Begoña Alday tras completar la Classic 6633 Artic Ultra de Canadá en marzo de 2025.

Begoña Alday tras completar la Classic 6633 Artic Ultra de Canadá en marzo de 2025. Cedida.

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Begoña Alday ha completado "la carrera más dura del mundo" y lo próximo es hacer un "Ironhuman" en la Antártida

Ha sido la primera española en terminar la Classic 6633 Artic Ultra de Canadá: 195 kilómetros a 45 grados bajo cero y arrastrando un equipo de 25 kilos.

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"Definirse es un compromiso entre el pasado y el futuro que nos nombra en el presente" afirma Begoña Alday (Vitoria, 1996) en conversación con Magas. Ella es deportista, alférez, ingeniera, capitana y actriz, pero para completar su definición habría que incluir palabras como fortaleza, entrega y resistencia

El pasado mes de febrero fue la primera española en realizar la Classic 6633 Artic Ultra de Canadá, considerada la carrera más dura y fría del mundo, en la que recorrió 195 kilómetros con sensaciones térmicas de 45 grados bajo cero mientras arrastraba un trineo con la comida, el saco y la tienda que pesaba 25 kilos.

No fue fácil. "Allí luchas con tu mente, me entró paranoia y tuve temblores por el cuerpo, pero acabé porque no quería volver para completarla", asegura. De los 22 participantes que había solo logró terminarla ella y dos personas más. Y, aun así, Alday hizo buena marca, solo tardó 60 horas, 12 menos del límite establecido por la organización.

La siguiente hazaña que pretende, en enero de 2026, es "ser la primera persona 'no man' que complete un Ironman en la Antártida": 3,9 kilómetros de natación, 180 de ciclismo y 42,2 de maratón. Hasta ahora solo lo ha hecho un danés, Anders Hofman, en el 2020. 

Ella ha rebautizado el reto como "Ironhuman" porque cree firmemente que el lenguaje juega un papel muy importante en cómo pensamos y creamos nuestras limitaciones. "¿Cómo se va a querer inscribir una niña en una competición donde el propio nombre ya le está excluyendo", apunta. 

Begoña Alday durante la Classic 6633 Artic Ultra de Canadá.

Begoña Alday durante la Classic 6633 Artic Ultra de Canadá. Cedida.

La realidad es que cuánto más larga es la distancia de las competiciones, menos mujeres se inscriben, según la asociación deportiva MAPOMA. En las carreras de 10 kilómetros la participación gira en torno a un 52%. En la media maratón (21 kilómetros) este porcentaje desciende al 33% y en maratones baja aún más hasta el 14%.

Sin embargo, estas resisten más que los hombres en los eventos de extremo rendimiento como las carreras con condiciones adversas o las ultramaratones y, por tanto, abandonan menos que ellos.

"Por lo general, cuentan con una mayor distribución de las fibras musculares de contracción lenta que no se fatigan tanto y se adaptan mejor a la resistencia", revela el Doctor Nicholas Tiller, profesor de fisiología aplicada de la Universidad Sheffield Hallam (Inglaterra) en su última revisión publicada

Competir contra ella misma

Ha practicado infinidad de deportes desde bien pequeña como fútbol, esquí, snowboard, surf, vela o parapente; e incluso en algunos ha llegado a participar en algunos campeonatos. Sin embargo, Alday mantiene que no le gusta competir, que la única lucha que mantiene es contra ella misma y que solo quiere estar en contacto con el medio.

Al ser la segunda de una familia numerosa, vio como su hermana mayor estudiaba en la universidad y rendía cuentas constantemente a sus padres por las notas. Ella no quería eso, por lo que decidió alistarse en el ejército.

Lejos de lo que la gente piensa, una vez hecha la selectividad, la nota de corte para entrar en las Fuerzas Armadas en el 2014 era superior a la de Medicina. La vasca cursó un doble grado en la Academia General Militar de Zaragoza: Ingeniería de Organización Industrial y la propia carrera castrense con asignaturas como tiro, topografía o logística.

Durante su estancia hizo el récord de arrestos en el primer año. Cuenta que es debido a padecer trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), que lo arrastra desde el colegio, donde también le ha causado problemas como suspensos o expulsiones.

Aunque no todo es malo. "Hay días que quiero quitarme la cabeza y dejarla en un cajón. Pero no es lo habitual. Creo que cuando pongo mi hiperactividad a funcionar de un modo sano y creativo soy capaz de hacer cosas increíbles", declara.

"Cuando acabé no quería trabajar de lo que había estudiado en una empresa, por eso cogí en un solo curso todas las asignaturas que se hacen en dos años y me saqué también Ingeniería Náutica para poder trabajar en barcos". No en todas las travesías ha ganado dinero, en el 2022 cruzó el Atlántico a vela de manera solidaria para recaudar fondos con los que financiar el acceso a la Universidad de las niñas pakistaníes.

Begoña Alday capitaneando el barco “Alegría Marineros Expediciones” en la Antártida.

Su vida siempre ha estado ligada al mar porque desde pequeña ha practicado surf y vela, pero su sueño realmente era embarcarse en una expedición en la Antártida. Y lo consiguió. A finales del 2023, durante cinco meses, capitaneó en el continente polar el barco 'Alegría Marineros Expediciones' mientras Netflix rodaba un documental con biólogos a bordo. 

A lo largo de sus 28 años se ha enfrentado a situaciones bastante complicadas debido a la climatología adversa en sus competiciones y trabajos o a la dificultad de las pruebas en la Academia Militar. Sin embargo, no ha sido ahí donde más ha sufrido. "El trato paternalista en el ejército, el tener que demostrar el doble que los hombres o el que no crean que capitaneo un barco por ser una mujer es lo que más daño me ha hecho", advierte la joven.

Caros desafíos

Solo la inscripción en la Classic 6633 Artic Ultra de Canadá le costó a Begoña 3.000 euros, pero al añadirle los gastos del material, el desplazamiento y el alojamiento la cantidad final rondó los 6.000 euros. No tenía suficientes ahorros, así que pactó con la organización un descuento a cambio de trabajar con ellos unos días después de la carrera.

En el "Ironhuman" ​que tiene previsto para el próximo año la temperatura media a la que se puede llegar a enfrentar rondará los 57 grados bajo cero. Pero a la vasca no le preocupan las bajas temperaturas del Polo Sur, dice que está "hecha al frío, que es su elemento", ya que hace años trabajó en una granja de Islandia mientras practicaba mucho deporte. Corrió por sus glaciares, nadó por sus gélidas aguas y pedaleó en sus caminos.

Begoña Alday en la Classic 6633 Arctic Ultra en Canadá

Begoña Alday en la Classic 6633 Arctic Ultra en Canadá Cedida.

"Yo a día de hoy me veo físicamente preparada para el triatlón en la Antártida, pero no tengo el dinero para hacerlo", asegura. Los costes deportivos son unos 200.000 euros y llevar un equipo fotográfico apropiado para documentar todo lo encarece hasta los 500.000 euros.

"Siempre digo que un 50% de mi entrenamiento es de ultradistancia y el otro 50% aclimatación al frío, pero la realidad es que el 90% de este proyecto es conseguir financiación, reunirme con gente para que invierta en él. Incluso me ha llevado a emprender, a crear mi propia productora", sentencia Alday.