Constantino de Grecia tuvo el honor o la desgracia de ser el último rey de Grecia. Grandes nombres se graban en la historia de los reinados de la península helena, empezando por Alejandro Magno y terminando por Otón II, que fue el primer monarca de la dinastía a la que pertenecía el soberano no reinante que acaba de fallecer.
El hermano pequeño de la Reina Sofía ha muerto a los 82 años en el hospital Hygia de Atenas, tras sufrir hace unos días un derrame cerebral en su casa de las afueras de la capital griega, donde residía desde que su salud le obligó a vender su mansión de Porto Helli y trasladarse a la ciudad para tener el centro clínico más cerca.
A su lado, estaban su esposa, Ana María de Dinamarca, sus cinco hijos y sus dos hermanas, Sofía e Irene; la primera viajó el viernes desde Roma, ciudad a la que había acudido para representar a España en el funeral de Benedicto XVI, aunque su intención era celebrar la Pascua Ortodoxa junto con su hermano y su familia, pero se ha encontrado con este triste desenlace.
Lo cierto es que la salud de Constantino de Grecia era delicada desde hacía varios años. El que fuera soberano de los griegos llevaba desde hacía años con muchos problemas de movilidad y de dolor, lo que le obligaba a desplazarse en silla de ruedas. En los últimos tiempos había pasado por varias operaciones de corazón y sufrió un primer derrame cerebral en 2017, lo que le mantuvo en cama durante varios meses.
En diciembre de 2021 estuvo en el mismo hospital en el que ha fallecido por culpa de una neumonía, de la que salió airoso, cosa que también consiguió tras contagiarse de coronavirus unos meses después. A pesar de ello, fue capaz de asistir, en octubre del 2021 a la boda de su hijo menor, Felipe con Nina Flohr, el primer enlace real que se permitía celebrar en suelo griego después del golpe militar de los coroneles, en 1967, que mandó al exilio a la familia real al completo; siendo el de Constantino el reinado más corto de la historia griega, ya que sólo duró nueve años.
Constantino de Grecia siempre ha sido el ojito derecho de la reina Sofía. Desde que nació, en la casa familiar de Psykhikó, en Atenas, en junio de 1940, la emérita y su hermano menor mantuvieron una estrecha relación que se ha conservado a lo largo de los años. Tanto es así, que en uno de los momentos más difíciles de la vida de la madre de Felipe VI, cuando saltó a la luz tras el incidente de Botsuana en abril de 2012 toda la historia de Corinna Larsen y su marido, Juan Carlos, ella se marchó a Grecia para refugiarse en la casa de su hermano, aunque decidió volver a Madrid poco después al darse cuenta del delicado estado de salud del emérito.
No se puede decir que la vida de Constantino de Grecia haya sido feliz, por lo menos políticamente hablando. Cuando todavía era un bebé, tuvo que marcharse junto con sus padres, los entonces príncipes herederos Pablo y Federica, y sus dos hermanas Irene y Sofía a su primer exilio, parando primero en Alejandría, Egipto y terminando en Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, donde nace la pequeña de la familia. Fue una época llena de incertidumbre donde, además, se puede decir que la familia real griega pasó penurias, ya que vivían con lo que les mandaba el Gobierno griego instalado en Londres tras la ocupación nazi de Grecia.
Al finalizar la II Guerra Mundial, la familia regresa a su país con la restauración en el trono de su tío, el rey Jorge II, pero un año más tarde, tras un plebiscito, es su padre, Pablo I quien es coronado rey de todos los griegos. No era una misión fácil la del nuevo soberano, ya que el país se encontraba destrozado tras la contienda mundial, pobre y atrasado. Y la guerrilla comunista sembraba el pánico por todo el territorio.
El padre de la Reina Sofía puso todo su empeño personal en levantar el país y consiguió que el Plan Marshall llegará también a las islas griegas, convirtiéndolo en un punto de especial interés para el turismo internacional. Pero fue su madre, Federica, la que diseñó un cuidado y estudiado plan para construir una imagen internacional y atractiva del joven y guapo Constantino, educado en el país en la escuela Anavryta, que seguía los postulados pedagógicos de Kurt Hahn, y que representaba un futuro moderno y prometedor de la familia real griega. La guinda del pastel la obtuvo la reina helena cuando su hijo ganó, en los Juegos Olímpicos de Roma, la primera medalla de la historia del país en 1960.
Pero con lo que no contaba la poderosa Federica de Hannover, -de ahí la relación entre doña Sofía y Ernesto de Hannover-, era con quedarse viuda tan joven y de forma tan repentina. Su marido, al que amaba profundamente, murió en 1964 a causa de un cáncer de estómago, lo que hizo recaer la corona griega en este joven con poca experiencia, inexperto y que reinó bajo la fuerte influencia de su madre, una mujer con mucho carácter y determinación (muchos achacan este don a la madre de Felipe VI en su misma determinación a la hora de aguantar carros y carretas en su matrimonio para conseguir ver a su hijo en el trono de España).
El nuevo monarca era joven, apenas tenía 23 años, inexperto y falto de carácter. El ambiente que reinaba en el país no le ayudaba mucho, ya que había una enorme tensión en la política debido a la inestabilidad por la alta fragmentación parlamentaria. Poco antes de ser proclamado rey de los griegos, había llegado al puesto de primer ministro Georgios Papandréu, en minoría. Nada más proclamarse jefe del Estado, Constantino comenzó a chocar con el jefe del Gobierno, con el que no se llevaba nada bien y además, no dudaba en hacerlo público.
Otro gran problema de Constantino era su madre, la muy odiada reina Federica, que ya había sido criticada durante el reinado de su marido porque muchos sectores de la sociedad consideraban que tenía demasiada influencia en Pablo.
Lo cierto es que el hermano de doña Sofía estaba bastante solo, con malos consejeros y sin apenas apoyos. Pero lo que le hizo caer fue un error que cometió un año después de ser proclamado, cuando protagonizó una maniobra que terminó con la dimisión de Papandréu, que, además, reveló que su relación con el ejército era muy mala.
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Tal vez la inexperiencia, un mal consejo o las ansias de poder hicieron que Constantino abusara de sus prerrogativas constitucionales y durante dos años intervino sin parar en la política del país, sumiéndolo en un absoluto caos. Desde la barrera, los partidos políticos, que ya eran claramente antimonárquicos, miraban el suicidio del monarca sin ayudarle ni intervenir.
Así, el joven rey se negaba a convocar elecciones, a pesar de las protestas en la calle, y llegó a nombrar hasta cinco primeros ministros que no lograron el respaldo del Parlamento. La política quedó sumida en un bloqueo estéril y la gente culpó al soberano. Además, el mundo se encontraba en plena Guerra Fría, con muchas conspiraciones a sus espaldas. Triunfando la que tuvo lugar el 21 de abril de 1967, llamada 'El golpe de los coroneles'. Constantino la apoyó en un primer momento y eso le costaría la Corona, ya que la no intervención de Estados Unidos le dejó vendido en el contragolpe que él intentó unos meses después.
"Hijo, márchate, un rey de Grecia siempre vuelve", le aconsejó su madre, la reina Federica. Y así lo hizo, marchándose a toda prisa a Roma, su primera etapa del exilio. Y lo hizo de una forma tan precipitada que el que ya era entonces su cuñado, el príncipe de España Juan Carlos de Borbón, le mandó a la capital italiana una serie de trajes para que tuviera un buen armario.
Constantino y su familia se instalaron en Villa Polisena, propiedad de otro rey sin corona, Víctor Manuel. Y desde allí intentó mediar con el Gobierno militar griego, que fingía desear su regreso, pero no estaba dispuesto a aceptar sus demandas. En particular la de la convocatoria de elecciones libres.
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También le traicionaría en 1974, una vez caída la dictadura de los coroneles, Constantinos Karamanlis, quien tan cercano al rey se había mostrado durante los años de Gobierno en el exilio.
El dirigente conservador le asestó la puñalada definitiva cuando convocó el referéndum para que los griegos eligieran entre monarquía o república, desplegando una campaña sin participación de los monárquicos. Aun así, el resultado fue tan demoledor que Constantino, desde Londres, aceptó resignado que sus días como rey habían acabado para siempre.
La república en Grecia
La familia real griega permaneció seis años en la capital italiana, donde nació su hijo Nicolás. Con la instauración de la república en Grecia se trasladaron a Dinamarca, país del que Ana María es princesa; ya que es hermana de la actual soberana danesa, Margarita.
Tras el golpe que supuso para él que los griegos eligieran la república frente a la monarquía en un plebiscito, se decantó por Inglaterra para vivir su exilio definitivo. Hay que tener en cuenta que Felipe de Edimburgo, marido de Isabel II, era primo de Constantino, por lo que la familia real británica les acogió bajo su ala. En Londres la familia residía en el exclusivo barrio de Hampstead, donde se criaron sus tres hijos mayores, Alexia, Pablo y Nicolás; y nacieron los pequeños Theodora y Felipe.
Pero sus problemas en Grecia no cesaron, pues cuando murió la reina Federica en 1981, sólo les permitieron permanecer unas horas en territorio heleno y en 1994, con el socialista Papandréu en el poder, les confiscaron sus bienes, despojando al exmonarca de pasaporte y nacionalidad. Apeló al tribunal de Estrasburgo, que condenó al Estado griego a indemnizar con 13,5 millones de euros a Constantino y su familia. Pero a partir de 1990, con los conservadores en el poder, las aguas fueron volviendo a su cauce, hasta que en 2013 el exrey pudo regresar a su patria.
Durante los años de exilio londinenses los griegos recibían las constantes visitas de los Borbón y Grecia. Porque la relación de ambas familias ha sido siempre muy intensa. También la que mantuvo Constantino con su cuñado Juan Carlos, con el que se llevaba fenomenal al comienzo del matrimonio con Sofía, pero del que se distanció en la década de los 90, reconciliándose en Madrid, en enero del 2018 cuando el griego viajó a España para celebrar el 80 cumpleaños del emérito.
Dice una de las leyendas 'royals' europeas más famosas que Constantino ejerció, en junio de 1961, como celestino entre su hermana doña Sofía y Juan Carlos durante la boda de los duques de Kent, en Londres. Tras el enlace, pronto se hicieron amigos, ya que tenían una edad parecida y ambos amaban el mar y la vela.
Tras la llegada al trono de Juan Carlos y con Constantino en el exilio británico, la familia real griega viajaba con frecuencia a España, hasta el punto de que sus hijos mayores, Pablo, Alexia y Nicolás, se criaron con Felipe VI y las infantas, Elena y Cristina. En los 80 los griegos pasaban los veranos alojados en Marivent, donde les trataban a cuerpo de rey y salían a navegar a diario en el yate Fortuna. Lo mismo ocurría en Navidad, cuando se instalaban en Zarzuela, compartiendo con la familia real española todas las celebraciones. Juan Carlos les recibía con agrado, pues a Sofía le hacían feliz y se sentía acompañada.
Constantino de Grecia fue una de las personas que más veces llamó al palacio de La Zarzuela la noche del 23-F
Lo cierto es que fue Constantino de Grecia una de las personas que más veces llamó al palacio de La Zarzuela la noche del 23-F, uno de los momentos más difíciles en el reinado de Juan Carlos I; tanto para interesarse por su hermana y sus sobrinos, como para hablar con el entonces Rey. Y sin duda, en la cabeza del emérito ese día mucho tuvo que pesar el destierro que sufría en ese momento su cuñado por su errónea actuación en el golpe militar.
Pero en los años 90, la relación entre los dos reyes se torció por culpa de tres mujeres. La primera fue la reina Sofía, ya que Constantino empezaba a ver como humillantes hacia su hermana los escarceos amorosos de su cuñado. La segunda fue la periodista británica Selina Scott, que realizó un documental sobre el monarca español en 1991 y cuyo mediador fue el griego, amigo de la periodista. En dicho reportaje se veía un Rey entre motos de alta cilindrada, en el yate Fortuna, en Zarzuela rodeado de jardines… en definitiva, una imagen muy frívola que levantó una gran polémica y que no gustó nada al Rey y mucho menos al que era por aquel entonces su jefe de la Casa, Sabino Fernández Campo, que tachó al heleno hasta de "traidor".
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Y la tercera mujer que rompió la relación entre Constantino y el emérito fue Marta Gayá, cuya relación con Juan Carlos era un secreto a voces y que supuso una gran bronca entre ambos en el palacio de Marivent el último verano que los griegos visitaron Mallorca con toda la familia reunida dentro en agosto de 1992.
El padre de Felipe VI fue el gran ausente en las celebraciones de los 50 años de la muerte del Rey Pablo en 2014, actos a los que sí asistió el resto de la familia real española, incluida la entonces princesa de Asturias, Letizia, que nunca ha mantenido una buena relación con la familia de su suegra. Pero parece que el tiempo lo cura todo y la presencia de su cuñado en su 80 cumpleaños en Zarzuela hizo que las viejas peleas se escondieran bajo la alfombra y ambos comieran en la misma mesa.
Nadie puede dudar de la paradoja que le tenía reservada la historia a Constantino de Grecia y a Juan Carlos de Borbón. Mientras que el primero ha podido morir en su patria, esa tierra que le repudió durante décadas haciéndole vivir alejado de ella durante casi toda su vida, el segundo vive ahora en un exilio forzado en Abu Dabi del que no sabe si podrá regresar vivo o tal vez muerto.