Sepultados en sus posiciones bajo la nieve y arropados por las balas ucranianas, cientos de soldados rusos furiosos con el Kremlin buscan a alguien que los guíe para tumbar a Putin y los suyos en vísperas de las de elecciones de marzo que perpetuarán en la presidencia al dictador. Según los combatientes, el Ejército de Rusia se ha convertido en un corrupto club de lisiados y “gente podrida por el descontento y dolencias como la hepatitis C”.
Torturados, engañados y extorsionados por sus propios mandos mientras la élite de Rusia Unida descansa en sus dachas, cada vez son más los que piden la sangre de los gobernantes. Varios hombres de esta tropa rusa de desesperados han hablado por primera vez con El ESPAÑOL | Porfolio desde las trincheras mismas y desde sus bases junto al frente. Están desesperados, lo que explica la temeridad de que se hayan atrevido a denunciar a sus propios oficiales.
"Déjeme que le diga algo", dice Alexander a este medio. “Ese maricón de Putin traicionó a su pueblo. Ninguno de los soldados desplegados en la frontera de Zaporiya y Jersón va a votar a ese bastardo en las próximas presidenciales. Nos engañó a todos. No hay dinero, no hay atención médica y no podemos dejar el frente. Sólo podemos volver a casa en un ataúd o sin piernas y sin brazos. No hay ningún premio para los chicos”.
Alexander Sergeevich Fabarovsky, de 44 años, es un antiguo suboficial del Donetsk que lleva un año y medio en la unidad militar rusa 01485 de la 34ª Brigada Separada de Fusileros Motorizados. El odio a Putin y al ministro de Defensa, Sergei Shoigú, se ha ido enconando a medida que la guerra avanza y, en parejo, se extendían el disgusto, la ira y la decepción.
Cada vez son más los soldados que afirman que están listos para amotinarse, especialmente los presos a los que reclutaron en las cárceles y los ucranianos prorrusos de los territorios ocupados que decidieron combatir del lado de Moscú y ahora están sufriendo por su error. Dicen que si surge un hombre con capacidad de liderazgo que los lleve hasta Moscú están dispuestos a enfrentarse con las armas “a los hombres que han secuestrado el Kremlin”. Muchos echan de menos a Prigozhin y cruzan los dedos para que alguien le reemplace.
“Nos estamos muriendo defendiendo su trasero”, continúa Fabarovsky durante una entrevista que se ha registrado en vídeo y donde se le aprecia agazapado en lo que se asemeja a las letrinas de un cuartel. Lo que no saben es que somos periodistas españoles. “Si los dirigentes no nos escuchan, si nuestras vidas les resultan indiferentes, iremos a Moscú tarde o temprano. ¡Derrocaremos a ese gobierno vergonzoso y les aplicaremos la pena capital! ¡Llegaremos hasta Putin, que vendió el país! ¡Llegaremos hasta Shoigú, que destruyó el Ejército! ¡Esa escoria del Kremlin y sus amigos han perdido ya esta guerra, pero siguen humillándonos y convirtiendo a los rusos en fascistas a los ojos del mundo! Los salpicaremos de sangre. Ni siquiera pueden imaginar los horrores que acaecen en dirección a Jersón, en dirección a Marinsky, en dirección a Kupinsky. ¡Por eso yo y el resto de mis camaradas les enviamos a él y a su equipo de Rusia Unida a 'jódete'”.
Carne del Donetsk
A Fabarovsky le prometieron cuando se enroló con el Ejército de Rusia que le harían comandante de pelotón. En lugar de eso, le privaron de su rango de subcomandante de una unidad del 113 regimiento de lo que los separatistas llaman República Popular del Donetsk. “Yo estaba al frente de un batallón de tanques”, cuenta a esta revista. “He servido honestamente desde 2014 y he sufrido numerosas heridas y conmociones cerebrales que pueden acreditarlo. Ahora ni siquiera sé quién soy porque no tengo ningún documento en mi expediente personal. El mayor Bazaev suele increparme diciendo que soy solo carne del Donetsk. Esa gente es completamente estúpida. He recibido órdenes tan idiotas como montar una ametralladora sobre un Gazelle (un vehículo militar ruso con la carrocería de una furgoneta) para luchar contra tres Leopard. Hemos escrito 1.700 quejas, pero nos ignoran”.
Fabarovsky recibió una herida de metralla en la cabeza, pero a pesar de ello, no le dejan licenciarse. Se ha ofrecido a enviar a este medio los documentos médicos que acreditan que lo que dice es cierto mientras describe un panorama apocalíptico dentro de las filas rusas:
“Muchos soldados padecen enfermedades como epilepsia, cirrosis, hepatitis, gangrena y heridas podridas. Tenemos brotes masivos de piojos, chinches y otros males. Esto es como una especie de club de minusválidos: esquizofrénicos, pacientes con cáncer, personas que han sufrido un infarto, un derrame cerebral, pacientes hipertensos, muchas enfermedades de transmisión sexual y virales. Hay muchos soldados con hepatitis C que podrían contagiarnos cuando están heridos. ¿Estás viendo la televisión? ¿Acaso dicen la verdad los medios rusos? Si tan bien están las cosas, que vengan aquí al frente y hablen con los soldados. Todos y cada uno de ellos les confirmaríamos que el ministro de Defensa Shoigú es un pastor de renos. La población masculina del país está muriendo aquí por culpa de la guerra. Pero a Shoig y a sus patrones no les importa porque sus hijos y sus nietos no están entre la tropa, sino sentados en restaurantes y disfrutando de la vida. Y entre tanto, aquí seguimos nosotros —sucios, podridos y enfermos combatientes— sobreviviendo en condiciones deplorables y en trincheras húmedas y frías bajo las balas. Estamos muriendo en lotes porque no hay medicamentos ni nos trata nadie”.
A juzgar por lo que dice Fabarovsky, los soldados deben cubrir con su dinero hasta la atención médica de urgencias. “Tenemos que pagar las pruebas, las resonancias magnéticas, los analgésicos, los antibióticos y si necesitas una operación grave, debes sobornar a un médico. Y entre tanto, en casa nos espera la familia. Yo tengo un niño, pero mi esposa murió. ¡Y a nadie le importa eso! Las emociones simplemente me abruman. Y nadie puede ayudarnos. Las autoridades se sientan en sus lujosas casas y dicen que todo está bien. Putin y Shoigu no se han congelado el trasero en las trincheras y no entienden que entre los combatientes hay un odio ardiente hacia ellos. Todavía no saben que iremos a buscarlos a sus casas”.
En efecto, mientras los hombres del partido del presidente pergeñan en la precampaña la imagen de un país idílico y de una tierra de Oz que solo existe en sus panfletos y en los telediarios que les hacen a la carta, el manto del invierno y las atrocidades cometidas con su propio Ejército ha extendido el odio a su gobierno entre las filas rusas. Alexander no es el único al que atenaza una aversión profunda contra Putin. Si están hablando de este modo sin ocultar su identidad a sabiendas del riesgo que ello entraña es porque están desesperados y ya no tienen nada que perder. Aunque no sepan que somos reporteros, creen que están denunciando a sus propios oficiales y no ocultan su identidad.
Extorsionados por sus oficiales
"¡Putin es un mentiroso y un sinvergüenza!", se queja también Roman Aleksandrovich Polyakov, un ruso de 43 años herido varias veces en misiones de combate durante el periodo que sirvió, desde el 10 de mayo al 10 de noviembre del pasado año, como subcomandante y comandante de pelotón en las unidades 74507, 22179 y 41450. Su distintivo era AB-176689. Como antiguo preso liberado para combatir en la época de Prigozhin, fue enviado a las llamadas unidades Storm-Z, que es como se denomina a los grupos de asalto de ex reclusos usados por Moscú como carne de cañón o ariete humano. La mayoría de los que sirvieron con la Wagner fueron luego transferidos a Redut u otras compañías de voluntarios bajo el control directo del Kremlin.
La comisión electoral central de Rusia ha descabalgado de las listas de candidatos aprobados para las próximas elecciones presidenciales de marzo a cualquiera que represente una opción seria, a excepción de Nadezhdin, cuya sede fue atacada hace dos domingos, al mismo tiempo que arrestaban a la periodista Ekaterina Duntsova con la excusa de practicarle una prueba de narcóticos. La acababan de vetar como posible candidata y buscaban algo con lo que desacreditarla.
Todos los bendecidos por el Kremlin como rivales de Putin son una especie de deformidades políticas de freak show mediante las que el presidente ruso proyecta disfrazar de democracia entre los suyos la victoria apabullante con la que ganará las elecciones gracias a la sangre derramada y a la represión de cualquier forma de oposición a su gobierno. Estos candidatos-florero no solo no cuestionan ni critican al hombre al que deberían disputar el poder, sino que lo arropan con sus afirmaciones. Igor Girkin Strelkov — el ex comandante de las tropas del Donetsk al que Holanda condenó en ausencia a cadena perpetua por derribar un avión— le intentó adelantar por la derecha jugando a ser una especie de remedo de Prigozhin y ahora se pudre en un presidio como Navalny o Kará-Murza.
También a él le han prohibido concurrir a estas elecciones mientras aceleraban la farsa de juicio celebrada hace 15 días. La condena se daba por hecho. Strelkov era probablemente el más peligroso de los contendientes porque podría haber aglutinado a todos esos patriotas enojados con el Kremlin que se sienten traicionados y que ahora están probando su propia medicina. Se ha larvado durante meses una inquina y una rabia más furiosas que las que desencadenó la campaña de Chechenia y, al decir de los disidentes, pronto van a necesitar más cárceles o balas para acallar a todos estos hombres que están al borde de la enajenación colectiva.
"A todos los muchachos del escuadrón Storm Z les han robado los beneficios y los pagos prometidos por Putin", prosigue Polyakov. "Visitamos el infierno y regresamos vivos de allí. Y no olvide que, además de la guerra, tenemos a nuestras espaldas una grave experiencia criminal. A todos nos sacaron de colonias correccionales. La mayoría de nuestros camaradas murieron. Y ahora vemos cómo nos trata nuestro gobierno. Simplemente fuimos engañados. Todo lo que Putin prometió resultó ser una mentira descarada. Durante mi servicio, no recibí ni una sola paga completa. No he recibido el complemento de combate por estar en primera línea, ni el abono 'garantizado' por derribar un drone enemigo, ni la compensación por ser herido. Diré por mí y por el resto de los chicos que apoyaremos con confianza el cambio de poder en nuestro país. Si comienza un golpe militar, estaremos del lado que se opone a este gobierno criminal. Grabamos un llamamiento en vídeo a Putin, pero las autoridades no han reaccionado”.
A punto de estallar
“Lo que pasa es que Putin ha esparcido pólvora por todo el país así que todo podría estallar en cualquier momento”, asegura Aleksey Viktorovich Tarasov, un soldado raso ruso que se enroló como instructor en Melitopol el pasado 5 de octubre. “Nada más incorporarme al servicio militar, comenzó a extorsionarme el teniente mayor Nikita Alekseevich Fadeev. Resultó que obligó a todos los soldados a darle parte de sus salarios. Somos 60 y en diciembre nos forzaron a entregarle 20.000 rublos (207 euros). No es complicado calcular que el oficial recibió de nuestra parte un aguinaldo de 600.000 rublos (6.233 euros).
Además, nos han obligado a entregar dinero a todos los comandantes superiores para pagar los restaurantes de nuestro curador de Rostov, el mayor Miholap. Los soldados que se niegan a pagar son transferidos inmediatamente a unidades de asalto en las que muere mucha gente. Y eso no es todo. Los comandantes agreden a los soldados por cualquier delito. A veces, simplemente están borrachos y nos humillan y nos golpean por diversión. No tenemos ya fuerza para soportar este caos cada día. Si necesita más señas, nuestro cuartel general está ubicado en la calle Lomonosov, casa 372/11, de Melitopol”.
Tarasov y el resto de sus camaradas presentaron una denuncia colectiva ante un comité de investigación para defenderse de su comandante y el funcionario les confesó abiertamente que no iniciaría una causa penal. "Se excusó diciendo que así funciona todo en el Ejército", recuerda Aleksey. "Después de eso, fuimos inmediatamente transferidos a la primera línea del frente y ahora estamos cavando trincheras en la ciudad de Tokmak, bajo constante bombardeo (la entrevista se realizó hace algo más de dos semanas). No nos dieron chalecos antibalas, ni estufa ni tienda de campaña. Solo palas y una ametralladora. Nos dijeron que caváramos una zanja y viviéramos en ella. Entendemos que esto es un castigo y ahora nos encontramos en una situación desesperada. Moriremos dolorosamente en estas trincheras gélidas y húmedas a causa del frío y las enfermedades o seremos asesinados por el ejército ucraniano. Lo único que podemos utilizar como arma es una ametralladora con un cuerno de cartuchos”.
Hay miles de denuncias como la formulada por Aleksey, sistemáticamente desoídas por sus propios mandos y por las comisiones que deberían depurar las responsabilidades del ejército de bárbaros que se publicitaba como el segundo más poderoso del planeta y que no ha sido capaz de reducir en cerca de dos años la voluntad de los defensores ucranianos.
“¿Sabes”, concluye el soldado raso Tarasov. “Mucha gente hemos entendido ya que nuestra muerte está muy cerca. Cuando los oficiales humillan y roban diariamente a soldados como nosotros, uno se pregunta por qué todo es tan injusto. ¿Es posible cambiar esto? Si vamos a morir, hagamos antes algo bueno para mejorar nuestro país. Si aparece alguien que lidere a los soldados, muchos lo seguirán. Siempre pensé que Putin lo hacía todo bien, pero ahora yo he entendido lo que realmente está pasando. Los soldados hablamos con la gente de los nuevos territorios en Berdyansk, Mariupol y las aldeas y todos los locales tienen miedo de que los militares sean los dueños y puedan tomar todo y matar o violar a sus mujeres. Las leyes no funcionan ni siquiera para nosotros, los voluntarios. Somos animales impotentes y entendemos que fue Putin, como jefe de Estado, quien creó esta situación. Ninguno de los 60 soldados cree ya en él”.