'El aplauso de las hadas' es el libro que nace del vértigo de la autora, prestigiosa diseñadora, a desnudarse y a exhibirse
La diseñadora de moda, Marta Rota, hace referencia en su libro a dos tipos de mujeres: las que hacen magia como las hadas, y las que mantienen vivas a las hadas.
22 octubre, 2023 02:35Me gusta decir que soy costurera, de las tradicionales, de las de aguja e hilo. Quizá porque crear un vestido tiene mucho de juntar piezas, telas y colores, que a priori igual no casan, igual que la vida. O quizá porque para vestir a alguien tienes que aprender a ver su alma, más allá de su cuerpo. O porque la estacionalidad de las colecciones tiene algo de reto constante y eso es, sobre todo, lo que me mantiene viva.
Este libro, El aplauso de las hadas, habla de mí. De mi gran sueño y mis pequeñas pesadillas, pero también habla del empeño y la constancia, del afán de superación, de los baches, de la amistad, de la creatividad, de los vínculos familiares y del amor.
Cuando surgió la idea de escribirlo se me mezclaron muchas sensaciones, pero quizá la principal sea con la que comienzo en el primer capítulo: el vértigo. El vértigo no solo como esa descarga de adrenalina, compartida desde muy niña con mi padre, sino el vértigo a todo: a exponerme, a desnudarme –precisamente alguien como yo, que se dedica a vestir– y también, ¿por qué no?, a recordar y a reconocerme.
Pero quizá el vértigo, esa pasión por moverme en el filo del abismo, por asumir retos, por llevarme a mí misma al límite, sea lo que haya marcado toda mi profesión, y con ella toda mi vida, porque ambas han estado sustancialmente ligadas.
Atelier de moda
Yo crecí en un atelier de moda de los que ya no quedan, en una calle bien de Barcelona, viendo como las señoras más elegantes del mundo, las que dan las cenas más reseñadas y las que alternaban en el Liceo, acudían al salón de mi madre para que hiciera magia con ellas.
Y mi madre la hacía. Y los arreglos, los vestidos, los complementos, los detalles dotaban a aquellas mujeres de una identidad nueva y hacían que las mujeres que bajaban aquella escalera de mi infancia fueran diferentes a las que habían entrado. Más seguras, más fuertes, más sonrientes, más felices; más ellas mismas.
Y entonces, fue cuando descubrí que la moda no era algo ornamental que solo proporcionaba belleza, era un instrumento para modelar la personalidad y la autoestima. Así que decidí que yo también quería hacer magia. Ser un hada. Como ella.
Empecé desde abajo del todo y crecí, sigo creciendo aún, porque ir hacia delante ha sido siempre la única de las direcciones posibles. En medio y a lo largo de cincuenta años de carrera he descubierto muchísimas cosas y he conocido a muchísimas personas.
Medio siglo de carrera
Algunas han sido balsámicas en mi vida y otras me han hecho derramar las lágrimas más amargas. Pero todas, absolutamente todas, me han ayudado a esto, a crecer. A lo largo de cincuenta años de carrera he presenciado desfiles en los que he llorado de emoción pura y descarnada, y momentos en los que me he bebido la 'Vida', a tragos y en mayúsculas.
A lo largo de este medio siglo de carrera he amado y he odiado; he admirado y me he sentido admirada. He sido hija y he sido madre. He sido amiga y he sido hermana. He procurado no tener miedo a nada, aunque si lees el libro comprobarás que hay un miedo fundamental de fondo que probablemente me hermane contigo: ese miedo helado y ancestral a perder lo que amamos.
A lo largo de estos cincuenta años absolutamente todo mi mundo personal me ha ayudado a crear ese mundo fantástico que solo existe en mi imaginación y que se me revela, como una sorpresa, en cada una de mis creaciones.
Volver atrás, a los recuerdos, a los inicios supone para cualquiera de nosotros dar la vuelta a tu vida, como si dieras la vuelta a un jersey.
Como en un taller de costura, en nuestras vidas hay cajones que casi nunca abrimos, otros en los que solo guardamos las experiencias bonitas, los complementos de colores con los que a veces necesitamos vernos, y en otros atesoramos esos retales rotos, esas piezas descosidas y oscuras, los bocetos de lo que quisimos hacer, los borradores de lo que luego de verdad borramos.
Todas esas piezas de nuestra existencia que forman parte de nosotras mismas y no nos atrevemos a tirar. Revolver esos cajones supone sacarlas de nuevo, hacer un ejercicio de nostalgia, sonreír y aceptar que están ahí, y que deben seguir estándolo, debajo de nuestra más bella pieza.
Si te adentras en este libro, El aplauso de las hadas, puede que encuentres un poquito más de mí, pero quizá también un poco más de ti misma. Y puede que descubras que en la vida hay dos tipos de mujeres: las que aprenden a crear magia, como las hadas, y las que con su ilusión y su aplauso son, como en el viejo cuento de Peter Pan, capaces de mantener a las hadas vivas.
Y también te darás cuenta de que todas, absolutamente todas, nos necesitamos. Y que, cuando miramos hacia atrás en nuestra historia, nos damos cuenta de que tenemos un poquito de cada una de ellas.