Reunión entre el presidente de EEUU, Joe Biden y el presidente chino, Xi Jinping, en San Francisco, el pasado noviembre.

Reunión entre el presidente de EEUU, Joe Biden y el presidente chino, Xi Jinping, en San Francisco, el pasado noviembre.

LA TRIBUNA

¿Arruinó Biden el acercamiento a China por llamar a Xi "dictador"?

La cumbre de San Francisco supone un paso en la buena dirección para que EEUU y China alcancen una coexistencia pacífica y consensúen las normas del orden internacional.

8 diciembre, 2023 01:50

Tal como dijera Josep Borrell, "sin cooperación entre los EEUU y China los problemas del mundo no tienen solución". Se mire donde se mire, en efecto, la cooperación entre los Estados, y en primer lugar entre las dos grandes potencias, es indispensable para resolver los problemas con lo que el mundo se enfrenta.

Podemos dividir éstos en tres partes.

En primer lugar, mantener la paz entre las grandes potencias, evitando el riesgo de una hecatombe nuclear.

Segundo, mantener el progreso económico en el mundo.

Tercero, los grandes retos globales, empezando por el cambio climático, las pandemias o la inteligencia artificial.

Joe Biden, el pasado 16 de noviembre, durante la rueda prensa en la que afirmó que Xi Jinping es un dictador.

Joe Biden, el pasado 16 de noviembre, durante la rueda prensa en la que afirmó que Xi Jinping es un dictador. Reuters

Hay que felicitarse de que en todos los terrenos se hayan dado pasos significativos en la reciente cumbre de San Francisco entre los presidentes de EEUU y China. En lo tocante al mantenimiento de la paz, se han restablecido las comunicaciones entre las fuerzas armadas de ambas potencias, cortados por China tras la visita de la presidenta de Nancy Pelosi a Taiwán en agosto del pasado año.

Y se ha confirmado que los presidentes están dispuestos a entrar en contacto telefónico en cualquier momento (restablecimiento del "teléfono rojo"). Logro que Biden dijo, días atrás, haría por sí solo que la cumbre fuera un éxito.

Respecto a Taiwán, el tema que más fácilmente puede llevar a un conflicto bélico, Biden ha reiterado que EEUU mantiene la política de una sola China, desea una solución pacífica y pide contención militar en el estrecho de Taiwán. Xi ha insistido en la pretensión china de que EEUU deje de armar a Taiwán y en la convicción de que la reunificación es imparable. Según la prensa china, Xi mencionó los escenarios en que China usaría la fuerza, sin entrar en ellos.

Es de suponer que mientras Taiwán no de pasos inequívocos hacia la independencia y China no ponga una fecha para la reunificación se mantendrá el statu quo. En vísperas de la cumbre el nuevo jefe de la Junta de Jefes de Estado Mayor norteamericana. Charles Brown, declaró que no cree que Xi vaya a atacar a Taiwán, sino que intentará resolver el problema por otros medios. En todo caso, será necesario que las tres partes implicadas hagan gala de gran inteligencia y prudencia para que el contencioso se resuelva pacíficamente.  

La economía, incluyendo la tecnología, ha sido causa de los mayores desencuentros entre EEUU y China desde que Trump iniciará la guerra arancelaria. En los contactos preparatorios de la cumbre se crearon, en septiembre pasado, un grupo de trabajo sobre economía y otro sobre finanzas, con el propósito de normalizar las relaciones.

"China pide que EEUU levante las sanciones unilaterales que ha impuesto y cree un entorno justo y no discriminatorio para sus empresas"

En la cumbre se acordó intensificar las consultas en estos campos, incluyendo el control de exportaciones. Xi dijo que las restricciones tecnológicas no reducen el riesgo ("derisking"), sino que lo aumentan. Y añadió que intentar evitar el progreso de la ciencia y la tecnología chinas equivale a negar al pueblo chino el derecho al desarrollo.

China pide que EEUU levante las sanciones unilaterales que ha impuesto y cree un entorno justo y no discriminatorio para sus empresas. China entiende que de verse reducida a una potencia tecnológica de segunda división quedaría militarmente a merced de EEUU, lo que le resulta, obviamente, inaceptable.  

Xi se reunió con un buen número de los principales empresarios americanos, que siguen muy interesados en el mercado chino. Sus presiones, junto a las de los aliados europeos y asiáticos de EEUU, que dependen mucho más que este último del mercado chino, llevaron a Washington a abandonar el "decoupling", o corte radical de la relación económica con China, para pasar al "derisking", concepto aún en proceso de definición, pero en principio limitado a consideraciones de seguridad nacional.

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No sólo los países desarrollados aliados de EEUU se ven perjudicados por el deterioro de las relaciones económicas entre las dos grandes potencias, sino el mundo entero. La directora general de la OMC, Ngozi Okong Iweala, ha señalado que el comercio internacional ha sido el principal factor en la reducción de la pobreza global las últimas décadas. Y que los países más pobres son los que más sufrirían si el mundo se dividiera en dos bloques económicos encabezados por EEUU y China.

La guerra de Ucrania ha puesto de manifiesto la inhibición del ahora llamado Sur Global a la hora de imponer sanciones a Rusia, negándose a seguir a EEUU y sus aliados. La guerra de Gaza refuerza esta tendencia.

En ese contexto, el ulterior deterioro de la economía mundial sería muy resentido por el Sur Global, aumentando su desconfianza hacia los países ricos. EEUU, por otra parte, se resiste a abrir su mercado mediante acuerdos comerciales multilaterales, porque supondrían la pérdida de puestos de trabajo.

No sólo Trump se dio de baja de la Trans Pacific Partnership (TPP). Biden se ha negado a regresar a su nueva versión, la Comprehensive and Progresive Trans Pacific Partnership (CCTPP). Y retiró a última hora el proyecto que EEUU iba a presentar en esta cumbre de la APEC para transformar el Indo Pacific Economic Framework (IPEF), sucedáneo norteamericano de la TPP, de una declaración de principios en un verdadero acuerdo comercial, dada la oposición de senadores demócratas por el temor a la pérdida de puestos de trabajo que iba a conllevar.

"Este año, según el FMI, China aportará un tercio del crecimiento económico global"

El abandono por EEUU de la ideología económica liberal, fundamento del órden económico creado en 1945, para abrazar el proteccionismo y la política industrial, va contra los principios de la APEC y los intereses de sus miembros. China, en cambio, levanta la bandera del multilateralismo y se unió el año pasado a la Regional Economic Comprehensive Partnership (RCEP). Este año, según el FMI, China aportará un tercio del crecimiento económico global. 

Entre las amenazas que afectan a toda la humanidad, el cambio climático se ha convertido los últimos años en la más acuciante. El diálogo entre las dos grandes potencias en la materia se reanudó en julio, tras haberse roto en agosto del pasado año por China, otro efecto de la visita de Pelosi a Taiwán, desaconsejada por Biden. La airada reacción china a esta visita revela el carácter de prioridad absoluta que da China a la cuestión de Taiwán.

Uno de los logros más significativos de la cumbre ha sido la publicación, el día anterior a ella, del comunicado conjunto en el que EEUU y China se comprometen a cooperar en la lucha contra el cambio climático, dado que ellos son los dos principales emisores de gases de efecto invernadero y los que disponen de más medios económicos y técnicos para su reducción.

La prevención de epidemias, una amenaza global presente en la memoria de todos tras los quince millones de muertos ocasionados por la Covid-19, requiere igualmente el esfuerzo común. Otra señal positiva de la cumbre en materia de salud ha sido la creación de un grupo de trabajo para luchar contra el tráfico de materias primas del fentanilo que salen de China y contribuyen al elevado número de víctimas que esta droga provoca en EEUU. Se ha acordado también la creación de otro grupo de trabajo para analizar la problemática de la inteligencia artificial.

Uno de los aspectos más significativos de la cumbre se produjo en la conferencia de prensa que dio Biden. En respuesta a una pregunta dijo que Xi es un dictador, dado que China tiene un sistema de gobierno comunista, totalmente distinto del americano.

Cuando hablamos de valores básicamente nos referimos al sistema político y a los derechos humanos. Estados con sistemas de valores diferentes pueden hacer dos cosas: constatar la diferencia ("rivalidad sistémica" en el lenguaje de la Unión Europea) y seguir adelante intentando resolver cuestiones de interés común, o exigir cambios en los valores de la otra parte como cuestión previa.

Biden ha optado por la primera de estas opciones, en coherencia con su afirmación de que EEUU no persigue el cambio de régimen en China.

De intentar la segunda de estas vías, lo hiciera EEUU o China, el rechazo de la otra parte sería inevitable y la diplomacia quedaría cegada, no siendo posible alcanzar ningún acuerdo. Xi repite una y otra vez que las relaciones entre China y EEUU deben basarse en el "respeto recíproco"; es decir, la aceptación por EEUU de que China tiene un sistema de valores distinto al americano, sin pretender cambiarlo.

Al reconocer el hecho incontrovertible de que China es una dictadura comunista, Biden admitió que se puede llegar a acuerdos con ella, como ocurrió en San Francisco, sin que la disputa ideológica entre democracia y autoritarismo lo impida. Puro sentido común.

A corto plazo ambas potencias necesitaban frenar la deriva negativa de la relación bilateral. Biden porque añadir un tercer frente a los dos que tiene abiertos, Ucrania y Gaza, le complicaría mucho la vida, máxime a menos de un año de la elección presidencial. Xi Jinping porque la recuperación económica de China tras la pandemia es más lenta de lo esperado y para limitar en lo posible las sanciones americanas.

"El mundo necesita que EEUU y China dejen de verse como enemigos irreductibles y gestionen sus diferencias"

Pero más allá de estas consideraciones y de los acuerdos logrados, la confianza estratégica entre las dos grandes potencias es escasa. Si EEUU recela ante el auge de China en todos los órdenes, China resiente el intento americano de frenar sus ascenso.

En marzo de 2021 Joe Biden dijo: "China persigue el predominio económico, luego el militar y el cambio del orden internacional. No lo conseguirá mientras yo esté en el poder". Xi Jinping afirmó en marzo de este año: "Los países occidentales, encabezados por EEUU, quieren cercar, contener y reprimir a China".

Ambas partes rechazan las acusaciones de la otra. China niega que persiga la hegemonía global, y Xi Jinping ha dicho en San Francisco que "el planeta tierra es lo suficientemente grande para acomodar el éxito de ambos, y el éxito de uno es una oportunidad para el otro". EEUU ha negado que pretenda frustrar el crecimiento económico y tecnológico de China.

Pero ninguna de las partes acepta los desmentidos de la otra. Para China, Trump inició la guerra económica contra ella con los aranceles punitivos, mantenidos por Biden. Quien intenta, además, coartar su avance tecnológico, ha añadido una dimensión ideológica al conflicto y está reforzando sus alianzas militares en el Pacífico. Para EEUU hay que buscar el origen del enfrentamiento en las prácticas económicas chinas y en su asertividad militar en los mares vecinos y en especial hacia Taiwán.

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En su encuentro con los empresarios Xi Jinping planteó la cuestión de la confianza estratégica cuando dijo: "La cuestión número uno es: ¿somos adversarios o socios? Si una parte considera a la otra el mayor rival, el desafío político más significativo y una amenaza permanente, eso conducirá a políticas equivocadas, a acciones equivocadas y a resultados equivocados. China quiere ser socio y amigo de EEUU".

Es esencial, en efecto, que las dos partes restablezcan la confianza estratégica. Para ello cada una debe hacer lo suficiente para ganarse a la otra. La recuperación de un diálogo fluido es el punto de partida. La cooperación en temas de interés común, empezando por uno tan candente como el cambio climático, puede contribuir decisivamente a ello.

El mundo necesita que EEUU y China dejen de verse como enemigos irreductibles y sean capaces de coexistir pacíficamente, gestionando sus diferencias, consensuando las normas del orden internacional y proporcionando liderazgo para la superación de los retos globales.

En San Francisco se ha dado un paso en la buena dirección. Esperemos que tenga un seguimiento más afortunado que el que se dio hace un año en Bali.

*** Eugenio Bregolat es diplomático y exembajador de España en China.

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