Pesadillas: ¿Por qué existen?
Noticias relacionadas
Las pesadillas, como todo el mundo sabe, son sueños desagradables que pueden causar respuestas emocionales negativas, tales como miedo, ansiedad, o pena. Cuando una persona tiene una pesadilla, suele verse en situaciones de peligro, terror, etc. con tendencia a una dificultad de conciliación del sueño una vez se ha despertado.
Las causas de las pesadillas pueden ser físicas (como tener fiebre) o psicológicas (como estrés), ya que la actividad metabólica del cerebro aumenta. Sus repercusiones tienden a ser trastornos del sueño (entre las cuales destaca el insomnio, que también puede dar pesadillas) y en ocasiones es preciso la ayuda médica.
Aún no se sabe a ciencia cierta por qué soñamos, aunque se ha sugerido que los sueños pueden deberse a la interpretación que hace el cerebro de ciertos impulsos eléctricos, los cuales utiliza para procesar la información que hemos recibido durante el día, ayudándonos a comprender (y solucionar) nuestros asuntos y alertándonos de que nuestros niveles de estrés son altos.
Las pesadillas también pueden deberse a la toma de determinadas drogas (así como durante el llamado síndrome de abstinencia). También podemos sufrirlas a causa de eventos traumáticos que han condicionado nuestras vidas de forma significativa, reviviéndolos de nuevo, a veces incluso en mayor medida.
Por increíble que parezca, hay estudios que demuestran que el 75% del contenido de nuestros sueños (y siempre soñamos, aunque no siempre lo recordemos) es negativo. Los sueños (y, por lo tanto, las pesadillas), constan de emociones, pensamientos e imágenes que suelen darse durante la llamada fase REM (Rapid Eye Movement). Los ciclos REM acostumbran a prolongarse a medida que avanza la noche, de modo que es más común tener pesadillas cuando va llegando la mañana.
De acuerdo con ciertas investigaciones, se cree que las pesadillas, contrariamente a lo que se piensa, pueden resultar altamente beneficiosas, pues fomentan la supervivencia y favorecen la evolución. Esto se debe a que hacen hincapié en asuntos en los que deberíamos centrarnos para mejorar nuestras vidas. Nos advierten de los posibles peligros a los que podemos enfrentarnos para que sintamos ansiedad al respecto y tratemos de solucionarlos.
La incidencia de las pesadillas es de aproximadamente una vez al mes. Aunque no son comunes en niños menores de cinco años, se dan mucho en los años posteriores (un 25% tiene pesadillas al menos una vez a la semana), siendo especialmente frecuentes en la adolescencia, y menos comunes en la edad adulta.
En cuanto a la interpretación de las pesadillas, Sigmund Freud realizó estudios con sus propios sueños para conseguir este objetivo. Finalmente declaró que los sueños constan de una imagen “manifiesta” en la que lo que verdaderamente se “quiere” soñar queda censurado (deformación onírica). Esta censura es intencionada por el propio subconsciente. Aún así, este tema constituye algo muy ambiguo que todavía se está investigando. No obstante, sí que se han hecho algunas sugerencias, como, por ejemplo, las que aluden a la muerte. Se cree que soñar con la muerte de un ser querido significa que buscamos signos de aprecio por su parte, ya que nos hallamos faltos de ellos. Por otro lado, soñar que un conocido fallece puede implicar que dicho conocido ya no forma parte de nuestras vidas.