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Lo denunció en 2018 en la prensa y un año después, en la serie documental de Netflix Examen de conciencia, le puso nombre al abusador, muerto en 2008: era el monje benedictino Andreu Soler, director del grupo juvenil católico Els Nois de Servei (los chicos de servicio) de la Abadía de Montserrat, el epicentro religioso de Cataluña. "Abusó de doce niños durante treinta años", precisa ahora Hurtado en conversación con EL ESPAÑOL | Porfolio para subrayar que la depredación del pederasta fue múltiple, impune y prolongada en el tiempo.
Culpa de ello al encubrimiento e inacción de otros −en este caso, sus superiores eclesiásticos− y a la prescripción legal de los delitos denunciados. Su traumática experiencia lo condujo a su especialidad médica: fue por "una necesidad de entender lo que me había sucedido", dice. Acudió durante cinco o seis años al psiquiatra como joven paciente, antes de convertirse él en psiquiatra para ayudar a otros.
El sufrimiento que silenció durante veinte años le ha dado, paradójicamente, una misión para la que vive en cuerpo y alma como activista. Su objetivo es que España constituya una Comisión estatal de la Verdad que dé audiencia "reparadora" a todas las víctimas sin que importe el tiempo transcurrido y documente la cifra real de casos "y no sólo la punta del iceberg". Con las recomendaciones de esa comisión, añade Hurtado, se debería establecer un sistema de protección en las instituciones, incluida la Iglesia, para impedir que los delitos sexuales contra niños y adolescentes se produzcan y queden en la impunidad como ha ocurrido durante décadas en España y otros países.
Reclama una Comisión de la Verdad que documente todos los casos "y no sólo la punta del iceberg"
En su petición al Congreso de los Diputados, que ha recogido 65.000 firmas en los primeros cinco días a través de la plataforma Change.org, el psiquiatra infantil demanda que estudien los diferentes modelos de investigación que ha habido en el mundo para abordar la pederastia sistémica y que luego creen por Ley una comisión externa "liderada por expertos independientes" que, con tiempo y recursos, llegue hasta el fondo. Él propone una Comisión de la Verdad sobre abusos sexuales en instituciones como la que funcionó en Australia entre 2013 y 2017.
La Conferencia Episcopal Española se ha quejado de que las propuestas a debate en el Congreso de los Diputados para investigar abusos y violaciones a menores cometidas en su seno por clérigos y seglares son un "juicio general" contra la Iglesia. Pero, precisamente para desactivar esa protesta, Hurtado aclara que la investigación estatal no debe ser un juicio sumarísimo político dirigido exclusivamente a la Iglesia católica −aunque ésta es la que más casos conocidos acumula en España−, sino una iniciativa consensuada por el conjunto del Congreso que incluya todos los ámbitos institucionales donde se hayan producido los crímenes.
Su petición es dura pero rehúye el tono de vengador. "Aunque ya nadie duda que la iglesia española es un nido de pederastas y encubridores, no es la única institución golpeada por la lacra de la pederastia. Otras instituciones religiosas, como los testigos de Jehová; instituciones deportivas como la federación de gimnasia o atletismo; grupos scouts; centros de menores tuteladas en Valencia, Baleares y Madrid. Sus víctimas merecen el mismo respeto, comprensión y apoyo que los supervivientes de pederastia clerical", ha escrito en su petición.
Aquel chaval abusado a los 16 años es hoy, con cuarenta, el hombre que ha encendido la llama de la justicia. Viendo el apoyo, se siente esperanzado. Miguel Hurtado cree que ya no hay marcha atrás y que se acaba de romper un dique de silencio y tabú que acallaba miles de delitos prescritos.
Pregunta.— ¿Ha llegado la hora de verdad en España para investigar los delitos sexuales contra menores, en la Iglesia y en cualquier otra institución?
"Vivimos una inflexión. En 2019 no me recibió nadie. En 2022 el presidente se interesa por las víctimas. Es un cambio cultural"
Respuesta.— Estamos viviendo un punto de inflexión. En 2016 lancé una campaña en Change.org que entregó al Congreso más de 450.000 firmas [al final fueron 567.328] para que no prescriban los delitos sexuales contra menores [la nueva Ley de protección integral a la infancia y la adolescencia amplía el plazo de prescripción para que empiece a contar desde que el denunciante cumple 35 años]. Pero para que las instituciones tuvieran interés, tenía que rebajar el énfasis en la Iglesia católica, minusvalorar su papel. Cuando tres años después denuncié mi caso en una serie de Netflix, con nombres y apellidos, hubo apoyo mediático y social, pero el Gobierno y la Generalitat se pusieron de perfil, como si las instituciones no tuvieran nada que ver con que alguien hubiera abusado de al menos doce niños durante treinta años. No me recibió nadie, no se interesaron por mí, por cómo estaba. Que en 2022 el presidente del Gobierno se interese por reunirse con las víctimas y que esta campaña esté teniendo un gran impacto político y mediático significan un cambio cultural increíble.
Doctor y superviviente
El doctor y "superviviente" Hurtado argumenta que hasta ahora los partidos en España "no han querido confrontarse con la Iglesia católica", pero que el apoyo social a que se investigue la pederastia ha motivado que el Congreso finalmente debata estos días cómo documentar los abusos ya prescritos. Si no fuera por esa presión social, a la que ha contribuido con su campaña de firmas de esta semana, "habrían pasado olímpicamente", aventura.
En el Congreso hay ahora dos propuestas: una de Podemos, Esquerra Republicana de Catalunya y Bildu para crear una comisión interna de investigación parlamentaria, y otra del Partido Nacionalista Vasco que plantea que esa investigación la desarrolle una comisión externa independiente como en Francia o Alemania.
Los pasos avanzan en la misma dirección. El Congreso debate la fórmula para hacer justicia, aunque sea tardía, a las víctimas de delitos prescritos, muchos ocurridos durante la dictadura en centros educativos religiosos. Y este jueves 3 de febrero, Pedro Sánchez se ha reunido por primera vez con una víctima de pedofilia clerical, el escritor Alejandro Palomas. Sánchez fue en enero el primer presidente del Gobierno en visitar la sede de la Conferencia Episcopal. Presumiblemente, el presidente, además de tratar la devolución de parte de los bienes inmatriculados por la Iglesia, planteó a los obispos españoles mayor implicación para investigar los abusos del pasado, en línea con las instrucciones internas que dio el papa Francisco en el histórico sínodo contra la pedofilia de febrero de 2019.
En este contexto favorable, el doctor Hurtado se dio cuenta la semana pasada de que se abría "una ventana de oportunidad" histórica para impulsar como activista esta ola social.
P.— ¿Cómo surgió su idea de la campaña para pedir una Comisión de la Verdad como en Australia?
R.— Ha sido una respuesta de urgencia que hemos hecho en tres días. El viernes pasado estaba organizando mi mudanza en Londres, pero hablé con Change.org y vi que había una ventana de oportunidad. Aplacé todas las consultas con mis pacientes y el mismo viernes cogí un avión a Madrid para estar aquí. El sábado redacté la petición y el lunes se publicó. En los dos primeros días había reunido 57.000 firmas y había tenido mucho más impacto mediático y político que la de 2016 sobre los plazos de prescripción.
P.— España es de los últimos países desarrollados en Occidente, con Italia, en investigar la pederastia. ¿Por qué?
R.— Por la dictadura nacional-católica que hubo durante cuarenta años. No había separación entre Iglesia y Estado. Los obispos españoles son de los más obstruccionistas de los países occidentales, sólo los italianos son peores quizá.
Para Miguel Hurtado, la orden del papa Francisco a todas las diócesis para que investiguen los casos de pederastia y reparen a las víctimas no es suficiente. Explica que esa investigación canónica interna debe someterse a una investigación civil estatal que incluya a la Iglesia y a cualquier otra institución o asociación. "La Iglesia tiene que cooperar entregando su documentación interna sobre crímenes de pederastia. El papa Francisco dice 'que la Iglesia se investigue a sí misma'. Pero lo revolucionario sería que la Iglesia coopere con las autoridades civiles", critica. Pero no quiere que una Comisión de la Verdad se centre sólo en las órdenes dependientes del Vaticano. Cree que sería un error.
P.— En su petición, señala que la investigación debe abarcar a cualquier ámbito, no sólo la Iglesia.
R.— Ha habido por ejemplo casos horripilantes en los testigos de Jehová y no han tenido el mismo impacto mediático. Sería un privilegio para los otros si sólo se investigara a la Iglesia. Defendemos que no sólo se investigue a la Iglesia católica sino a cualquier institución.
Miguel Hurtado se formó en España, donde estudió Medicina y se especializó como psiquiatra. Encontró trabajo hace diez años en el sistema público de salud británico, el National Health Service (NHS). Primero estuvo destinado en el hospital King's College, en Southwark, en la zona sur de Londres, y ahora trabaja en el Centro de Salud Mental Infanto-Juvenil del condado inglés de Surrey, adonde viaja cada día desde su domicilio en la capital británica. Ha lanzado su campaña en un momento para él complicado, cuando se está mudando desde el piso compartido donde vivía hasta ahora, a una casa que se ha comprado en Londres.
Detalla que como psiquiatra infantil y juvenil de la sanidad pública británica tiene un cupo de 150 chicos y chicas de su zona, y que cada día pasa consulta a unos seis o siete.
P.— ¿Qué tipo de casos tiene?
R.— Con la pandemia, ha habido una eclosión de problemas de salud mental en los niños y jóvenes.
P.— ¿Le han llegado casos de niños y jóvenes que hayan sufrido abusos sexuales, como usted?
R.— Sí. Chicas y chicos. Pero en Inglaterra hay un servicio especializado para abusos sexuales y no todos los casos llegan al Centro de Salud Mental Infanto-Juvenil. Yo me encuentro problemas de coordinación. Hace falta que tanto en Inglaterra como en España y el resto de países se extienda un modelo que funciona ya en países nórdicos: una Casa de los Niños donde están integrados todos los servicios, de forma que una víctima sexual no tenga que ir de un lado a otro, de la Fiscalía a los servicios sociales y de allí al médico. Se ha empezado tímidamente en Cataluña, y debería extenderse a toda España.
"Hace falta que se extienda el modelo nórdico de Casa de los Niños donde estén integrados todos los servicios"
El psiquiatra Hurtado resalta que hay muchos abusos sexuales a varones menores de edad que no se detectan debido a que los chicos cuentan menos que las chicas lo que les ha pasado. Pesa sobre ellos "el modelo de masculinidad que dice que los hombres no lloran y se defienden solos". "La mayoría de víctimas de delitos sexuales son chicas, pero hay más chicos de lo que se cree. Es una minoría infradiagnosticada", avisa.
"La mayoría de víctimas sexuales son chicas, pero hay más chicos de lo que se cree. Es una minoría infradiagnosticada"
"Por eso siento que, como superviviente de abusos sexuales, tengo la responsabilidad de contar mi experiencia todas las veces como sea necesario para que no ocurra en el futuro, para que esos chicos vean que no pasa nada por contarlo y pedir ayuda, que no van a ser menos hombres por eso, que no es un oscuro secreto que no pueden contar a nadie. Es muy importante verte reflejado: si el que cuenta la historia de abuso se parece a ti, te sientes identificado y es más sencillo romper el silencio y explicar lo que te ha sucedido", explica.
Decidió convertirse en activista y exponerse mediáticamente, pero aclara que "no todo el mundo está preparado psicológicamente" para dar la cara y que "no hay que presionar a ninguna víctima para que hable diciéndole que es su obligación denunciar".
En el texto de su campaña ha contado que cuando era más joven, los responsables de Montserrat le ofrecieron a él y a su familia 7.200 euros en negro para que dieran por zanjado los abusos, que como delito ya habían prescrito. No aceptó que compraran su silencio. Años después, hizo público su caso y se convirtió en militante contra la pederastia en España.
P.— ¿En qué consiste la Comisión de la Verdad que propone como la de Australia? ¿Qué diferencia tendría con una comisión del Parlamento?
R.— No se ha hecho nunca en España. La diferencia es si queremos que se investigue la punta del iceberg... O todo el iceberg. La comisión parlamentaria está pensada para la punta del iceberg, no para resolver el problema. En cambio, la Comisión de la Verdad, externa y liderada por expertos independientes, sirve para que aflore todo, porque se dedica a ello exclusivamente, hace búsqueda activa, abre canales de comunicación. La víctima acude a ella a dar su testimonio en un entorno reparador y sanador, pone su trauma en palabras y ese testimonio queda recogido, documentado. Cuando la Comisión de la Verdad acaba su tarea, publica un informe con las cifras de niños violados, violadores, abusadores, encubridores, durante cuánto tiempo, en qué centros. Hace una radiografía, crea una base de datos y entrega ese informe en el Parlamento en un acto público al que acude el Gobierno, el Congreso en pleno, las asociaciones de víctimas. Es un acto oficial de reparación en el que el Estado dice que nunca más miraremos a otro lado, que el prestigio de una institución no puede estar por encima de nuestros niños.
P.— ¿Por qué propone el modelo de la Comisión de la Verdad que hubo en Australia?
R.— El discurso que dio el primer ministro de Australia pidiendo disculpas después del informe de la Comisión de la Verdad tuvo un valor simbólico y reparador muy potente. Fue hacer una raya: a partir de aquí, nunca más.
P.— ¿Qué plazo tiene que tener?
"Una comisión parlamentaria son 6 meses, pim, pam, pum y cerramos. Una Comisión de la Verdad dedica años"
R.— Depende de cuántas víctimas haya. Una Comisión de la Verdad externa tiene que tener un plazo delimitado también, pero su trabajo se desarrolla durante varios años. En países muy golpeados, como en Irlanda, han tardado años. Una comisión de investigación parlamentaria son seis meses de trabajo, pim, pam, pum y cerramos. Una Comisión de la Verdad dedica años.
Dos modelos de investigación
FRANCIA. La Conferencia Episcopal de Francia encargó a finales de 2018 una investigación a una Comisión Independiente sobre Abusos en la Iglesia Católica (Ciase). En octubre de 2021 entregó un informe estremecedor: en siete décadas, desde 1950, al menos 216.000 menores fueron víctimas de pederastia "sistémica" en la Iglesia católica francesa (el 80%, varones, la mayoría de entre 10 y 13 años), que suben a 330.000 si se incluyen los abusos cometidos por laicos integrados en actividades religiosas. Los sacerdotes abusadores fueron como mínimo "entre 2.900 y 3.000", un 3% de los eclesiásticos.
AUSTRALIA. El Gobierno estableció en enero de 2013 la Real Comisión sobre Respuestas Institucionales al Abuso Sexual Infantil. Este órgano de expertos independientes entregó su informe de datos y recomendaciones en diciembre de 2017, tras cuatro años de audiencias públicas. El 22 de octubre de 2018, el primer ministro, Scott Morrison, pronunció en el Parlamento un discurso para pedir perdón a las víctimas en nombre del pueblo de Australia.
Miguel Hurtado no es padre, pero cuenta que entre sus amigos de España y Londres tiene muchos con niños y que ellos le están dando las gracias por su lucha. "Me dicen, 'estás ayudando a proteger a mis hijos'. Si conseguimos una ley más dura con los encubridores y que amplíe los plazos de prescripción, estamos creando una red de protección pública para evitar los abusos. Como el aire sin contaminar".
P.— ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar con su campaña?
P.— Es un proyecto de vida. Una vocación. En España hay trabajo para décadas. En Estados Unidos se cumplen veinte años ahora de la investigación del Boston Globe que sacó a la luz la extensión de los abusos sexuales en su diócesis, y siguen saliendo casos.
P.— ¿Le gustaría dar el salto a la política? ¿En qué partido? ¿Se lo han propuesto?
R.— No me interesa dar el salto a la política. Creo que desde el activismo puedo hacer un lobby más efectivo. La protección a la infancia es transversal y se puede y debe defender desde todas las ideologías.
P.— ¿Es religioso?
R.— Siempre digo que he abandonado una religión por otra. Hace años era católico. Ahora mi religión es defender los derechos humanos.
Dice que lleva una vida estresante, entre la psiquiatría en la sanidad pública en Inglaterra y su activismo para pedir justicia contra la pederastia. Desconecta de las miserias del mundo yendo al West End londinense "a ver musicales como El rey león o Aladdin, viendo una película en el cine los viernes" y sentándose en casa cuando vuelve del trabajo "para escuchar música soul o country". Necesita la paz del silencio buscado, no la ley del silencio impuesto. Callar por elección cuando quiere ser sólo Miguel. El doctor Hurtado.
P.— ¿Conocen su caso en su centro de trabajo en Inglaterra?
R.— No, porque no ha surgido. No lo he dicho.
El diputado Cuatrecasas, padre de víctima
Juan Cuatrecasas Asua (1965) es diputado del PSOE por La Rioja y presidente de la Asociación Infancia Robada, de la que fue portavoz Miguel Hurtado. Cuatrecasas lleva once años luchando por hacer justicia contra la pederastia eclesial y de otros ámbitos. Tantos años, dice el parlamentario a EL ESPAÑOL | Porfolio, como los que han pasado desde que su hijo le contó a él y a su mujer en mayo de 2011 que algunos compañeros de clase lo acosaban y un profesor había abusado sexualmente de él, en un colegio de la orden católica del Opus Dei en Lejona (Vizcaya).
Cuenta el diputado, padre y activista antiabusos que el sufrimiento y las secuelas que han sufrido su hijo y la familia son inmensos, agravados por el hecho de que nadie les pidió jamás perdón ni se interesó por ellos y encima la dirección del colegio "acusó a la víctima de estar loco y ser el verdugo", pese a que el Tribunal Supremo ratificó la condena de dos años al profesor.
Cuatrecasas explica que "es cuestión de días" que en el Parlamento se pongan de acuerdo sobre las dos propuestas de comisiones de investigación que hay. Lo importante, señala, es que haya consenso de todos los partidos para apoyar a las víctimas "que llevan años sufriendo" y que esa investigación abarque no sólo a la Iglesia católica sino a cualquier otra institución o entidad que trate con niños y adolescentes, "sea un gimnasio, una federación deportiva o los boys scouts".
Dice que "es una buena noticia que la Fiscalía General del Estado haya dado instrucciones a todas las fiscalías para que le remitan los casos incoados que conozcan", para integrar la investigación. Si no ha habido hasta ahora una investigación integral en España es, dice, como rémora de "la dictadura nacional-católica" franquista y el peso de "los obispos negacionistas".
Frente a ellos, aplaude que desde dentro de la Iglesia haya voces que, en línea con el papa Francisco, pidan investigar y revelar el alcance total de la pedofilia. "España va a ser el último país en hacerlo", dice el diputado socialista, y recuerda el ejemplo de Francia, cuya investigación cifró en 330.000 los casos de menores abusados entre 1950 y 2020. La Conferencia Episcopal Española dijo en abril que sólo tiene constancia de 220 denuncias contra sacerdotes en veinte años.
Cuatrecasas, voz del PSOE sobre protección de la infancia, espera que esta vez el movimiento sea irreversible y pide a la Conferencia Episcopal que se una y abandone su "victimismo": "Yo no soy anticlerical, no queremos acabar con la Iglesia", afirma. Detalla que a través de su asociación y de otros colectivos ha conocido más de veinte casos de abusos sexuales en centros educativos de órdenes religiosas, de "salesianos en Bilbao, maristas en Cataluña, jesuitas en Gijón", y también procedentes del ámbito familiar y otros.
Y su hijo, ¿cómo está hoy? "Tiene 24 años, estudia Derecho y saca buenas notas", dice su padre. Alerta de que otras víctimas de abusos sexuales sufridos en la infancia o la adolescencia lo tienen más difícil para salir adelante. "Las consecuencias no se pasan como la gripe con un paracetamol. Duran de por vida. Hay gente que lo sobrelleva, y otra que no tiene apoyo económico y familiar, y están en un agujero negro del que no salen. Necesitan empatía y cercanía".