Azúcar, canelita, clavo, romero… así era la esencia que desprendía el poder de seducción de aquellas niñas o mocitas que terminaron por convertirse en las grandes damas de la copla. La reciente muerte de Carmen Sevilla a los 92 años ha supuesto el broche a esa época dorada de las folclóricas de pura raza que tuvieron en Imperio Argentina, Concha Piquer y Estrellita Castro a sus máximos exponentes durante el reinado de Alfonso XIII, la República, la Guerra Civil y el Franquismo.
Con temple y firmeza, María Vidal afirma a EL ESPAÑOL | Porfolio que “Imperio fue muy grande, hasta Hitler le puso el mundo a sus pies y ella no se dejó cautivar” y con la voz casi rota confiesa que “cuando decían que qué hacía en Azabache con lo mayor que estaba… ¡Por favor, es un mito viviente! -enfatiza- tendríamos que sentirnos orgullosos de ir a verla como hicieron en Francia con Edith Piaf que murió siendo un mito y después siguió siéndolo mucho más”.
Azabache fue el espectáculo de la Expo de Sevilla de 1992 protagonizado por Imperio Argentina, Nati Mistral, Juanita Reina, Rocío Jurado y la más joven de todas, María Vidal quien, sobre Carmen, sólo tiene buenas palabras: “Conmigo fue un encanto, entrañable, atenta, alegre, bromista, vitalista, enamorada de su profesión… A veces me decía ‘ese tipito lo tenía yo’ (Risas). A nivel cultural ha aportado mucho a la historia de España”.
De una belleza sin parangón, cierto es que Carmelita, como así apareció la primera vez en una cartelera, tenía las formas de una muñequita que con el tiempo fue entrando en quilos. Ella siempre se reía de esto. Con esa gracia innata comentó en Suena la copla (1986), espacio de TVE presentado por Paco Valladares, que “con 13 años empecé a trabajar con Estrellita Castro y mi primer sueldo como bailarina fueron seis duros que me los gasté todos en pasteles”. Las milhojas de nata y crema eran postre favorito. Y es lo que solía llevarle su amigo Moncho Ferrer a la residencia Orpea Aravaca (Madrid) cada vez que la protagonista de Violetas imperiales (1952) cumplía años. Él era el único autorizado junto a su hijo Augusto Algueró Jr. (59). Allí estaba cuidada desde que en 2012 se comunicó oficialmente que padecía alzhéimer.
Carmen nació entre pentagramas. Su padre, Antonio García Padilla Kola, era contable en Unión Carburo, pero desplegó su arte como letrista en temas cantados para el cine por Imperio Argentina en Morena Clara (1936) o Estrellita Castro en La gitanilla (1940). En casa ya veían su futuro, por lo que su abuela paterna no dudó en inscribirla en el Real Conservatorio de Música de Madrid donde recibió clases de Laura Santelmo quien, para diferenciarla de otras chicas con el mismo nombre, solía llamarla "Carmen la de Sevilla". Pero fue Estrellita Castro quien impuso el nombre comercial de Carmen Sevilla con el que alcanzó la inmortalidad.
Los últimos folclóricos
En aquel universo folclórico decorado con peinetas, mantillas, traje de volantes, redecillas, enaguas, pañuelos, batas de cola y mantones destacaron estas mujeres, normalmente, de estratos muy humildes, que supieron construir su propio camino de Oz intentando esquivar las maldades de la censura. Las hubo de todos los colores y, sin duda, la más “fascistoide” era Nati Mistral (solía denominarse a sí misma de esta manera). El veterano periodista Jaime Peñafiel (91), que compartió parte de la vida privada de Franco y fue amigo de Carmen desde hace más de seis décadas, comenta a este medio que “no sabría decir quién de todas ellas era su favorita porque no era un hombre muy dado al espectáculo de las folclóricas cuando se celebraban en La Granja las comidas del año”.
A pesar de esta opinión, existe una fotografía de 1958 en la que aparecen de izquierda a derecha Lola Flores, Juanita Reina, Paquita Rico y Carmen Sevilla con sus mejores galas escuchando atentamente al Generalísimo. Esa imagen motivó al musicólogo Julio Arce a realizar su tesis doctoral Recepción en La Granja: Franco, las folclóricas y las más altas jerarquías. En aquel momento en los salones de Palacio se escuchaba música clásica de corte nacionalista, pero como la copla empezaba a adquirir tintes ampliamente populares, el género acabó calando entre las paredes de los ultraderechistas. La principal fan del Movimiento fue, como hemos mencionado anteriormente, Nati Mistral, que en una entrevista en 13TV destacó que “soy muy fascistona. No me lo pongo en las bragas de milagro”.
Se llame a quien se llame, todos tienen buenos recuerdos de Carmen. Para la bailaora y directora de ballet jienense María Rosa, nuestra protagonista “fue durante toda su vida una maravillosa persona, muy cariñosa, siempre estaba alegre, le encantaba reírse, ha sido una gran actriz y la voy a recordar siempre”. Y no es para menos, ya que su amistad duró más de siete décadas porque la conoció en 1948 cuando María Rosa actuaba en el teatro Fontalba de Madrid con Los Chavalillos Sevillanos.
Recuerda perfectamente el momento “porque Carmen acababa de terminar la película Jalisco canta en Sevilla y el último día de nuestra función vino a cantar y bailar. Hubo química y duró toda nuestra vida”. Ella nos adelanta en exclusiva que “en Sevilla le van a poner una calle y le van a hacer hija adoptiva”. El diseñador Toni Benítez, que las ha vestido a todas (Lola, Carmen, Juanita, Marifé, Estrellita) asegura que era “una gran persona, buenísima y muy divertida” y José Manuel Parada destaca no solo lo “divertida y bromista que era”, sino que cuando terminaba de grabar ‘su cuponsito’ (presentó en Telecinco el Telecupón entre 1991 y 1997), “venía con Agripina, la señora que la cuidaba, a los estudios de RNE donde hacíamos La radio de las sábanas blancas, donde se volvían locas con los bocadillos de atún con pimiento morrón. Y eso para cenar”.
"En Sevilla le van a poner una calle [a Carmen] y le van a hacer hija adoptiva"
Desde un punto de vista musical, Carlos Toro Montoro, el último gran letrista de Augusto Algueró, junto a Antonio Guijarro y Rafael de León, “Carmen cantaba muy bien, era menos folclórica, no era ni copla ni flamenco, sino ese género ambiguo que tan bien bordó. Con Algueró formó una de las parejas más mediáticas que se recuerdan.”. Aunque no la trató demasiado, afirma que “tenía picardía, gracia y gracejo, luz en el rostro y era muy sencilla. No como Sara Montiel que tenía ínfulas de diva con sus joyas, el puro en la mano…”. Carlos ha escrito más de 700 canciones, es uno de los miembros más veteranos de la SGAE y cuenta con dos de los temas más emblemáticos de la historia musical patria como son Resistiré popularizada por el Dúo Dinámico y Mamá quiero ser artista, cantada por Concha Velasco. El matrimonio entre Carmen y Augusto duró entre 1961 y 1974, tuvieron un hijo, Augusto Jr. (59) y se les acabó el amor porque la artista llevaba una cornamenta de órdago ya que el seductor Algueró había tenido como amantes a Mariví Dominguín, Bárbara Rey, Ornella Mutti y Genoveva Noelia -Miss Europa 1970- a quien dedicó la famosa canción Noelia.
Hollywood español y censura
A través del cine, las grandes estrellas del arte folclórico nacional fueron el antídoto ideal para que las masas olvidaran las penurias, tal y como ejercían las revistas del corazón desde mediados de los 40 y principios de los 50. El escapismo, la proyección y la identificación fueron los pilares principales que los sostuvo. Obviamente, este tipo de artistas también fueron objeto de censura en la gran pantalla porque se redujeron los escotes, se alargaron las faldas y se eliminaron los besos intensos. Entre 1932 y 1950, a la productora y distribuidora Cifesa se la consideró como el Hollywood español, obteniendo grandes éxitos al poco de crearse con La hermana San Sulpicio (1934) y Nobleza baturra (1935), ambas dirigidas por Florián Rey y protagonizadas por Imperio Argentina. Entre su star system se encontraban Amparito Rivelles, Aurora Bautista o Alfredo Mayo.
Como si se tratara de una guerra fratricida, esta empresa valenciana de la familia Trénor se las tuvo que ver con Cesáreo González, que en 1940 fundó Suevia Films, contratando a la mexicana María Félix La Doña como su gran estrella internacional, a cuya cartera se unieron después Lola Flores, Sara Montiel, Paquita Rico, Carmen Sevilla y Joselito. Todos se hicieron millonarios.
Joselito cobró 2,5 millones de pesetas por El pequeño ruiseñor (1956), Lola firmó un contrato de seis películas por 5 millones de pesetas y según el investigador y profesor universitario José Luis Castro de Paz, que coordinó junto a Josetxo Cerdán el libro Suevia Films. Cesáreo González. Treinta años de cine español, “la relación de Carmen con González tuvo varias fases. Primero un contrato firmado en Chicote a principios de los 50 por tres películas, Violetas imperiales, Pluma al viento y Gitana tenías que ser por una cantidad que podría superar el millón de pesetas y luego hubo otros contratos para películas concretas como la famosa El balcón de la luna (1962)”.
Don-Necesario, como le llamaban en el gremio, pagaba muy bien, pero también sabía estrujar sus productos. Nunca se comenta que “Carmen, Lola y Paquita se iban por ahí con Cesáreo -puntualiza Toni Benítez- para hacer tres galas diarias, una a las 12 de la mañana, otra a las 5 de la tarde y otra a las 10 de la noche. Era el mismo espectáculo. ¡Eso es trabajar y llegar a ser artista. Han sido auténticas divas!”. A este respecto, Peñafiel destaca que Carmen no era prepotente ni se creía una diva. Era excesivamente humilde. No tenía dobleces, era una bellísima persona y una bendición de mujer”.
Lo más grande que hizo Cesáreo fue reunir a Carmen Sevilla, Paquita Rico y Lola Flores en El balcón de la luna (1962), “una idea que se le ocurrió a Luis Sanz -puntualiza Hilario López Millán- al igual que el de poner el nombre de las tres en los créditos en forma de aspas de molino en movimiento para que ninguna destacara sobre la otra. Tenían un gran ego”. En la tesis doctoral Aspectos léxico-semánticos de la copla española, la doctora Sonia Hurtado afirma que “con el tiempo, y debido a la influencia extranjera, estas películas se vieron denostadas por considerarse que presentaban una imagen anticuada y falsa de España y fue entonces, en un intento de renovación, cuando Cesáreo González introdujo en el cine musical a los niños prodigio”.
Con respecto a Carmen, el periodista y escritor José Aguilar asegura que “con diferencia, nadie ha hecho el cine que ella hizo porque se ha reintentado continuamente. Mantenerse en el candelero durante 65 años es algo inaudito. Para estar en la pomada durante tanto tiempo y ser el centro de atención hace falta ser muy lista, pero también hábil, talentosa y tener un de gentes impresionante”. Aguilar intimó con muchos de esos insignes nombres porque su madre, la artista gallega Tonia Vázquez se movía en los círculos madrileños más aristocráticos siempre vestida de alta costura por Pertegaz, Elio Berhanyer y Pedro Rodríguez.
Carmen, la actriz
Carmen es la actriz española que ha trabajado con el mayor número de realizadores extranjeros y se negó a firmar un contrato de cinco años en los estudios de la Columbia porque no quería separarse de su madre y le daba pereza aprender inglés. Esto no le pasó a Sara Montiel, que triunfó en Veracruz (1954) con Gary Cooper y Burt Lancaster y Dos pasiones y un amor (1956) junto a Joan Fontaine y Mario Lanza. Una pena que no decidiera cruzar el charco porque luminarias de la talla de Charlton Heston, Frank Sinatra, William Holden, Yul Brynner y Vittorio de Sica se enamoraron de ella e incluso Cantinflas fue más allá cuando le regaló un brillante enorme que Lola Flores se lo hizo devolver porque ya sabía lo que venía después. El Mimo de México seguía casado con Valentina Ivanova y nuestra Carmen de España, tan puritana, no podía ser la otra.
Aguilar desvela que “aunque se tenían mucho aprecio, con Sara tuvo mucha rivalidad. Carmen nunca le perdonó que le hubiera quitado el papel en La Violeteras tenía el guion. Pero el éxito de El último cuplé fue tal que se lo dieron a ella. Tiempo después Carmen le quitó una película a Sara porque hubo desavenencias con el productor, Carmen se metió en medio y lo consiguió. Se trataba de La guerrillera de Villa (1967), rodada en México”.
A sus 88 años, Toni Benítez puede vanagloriarse de haber vestido a las más insignes, por eso se queda a gusto cuando dice que “lo que hace falta es que las nuevas generaciones hagan folclore y no tanto ruido. Terminas loco perdido, directo para ir al otorrino”. Sí admite que en un segundo bloque, Isabel Pantoja y Macarena del Río han sido las sucesoras de aquellas divas, también hay que incluir a María Vidal, y en el tercero estarían Pastora Soler, a la que muchos consideran una de las mejores voces de la copla moderna y Diana Navarro, “pero hay que crear academias para que las nuevas generaciones aprendan y no se pierda el arte de España. Las de hoy cantan muy bonito, pero hay que nacer artista y luchar para crear un estilo”, sentencia Toni. En cuanto a la Pantoja, Peñafiel asegura que “es una estrella” y si nos acercamos al presente para mencionar a Rosalía, no duda en responder que “es la antítesis de Carmen. No se parecen físicamente ni cantando, ni vistiendo, ni como artista, ni como persona. Rosalía explota su físico e imagen, nada que ver con las de la otra generación. Seguramente me he quedado antiguo, pero no entiendo su éxito”.
Son muchos los que asegura que la de San Esteve de Sesrovires ha revisado el género de la copla, el flamenco y el folclore en general “pero no tiene nada que ver con Lola, Carmen o Rocío Jurado. Es un producto de marketing, lo hace muy bien, la admiro, se ha preocupado por aprender pero que una artista vaya de gira no lleve músicos no lo concibo”, asegura Vidal que en septiembre saca al mercado un nuevo trabajo a la par que está entusiasmada porque todos sus discos están ya en streaming, especialmente el primero, Coplas de amor, que no se encontraba por ningún sitio. Pero si en algo son iguales, desde Imperio Argentina a Rosalía es que todas han españoleado, como solía decir orgullosa Lola de España.