Gonzo, después de viajar al Afganistán de los talibán: "Ser una mujer con estudios es un hándicap"
Pasamos la mañana con Fernando González “Gonzo”. El periodista nos habla sobre su vida familiar, su trayectoria laboral y sus aficiones.
31 octubre, 2021 06:57Fernando González González “Gonzo” (Vigo, 1976) acaba de vivir una de las experiencias más sobrecogedoras de su carrera periodística. El presentador de Salvados abrió la temporada de su programa con un especial sobre la situación de Afganistán desde que el país fue secuestrado por el régimen talibán.
“Impresiona llegar a Kabul y ver cómo todos los entrevistados te piden que les ayudes a escapar o a obtener un visado para Europa”, cuenta el periodista gallego en una entrevista con EL ESPAÑOL, quien durante el último mes estuvo grabando en las calles de la capital afgana, charlando con las víctimas de la dictadura terrorista.
Durante varios días, Gonzo tuvo que escuchar testimonios demoledores a la vez que era testigo del terror existente en la población afgana. “Te impacta ver que los talibanes son jóvenes de unos veinte años a los que les han puesto un kaláshnikov en la mano”, describe el reportero.
El presentador también fue consciente del drama de las familias más pobres, pero también el de las clases medias. “Hay gente que había podido enviar a su hija a la universidad, pero ahora se da cuenta de que eso no le va a servir de nada. Al contrario, ser una mujer educada es un hándicap”, asegura.
Para asumir este documental y sus trágicas consecuencias psicológicas, Gonzo tuvo que hacerlo sin uno de sus grandes apoyos, su abuela Josefa, quien tan solo una semana antes de su viaje hacia Afganistán falleció. “Vivió hasta los 98 años y me permitió ser un nieto hasta los 45. Ahora se va a una etapa de mi vida”, se emociona.
Hombre tan familiar como periodista, le dedica a su abuela más querida el programa con el que se estrena la temporada de Salvados. Pasamos una mañana con él para charlar sobre su vida como reportero de éxito, marido y padre de dos hijos que son “su mayor logro”.
Nos encontramos en el mismo café donde en 2019 te presentaron como nuevo conductor de Salvados tras la marcha de Jordi Évole. ¿Qué supone para ti llevar dos temporadas al frente de este formato?
Profesionalmente es una gran oportunidad, personalmente supone un cambio muy importante en mi carrera. Presentar un programa como Salvados te permite conocer a gente, aprender cada día, conocer países y mejorar como periodista. Estoy muy agradecido de poder hacer lo que me gusta y aportar soluciones a la sociedad. Es cierto que me supuso abandonar a mis amigos de El Intermedio tras nueve años y también pasar menos tiempo en casa, estar constantemente viajando... Es un regalo del cielo, pero me ha costado tierra.
En tu último Salvados viajas a Afganistán y te plantas frente al portavoz de los talibanes. ¿Qué supuso para ti estar al lado de una de las cabezas visibles de un régimen tan peligroso?
Te das cuenta de su intento de blanqueo, te das cuenta de que ellos son unos terroristas queriéndose hacer pasar por gobierno legítimo y trasladar esa imagen al exterior. Desde su primera respuesta reparas en que ese ministro ha pasado muchas horas con consultores, con asesores de imagen. Pero lo cierto es que tú estás hablando con terroristas. La forma en la que tuvimos que gestionarlo, la forma en la que fuimos vigilados hasta que entrábamos en el despacho, la gente que había armada detrás de las cámaras. Nunca he estado en la sala de espera de un despacho de un ministro con un tío que vigila con un Kalashnikov. Es realmente impresionante.
En Kabul fuiste consciente del drama de las familias que no han logrado huir del régimen talibán. A algunas incluso España les había prometido ayuda. ¿Calificarías como exitosa la acción de evacuación del Gobierno Español?
Los propios cooperantes españoles te dicen que, en el aeropuerto, España era de los países que peor organizada tenía la evacuación. Que si al día salían dos familias con ayuda de los soldados españoles, otros países metían a diez, 15 o 20 familias en los aeropuertos. Es decir, que exitosa no fue ni mucho menos, sobre todo porque sigue quedando gente allí.
En esta nueva temporada de Salvados entrevistas a Greta Thunberg. ¿Has conocido a todo un icono?
La imagen que tiene el mundo de Greta es la de una niña dando charlas de mala leche. Sin embargo, nos mostró todo lo contrario. Tuvo una conversación de lo más agradable con nosotros. Cuando tenía que hablar de temas más intensos, lo hacía con toda la naturalidad y cuando tuvo que reírse, se rio. Proyecta una imagen de icono global, de ser una persona muy ambiciosa. Pero no tiene nada que ver. Como dice ella, tiene un superpoder que es el asperger que le permite enfocarse en un tema sin importarle lo que digan sobre ella.
Vida familiar
Durante esta temporada de Salvados, veremos a Gonzo enfrentarse a realidades que nos preocupan a los españoles como, por ejemplo, el precio de la subida de la luz. En este sentido, el reportero ha calificado la pandemia de la Covid-19 como una crisis devastadora para muchas personas.
De hecho, afirma que su labor periodística fue interrumpida de una manera abrupta debido al confinamiento. “La primera temporada no la pudimos hacer entera. Estábamos grabando en San Petersburgo, nos íbamos a ir a Malasia y comenzó el Estado de Alarma”, rememora el periodista vigués.
No obstante, Gonzo reconoce que permanecer en casa con su familia fue una experiencia muy enriquecedora. El gallego pudo disfrutar de mucho tiempo con su mujer y sus hijos. El presentador asegura que ser padre es lo mejor que ha hecho en la vida. “Los trabajos van y vienen, pero la familia permanece”, reflexiona.
“La pandemia me permitió ascender a lo importante de la vida. Siempre he tenido ese sentimiento de paternidad dentro de mí”, continúa. El vigués resalta con orgullo el comportamiento ejemplar que tuvieron Noah, de nuevo años, y Brais, de seis, durante el confinamiento.
¿Cómo viviste el confinamiento con dos niños de seis y nueve años?
Convertimos la casa en un patio de recreo. Les dijimos que jugasen, que saltasen encima del sofá, pero que no podían salir de casa. Y debió ir bien porque en verano, cuando ya se podía salir, los dos nos dijeron una frase maravillosa a mi mujer y a mí: “Sabemos que se estaba muriendo mucha gente y eso es muy malo. Pero nos hubiese gustado que siguiera el confinamiento porque nos lo pasábamos muy bien en casa con vosotros”.
¿De qué manera compaginas tu vida laboral y familiar antes y después de la pandemia?
Por suerte somos dos en casa. Intento hacerlo lo más natural. Cuando mis hijos nacieron, mi vida ya era así. Cuando estoy fuera intento verlos todos los días, disfrutar de la posibilidad que te da la tecnología. Cuando viajo, traerles regalos simbólicos. No les traigo cosas grandes, les traigo detallitos muy pequeños, pero que sólo puedo traer del país que voy a visitar.
¿Pasas fuera largas temporadas?
Es cierto que hay algún mes en el que prácticamente no he pasado por casa, pero en los dos meses de verano estoy todos los días con ellos. Incluso hemos dormido todos juntos en familia. Cuando no estoy grabando, los llevo al cole por la mañana y voy a buscarlos en la tarde. Esta semana la he pasado entera en casa. No me puedo quejar.
¿Cómo perciben tus hijos tu trabajo?
Son dos chavales muy interesados por lo que pasa en el mundo. Llegan a su clase y les hablan a los compañeros de Afganistán y de lo que allí pasa. Espero que dentro de unos años les haya compensado el no tenerme tanto en casa con las experiencias que han podido vivir gracias a lo que es mi trabajo y mi vida. Lo cierto es que no me gustan las rutinas y mi trabajo al final es mi hobby.
De Galicia hacia el mundo
Tras convertirse en un rostro conocido en nuestra televisión gracias al programa Caiga quien caiga de Telecinco, Gonzo dio el salto a El Intermedio en el año 2010. Tras nueve años como colaborador de este espacio, el gallego realizó el reportaje Detrás del muro, donde pudo asistir al drama de las familias guatemaltecas, hondureñas y mexicanas que buscan atravesar la frontera hacia los Estados Unidos. “A las niñas les dicen que si se suben al tren busquen un marido, porque siempre es mejor que te viole solo una persona a que te violen veinte durante ese trayecto”, recuerda con tristeza.
Hasta la fecha, Gonzo ha tenido la oportunidad de viajar alrededor de todo el mundo, asistiendo a todo tipo de acontecimientos y entrevistando a grandes líderes, pero también viendo de cerca realidades que, según su relato, “le han dejado muchas veces tocado”.
Parte de estas vivencias, son relatadas en su libro Mis fronteras (La Caja Books, 2019). Sin embargo, a pesar de todos sus viajes y experiencias, el presentador exhibe con orgullo sus orígenes gallegos. Usando la morriña como emblema propio, rememora una infancia en Vigo que cabalgaba entre lo industrial y lo rural.
¿Cómo recuerdas tu infancia en Galicia?
Yo nací en Vigo, la ciudad más importante e industrial de Galicia. Pero mis padres desde pequeño me llevaron a su aldea natal, a Ríotorto, en Lugo. Cada fin de semana iba con ellos y nos quedábamos allí durante las vacaciones. Eran los años 80 e ir de la ciudad al pueblo era un cambio brutal. Se llegaba por una pista de tierra, no había luz en la carretera, no había teléfono en casa. En el piso de abajo dormían los burros y las vacas y nosotros en la planta de arriba. Eso significó mucho para mí, significó conocer mis raíces y vivir de cerca la economía de subsistencia, de la ganadería y la agricultura básicas.
¿Qué parte conservas de ese Gonzo niño?
Mis abuelos me inculcaron muchos valores que sigo conservando. Eran muy majos y muy abuelos. Me cuidaron y me enseñaron mucho. Yo no disfrutaba viendo la tele, sino estando con mi abuelo, escuchando historias, yendo a hacer las labores típicas de la vida de aldea. Y luego mi abuela me quería mucho y estaba muy orgullosa de que su nieto hubiese estudiado una carrera, que no era algo común en la familia. Es una suerte, porque sigo amarrado a mi infancia y eso es algo que siempre agradeceré.