que da mucho juego en la cocina y permite la preparación de platos que van desde los más exquisitos aperitivos hasta los guisos más reconfortantes.
Beneficios del salmón
Según la Fundación Española de la Nutrición "El salmón es un pescado graso que presenta las propiedades típicas de los pescados azules, con un contenido lipídico (12 g de lípidos por 100 g de porción comestible) similar al de los atunes o reos, y altos contenidos de ácidos grasos monoinsaturados, insaturados y omega-3. Respecto a otros macronutrientes, también es fuente de proteínas, con un alto contenido medio de las mismas.
Entre los minerales destaca el fósforo (casi la mitad de las IR/día para este mineral), selenio, yodo y potasio (12% respecto a sus IR/día).
Hay un aporte significativo de vitaminas del grupo B, en particular es fuente de vitamina B6, B12, tiamina y niacina.
De las vitaminas liposolubles podemos mencionar el aporte de vitamina D y E. Una ración de salmón cubre el 71% y el 23% respectivamente de las ingestas recomendadas de vitamina D y E para hombres y mujeres de 20 a 39 años que realizan actividad física moderada.