El huracán Corinna azota de nuevo. Este lunes, día 28 de noviembre, se ha emitido un nuevo capítulo del polémico pódcast Corinna y el Rey. Esta quinta entrega, llamada Falsa Navidad - Corrupción, espías españoles y un regalo de 65 millones de euros deja al descubierto, entre otras muchas cosas, que Juan Carlos I (84) estaba dispuesto a todo con tal de reconquistar a la que fue su novia: Corinna Larsen (58).
A lo largo de los 45 minutos que dura el episodio, lo que emana de las palabras de la empresaria germano-danesa y de algunas de las periodistas consultadas, como Ana Romero o Pilar Eyre, es la enfermiza obsesión de Juan Carlos por Corinna.
El verano de 2012, dos meses después de la caída del soberano en Botsuana, se cierra un acuerdo secreto que marcaría un antes y un después en el devenir de toda esta historia. Dante Canónica, abogado y responsable de manejar las fianzas de Juan Carlos I llama a Corinna para pedirle una reunión personal en Suiza.
Él le habla de "un regalo" de parte del Rey, que cada día se ve a sí mismo más envejecido y no para de hablar, en el ámbito privado, de su herencia y su legado. Ese "regalo" es un "donativo" de 65 millones de euros -100 millones de dólares- que se transfiere desde una cuenta de Suiza que pertenece a una fundación en Panamá. "Una práctica común de los ricos", apunta el pódcast, la de utilizar paraísos fiscales para no declarar impuestos en sus países.
"Dante me mostró el documento de donación y le pregunté de dónde venía ese dinero. Su respuesta fue que esto llevaba mucho tiempo preparado, que no había ninguna condición, que sólo era un regalo sin compromiso por todo lo injusto que había pasado conmigo. Los documentos estaban firmados por Juan Carlos. Lo acepté", declara Corinna. "Nunca salí con él por dinero, nunca pagó nuestros gastos. Fui una mujer de éxito por méritos propios", apunta Larsen.
En la primavera de 2014, Juan Carlos I, consciente de sus planes de abdicar la corona de España en su hijo Felipe (54), regresó a Londres y pidió volver a ver a Corinna. "Me desconcertó", explica la empresaria. "Pensé: 'Dios mío, ojalá no se mude aquí, porque tendría que ocuparme de este problema para siempre'".
Un día, los mayores temores de Corinna se hicieron realidad. El soberano le confirmó que estaba buscando una casa en Londres, concretamente en su barrio, Belgravia, y que la casa, en ningún caso iba a ser pagada por él, sino su por su íntimo amigo, el sultán de Omán, Qabus bin Said Al Said.
"Juan Carlos siempre le ha pedido dinero a los reyes árabes. Hussein de Jordania le regaló una villa en España, la Familia Real saudí le regaló un yate. Así ha sido siempre durante todo su reinado. Juan Carlos siempre dependió de la generosidad de otras personas". El ático que le compraron en Belgravia costó 50 millones de libras, unos 57 millones de euros. Pero la obsesión del soberano por su entonces ya exnovia llegó hasta tal punto que quiso decorar su recién adquirido penthouse como el hogar de Corinna.
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"Quiero que sea como tu piso de Londres, quiero a los mismos diseñadores, quiero que sea como tu casa: mismo sofá, persianas, suelos de mármol, el nivel de obsesión le daba escalofríos...", dice Larsen que le comentó el Rey. La situación personal e institucional del monarca era difícil, "estaba sufriendo y no estaba en un buen momento".
No fue suficiente para él, pese a todo, comprar un apartamento cerca de ella, regalarle 65 millones de euros u ofrecerle un lugar en el palacio de La Zarzuela. Juan Carlos fue más allá: le pidió matrimonio. Larsen fue clara: "¿Te has convertido al islam? No puedes pedirme matrimonio que me case contigo porque ya estás casado".