Una imagen de La Dani cortando el pelo a un cliente.

Una imagen de La Dani cortando el pelo a un cliente. Alba Rosado

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Una Málaga que se desvanece revive en El Clavel, la peluquería donde La Dani corta el pelo y la distancia con sus raíces

Después de estar nominado al Goya o ganar un Feroz, el malagueño ha pasado a emprender en Málaga un sueño: tener su propia 'peluquería de barrio', llena de estampitas y con flamenco de fondo sonando en un tocadiscos.

Más información: La Dani inaugura su 'peluquería de barrio' en La Victoria, en Málaga: "El Clavel es vuestra casa"

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Una imagen de la Virgen del Rocío corona la zona del lavacabezas. Junto al espejo, estampitas con los rostros de María Auxiliadora, la Amargura de Zamarrilla, la Virgen del Carmen o la Esperanza Macarena de Sevilla, entre otras de sus “protegidas”. De fondo, suena Gitanita mora, de Chiquetete. En El Clavel, la peluquería de La Dani, uno regresa a ese pasado en el que todo parecía mejor: al beso que te daba tu abuela mientras te pasaba cinco euros por debajo de la mesa; al sabor del bocadillo que tu madre te preparaba para ver procesiones por las calles de Málaga. A una Málaga que, por desgracia, se está apagando.

Hay quien dice que La Dani ha conseguido crear un ambiente más cofrade que muchas tabernas que presumen de serlo. El comentario arranca una sonrisa al actor y peluquero. “No siento que sea cofrade ni semanasantero. A mí siempre me ha gustado la iconografía religiosa, especialmente las vírgenes, y quería que eso estuviera aquí, junto a lo cotidiano, lo de siempre”, explica.

Por eso decidió conservar en la fachada unos azulejos que dicen ‘Pescadería Antonio’. Cuando soñaba con El Clavel, siempre imaginó el nombre de la peluquería en ese formato, pero aquel cartel tenía aún más sentido: era la representación de una Málaga que fue.

La Dani pelando a un cliente.

La Dani pelando a un cliente. Alba Rosado

El local fue, primero, la carnicería de los padres de su casero actual. Luego, la pescadería Antonio. Y antes de convertirse en El Clavel, fue una barbería. Para La Dani, mantener viva parte de esa historia era fundamental.

En la puerta, carteles que anuncian las salidas procesionales del Cautivo y del Rocío. “El otro día vino una señora preguntando si tenía más, y moví cielo y tierra para conseguirlos… Al final, eso es la vecindad”, cuenta con orgullo. Durante la entrevista, mientras corta el pelo a un joven, atiende también a una mujer que quiere saber dónde coger un taxi. Al parecer, ha estado ayudándola a diario durante su estancia en Málaga. Otro símbolo más de lo que significa una verdadera peluquería de barrio, como reza bajo el nombre de El Clavel.

Desde pequeño, La Dani vivió fascinado, casi obsesionado, por “La Sirenita y las vírgenes”, dos gustos, en su propias palabras, “muy mariquitas”. Aunque la princesa Disney tiene cierta presencia en el local, las dolorosas acaban ganando el terreno. De niño sentía auténtica devoción por las imágenes marianas, aunque en la adolescencia, como suele pasar, se alejó de ese mundo al que hoy en día se ha reconectado. “No por lo religioso… Pero el hecho de que alguien vea una estampita, se acuerde de mí y venga a traérmela deseándome todo lo bueno… Es que me encanta. Me da muchísima alegría”, relata.

La Dani trabajando en un corte de pelo.

La Dani trabajando en un corte de pelo. Alba Rosado

La imagen de la Virgen del Rocío, que cada Martes Santo recorre las calles desde el barrio de la Victoria, le despierta grandes recuerdos. Aunque vivió algunos años en Madrid y ahora reside en Teatinos, nació en La Victoria, y le emociona saber que, justo al lado de su peluquería, en el número 25, está el portal donde de chaval recibía clases particulares. "Al lado para colmo hay una panadería donde todo está buenísimo y está todo riquísimo", confiesa entre risas.

Muchos se preguntan cómo ha acabado un nominado a los Goya, ganador —y también presentador— de un premio Feroz, montando una peluquería. La respuesta de Daniel Fernández es sencilla y brillante: “Para mí, el éxito es tener la agenda llena, poder comerme un tupper sentado aquí a mediodía y que en el bar Alhama, cuando menos me lo espere, me ofrezcan un cafelito”.

Un altar al Rocío.

Un altar al Rocío. Alba Rosado

Tiene los pies en el suelo. Ahora mismo está preparando una serie, y entre citas y tijeretazos, va memorizando el guion. “La obra del local me la ha pagado el Feroz, eso es así. Yo no vivo solo del cine, y es algo que siempre digo”, añade, orgulloso del primer mes de vida de El Clavel. Asegura que no es como lo imaginó: es aún mejor. “He visto muchísimos locales, más grandes, más baratos… Pero supe que tenía que quedarme con este de la calle Manrique. Ese almanaque del Cautivo ahí, mi rincón con cosas de la suerte… Ese perchero hecho con tuberías, mi altar del Rocío en el lavacabezas… Cada rincón es ahora mi favorito”, afirma La Dani, exalumno de Maristas.

Le fascina la variedad de público que entra por la puerta. Aunque abrió El Clavel con la idea de crear “un lugar seguro para disidentes”, su sillón vintage ha acogido a perfiles muy diversos: desde un vecino octogenario hasta una mujer que lo conoció en una clase de patrimonio y acudió a visitarlo con su libreta de apuntes en mano.

“Después de trabajar ininterrumpidamente desde los 19 o 20 años, por fin tengo un trabajo que me encanta. Mi propio negocio, donde no trabajo para nadie. Un trabajo que me permite organizar mi agenda para grabar... Que me dure mucho”, zanja, siendo consciente de que lo mejor de esta nueva aventura de su vida es lo que dice el mosaico que tiene en la puerta: A mi padre, a mi madre y a todas mis amigas, en especial a Patricia. Sin ellas, esta peluquería no sería posible.