La reina Sofía (81 años) y su hermano Constantino (79) acudían con sus mejores galas a Londres el 4 de Junio 1961 para asistir a la boda del duque de Kent (84), su primo, el primer hijo de la princesa Marina de Grecia y Jorge de Kent. Entre los invitados estaba el rey emérito Juan Carlos I (82), quien por aquel entonces ya visitaba con asiduidad a la que sería su futura mujer. Mientras tanto, la madre de Sofía, la reina Federica de Hannover, y Pablo I de Grecia, se encontraban en Epiro (Grecia), una provincia por la que sentía una especial predilección.
Allí solía acudir cada año la Reina Federica a pescar truchas, tal y como explica en exclusiva a JALEOS el historiador Costas Stamatópulos. Este especialista en historia bezantina y experto en la monarquía helena ha descubierto 35 volúmenes escritos a mano del Diario de la Reina Federica (Kapon Editions), que están guardados en los Archivos Nacionales Griegos, en los que se muestra ahora una parte de su vida privada narrada por las damas de honor del servicio. Fueron depositados allí en 1973 tras el cambio del régimen afectado por la dictadura de los Coroneles el 1 de Junio de ese año indicado.
En estos cuadernos manuscritos aparecen detalles significativos sobre el día a día de Sofía hasta la pedida de mano que le realizó por entonces un joven Juan Carlos I. "El viernes 11 de junio 1961, Constantino le comunicaba a sus padres por teléfono el gran interés que Don Juan Carlos mostraba por Sofía. La pareja real parecía encantada, por lo que los acontecimientos de los preparativos para su compromiso siguieron su curso. Se celebraba la noche del 12 al 13 de septiembre 1961 a las 12:30 horas de la noche en la villa de la reina Victoria-Eugenia en Lausana", ha comentado el historiador.
"A Palo y a mí nos encantó y nos horrorizó la noticia", escribe Federica en los diarios y termina explicando lo que sigue: "Nos encantó porque Juanito, como le llamamos familiarmente, es muy guapo y apuesto. Tiene el pelo rizado, cosa que le molesta, pero que a las señoras mayores como yo nos gusta mucho. Tiene los ojos oscuros, las pestañas largas, es alto y atlético y cambia de vez en cuando, y como quiere, su encanto personal".
Ahí no se detenía la misiva: "Pero lo más importante es que es inteligente, tiene ideas modernas y es amable y simpático. Está muy orgulloso de ser español y posee la suficiente comprensión e inteligencia para perdonar con facilidad las ofensas y errores de los demás".
De los escritos se deduce que Sofía fue educada en el seno de una familia unida, aunque los frecuentes viajes de sus padres hicieron que, en ocasiones, la reina emérita se sintiera sola, aunque siempre ha tenido cerca a su inseparable hermana Irene (77). Costas relata que no debió ser una infancia fácil para monarca: "Debió de sentirse bastante sola, ya que sus padres estaban muy ocupados y a menudo ausentes con sus idas y venidas viajando en la región o en el frente".
Eso sí, los padres de la futura reina de España estaban extremadamente unidos y formaban un sólido matrimonio: "Era una unión verdadera y profunda. Es lo que afirmaban, sin excepción alguna, todos aquellos que tuvieron relación directa con ellos en el tiempo". En este punto de amor y solidez, cabe puntualizar que en ninguno de los manuscritos aparece el supuesto amante de Pablo I de Grecia, Denham Fouts. Ni una mínima mención.
A la copada agenda de los padres de la Reina hay que añadirle la predilección de Federica por Constantino, que se vio acrecentada cuando este cayó enfermo. "La enfermedad de Constantino le producía a la madre una gran inquietud, a veces la obsesionaba y provocaba una exageración en sus cuidados hacia él". Además de que era el único hijo de la familia, estaba llamado a ser el heredero.
De su madre, la protagonista indiscutible de los diarios, Sofía heredó la solidaridad y la compasión por la gente que sufre: "Son muy religiosas, de mente abierta, pero ausente de dogmatismos". Aunque el carácter de Sofía se parece más al de su padre porque, tal y como se refleja en las cartas, Federica era más temperamental y de carácter cambiante.
"No obstante, siento que comparte con su madre el sentido del servicio humanitario hacia la gente desfavorecida, pero posee un sentido político y de gran templanza que su madre no tenía", comenta el experto durante la conversación con este medio. Dentro de los diarios aparecen las actividades que llevaban a cabo la reina emérita y su hermana Irene. "Sofía participaba mucho en viajes por las regiones, a veces caminando. Otras veces se desplazaba al lomo de mulas o en jeep descubierto, siendo muy bien recibida", apunta el historiador.
Fue en 1952 cuando la ahora reina emérita acompañaba a sus padres en sus desplazamientos. Con el paso de los años, Sofía se convirtió en una apasionada de la vela. La reina practicaba frecuentemente este deporte y participaba a menudo con éxito en varias regatas en Grecia y en el extranjero. De hecho, fue miembro del equipo de vela griego en los juegos olímpicos de Roma de 1960.
Aparte de las aficiones de sus hijas Irene y Sofía, la abuela materna de Felipe VI (51) refleja cómo fue su infancia en Alemania. Nació en 1917, dieciséis años antes de que llegara al poder Hitler. A Federica la enviaron a una escuela en Inglaterra y, más tarde, a otra en Florencia que funcionaba bajo la protección de la Sociedad de Naciones. Fue entonces cuando nació su amor por Pablo de Grecia, al que vuelve a ver en casa de la Reina Elena de Rumania.
"Nada que hiciese pensar que estaba a favor de la corriente de Hitler. En el momento de la guerra es posible que sus padres buscasen interponerse a favor de Alemania", ha señalado el historiador. Y es que, se deja claro que en los libros aparecen varias cartas que Federica escribía en 1941 y en las que mostraba su total indignación y malestar hacia los alemanes y el régimen nazi.
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