La lectura es un hábito que muchas personas piensan en fomentar, pero es de los que nos cuesta coger como rutina. Es solitario, necesita de atención plena y requiere de tiempo para avanzar. A pesar de que el porcentaje de lectores ha aumentado en los últimos años, especialmente desde la pandemia, el tiempo que dedicamos a la lectura sigue compitiendo con el entretenimiento digital: cuando estamos en casa preferimos ver series, películas o estar en redes sociales.
También creo que estas alternativas suelen ser más recurrentes cuando nos juntamos con nuestras amistades, pocas veces sacamos a colación que estamos leyendo un libro. Este tipo de conversaciones suelen llevarse más a contenidos inmediatos y compartidos, que en principio requieren menos tiempo y esfuerzo individual.
A pesar de no hablarlo, las encuestas revelan que la lectura sí ocupa un espacio relevante en nuestra vida. Según una realizada por el diario El País (publicada en noviembre 2024) el 55% de los españoles dice leer libros habitualmente, y un 73% desearía dedicarle más tiempo. Como dato de interés, en el caso de Galicia, en los últimos años nos situábamos por debajo de la media nacional, pero según datos del barómetro de Hábitos de Lectura 2024 ya estamos por encima.
En “Cuál es tu tormento” de Sigrid Núñez, me encontré con la siguiente frase mientras la protagonista está visitando a su amiga enferma: “La verdad es que no tenía nada que contarle así que hablé de otras cosas, lo habitual, libros que había leído, películas que había ido a ver…”. Lo primero que menciona es justamente lo que considero que no es tema habitual de conversación a no ser que sepas que a la otra persona también le interesa. En mi vida, tengo identificadas a esas personas. O más bien tenía, porque en las últimas semanas ese abanico de posibilidades ha ido aumentando para mi sorpresa.
Esta última temporada he leído mucho y me he animado a sacar en conversación en entornos menos habituales las historias y los perfiles de los protagonistas de los libros que estaba leyendo. Ha sido en ese momento cuando me he dado cuenta de que realmente había más gente de la que me imaginaba interesada en compartir este hobby y sus inquietudes: títulos a recomendar, explicaciones de argumentos, análisis de personajes… Todos hemos coincidido en lo mismo, nos faltaba con quien hablarlo.
Red social para lectores
Todo empezó en un cumpleaños cuando mencioné Good Reads y otras dos personas se sumaron a la conversación. Tenían perfil en esta comunidad específica de lectores de libros, pero no tenían a gente en común para que esta red social haga su función.
El otro día volviendo en tren de Santiago coincidí en el asiento de al lado con una persona que hacía tiempo que no veía. Tras ponernos al día, salió el tema, la lectura, llevándonos a compartir opiniones sobre diferentes libros y haciéndonos encontrar algo en común de lo que hablar. Además, sumamos una persona nueva para la comunidad de la red social de libros.
En diciembre, mientras estaba con unos amigos, saqué a colación un ejemplo de un relato que había leído. Nos pusimos a intercambiar intereses y el resultado ha sido un grupo de Whatsap para hacer un club de lectura virtual porque no vivimos todos en la misma ciudad. Es fácil, proponemos lecturas y, cada uno a su ritmo, comparte impresiones sobre los libros que decidimos leer. Hay para quien este espacio ha sido su reconciliación con la lectura, porque somos seres relacionales por naturaleza. El intercambio de recomendaciones favorece el sentido de pertenencia.
Mi caso personal: me leí un libro, no me gustó demasiado. Fui a su club de lectura y salí más apaciguada con él. No había sido la única a la que se le había hecho un poco complicado el inicio, las descripciones le habían parecido excesivas y realmente sí había llegado a entender el libro. El claro ejemplo de cómo leer en solitario o leer en grupo puede cambiar tu perspectiva. Así que mi propuesta es reivindicar la lectura como una parte esencial de nuestra vida social y cultural. Creo que uno de los desafíos está en integrar el hábito lector en nuestras conversaciones cotidianas. Empezando por los que sí que leemos, tenemos que hablar más de ello. Hacer de la lectura un tema de conversación tan habitual como lo son las series, la música, o el gimnasio (porque eso sí que se nos contagia), no solo reforzaría el valor de los libros en nuestro día a día, sino que también ayudaría a desmitificar la idea de que leer es una actividad solitaria.