Illote de San Clemente o el lugar donde el mar se reserva el derecho de entrada en Marín
Frente a la playa de Santo do Mar en Ardán, este pequeño islote aún conserva los restos de una antigua capilla que la épica relaciona con la Reconquista de Sevilla, y al que se puede acceder en función de las mareas
8 agosto, 2021 06:00Galicia tiene una belleza natural inexorable que se moldea a través del contraste entre sus paisajes terrestres y sus casi 1.500 kilómetros de costa. De hecho, el interés por los archipiélagos de la comunidad ha ido creciendo de forma gradual año tras año entre autóctonos y turistas. Y aunque la mayoría de las miradas están puestas en las principales islas que componen el Parque Nacional das Illas Atlánticas ―en mayor medida Cíes y Ons― son muchos los islotes con encanto que abarrotan el litoral gallego desde A Guarda (Pontevedra) hasta Ribadeo (Lugo).
En total, la costa de Galicia alberga un número aproximado de 316 archipiélagos, islotes y peñascos, según expresa un informe emitido por la Xunta de Galicia tras un inventario realizado ya en el año 2007. Muchas de esas pequeñas formaciones en mitad del océano y las rías gallegas son, y han sido, el escenario de infinidad de historias y leyendas.
En A Coruña, los islotes de San Pedro conforman en la actualidad un enclave privilegiado para la flora y la fauna endémica; y en las Rías Baixas, islas como la de San Simón, en la ría de Vigo, o la de Tambo, en la ría de Pontevedra, son otros claros ejemplos de un patrimonio histórico y cultural a caballo entre los mitos y relatos fehacientes sobre piratas, religiones y batallas.
Marín y su tesoro en forma de islote
La parroquia de Ardán, en Marín, esconde entre sus límites una joya paisajística donde el mar se reserva cualquier derecho de admisión. Hablamos del islote de San Clemente, también conocido por muchos como Santo do Mar, por encontrarse a los pies del arenal del mismo nombre. Tal y como os habréis podido imaginar, aquí la luna y el mar juegan un papel determinante, pues a este peñasco de la ría de Pontevedra solamente se puede acceder (al menos a pie) en función de las mareas. En décadas anteriores, esta zona era conocida como Punta Casás, pero el paso del tiempo y la erosión terminaron por definir su futuro como isla.
Ahora, coincidiendo con la bajamar, San Clemente se une a la playa de Santo do Mar a través de un istmo arenoso que la convierte por un tiempo limitado en una extensión más de la costa do Morrazo. Así que, aquellos aventureros que quieran visitar esta reducida isla tendrán que revisar antes el horario de las mareas del día para no tener que terminar haciendo, en el peor de los casos, el regreso a nado.
Con una superficie de apenas 1,4 hectáreas y una altura de 14 metros en su punto más alto, esta isla se encuentra a día de hoy deshabitada y agreste, con una pequeña zona verde y varios árboles de buen porte. A pesar de sus dimensiones, entre los márgenes del islote todavía se conserva algún vestigio de épocas pasadas, como las ruinas de la ermita de San Clemente, donde antiguamente tenía lugar una famosa y concurrida romería. Construido en sillería, muy probablemente, en el siglo XVIII, el edificio de piedra aún mantiene intacta parte de su estructura, como la entrada y un arco de medio punto en la zona del altar.
Y aunque la Administración Pública había pretendido adquirir su titularidad, es importante recordar que el islote es todavía de dominio privado y pertenece a "Os de Nores", herederos de Antonio Piñeiro, quien recibió las letras al saldar un foro de alquiler de tierras hace ya más de un siglo.
De guerreros y poetas
Más allá de su caprichosa o connivente relación con el mar, el nombre del islote de San Clemente está unido a historias de guerreros, marinos y poetas, siendo protagonista en más de una ocasión de los versos de célebres literatos como Méndez Ferrín, Filgueira Valderde o Nuno Treez.
El último de los mencionados, Nudo Treez, fue un reconocido trovador gallego que durante la Edad Media dedicó una cantiga de amigo a esta cautivadora isla de la ría de Pontevedra, cuyas líneas comenzaban de la siguiente forma: "San Clemenço do Mar/ se mi d’el non vingar, /non dormirei…"
Antes de las rimas, se dice que la isla de Ardán fue testigo indirecto de la épica de los marineros gallegos que participaron en la Reconquista de Sevilla en el día de San Clemente, el 23 de noviembre de 1248. Los barcos que partieron desde Galicia estaban dirigidos por el almirante pontevedrés Paio Gómez Chariño, quien en su regreso a las costas gallegas quiso hacer escala en el islote. Allí el dirigente ordenó, al menos según cuentan las narrativas, levantar la ya mencionada capilla de San Clemente.
El paso del tiempo ha hecho que muchos de los relatos que envolvían a este pequeño islote se pierdan o difuminen, pero su presencia y magnetismo en el horizonte la convierten en un "destino" de paso obligado en Ardán, para recorrer y disfrutar imaginando lo que pudo haber sido y tal vez fue.