La entrevista póstuma que ideó Jesús Quintero: Pedro Sánchez, Núñez Feijóo, Santiago Abascal e Inés Arrimadas.

La entrevista póstuma que ideó Jesús Quintero: Pedro Sánchez, Núñez Feijóo, Santiago Abascal e Inés Arrimadas.

Política EL LOCO DE LA COLINA

La entrevista póstuma que ideó Jesús Quintero: Pedro Sánchez, Núñez Feijóo, Santiago Abascal e Inés Arrimadas responden a las preguntas que dejó para ellos

Sánchez contesta acerca de su "conciencia", Abascal revela qué haría si fuera dictador, Feijóo dice que el PP está repleto de obreros y Arrimadas confiesa qué poder le gustaría tener.

9 octubre, 2022 02:44
Daniel Ramírez Fernando Garea

Jesús resucitó de entre los muertos y profirió en voz alta: "¿Quién disputará contra mí? ¡Que se ponga frente a mí! [Melitón de Sardes]

Esta es la última entrevista de Jesús Quintero. Sus protagonistas son Pedro Sánchez, Alberto Núñez Feijóo, Santiago Abascal e Inés Arrimadas. Todos han respondido a las preguntas que El Loco de la Colina legó a este periódico casi como en una suerte de testamento. Como esos papeles que los grandes escritores dejan en la caja fuerte del Instituto Cervantes y permanecen ocultos hasta después de su muerte.

No son cuestiones generales, sino concretas. Personalizadas para cada uno. Llevaban nombre y apellido. Jesús nos las entregó un día de febrero de 2020. ¿Qué le dice al presidente su conciencia? ¿Qué haría el líder de Vox si fuera dictador de España? ¿Qué opinan de las ejecuciones con electricidad? ¿Cuántos obreros hay en el PP?

Un tiempo antes de morir, Jesús nos contó en la cripta del Café Gijón que soñaba con volver y no podía. Preso de sus demonios, zambullido en el psicoanálisis, disfrutaba como un niño de sus momentos de lucidez. Estaba obsesionado con dos versos. Uno de Juan Ramón –"La luz con el tiempo dentro"– y otro de Francisco Brines –"La rendija en la sombra"–.

Pensaba en la luz y su misterio. Esa fue su última religión. Unía los dos versos. Si en la luz estaba encerrado el tiempo y si en esa sombra que es la muerte había una rendija... El sueño de Jesús era regresar a la tele con un programa rodado dentro de la catedral de Sevilla. Uno de esos programas largos, con niebla y melodías psicodélicas. Un lugar donde los personajes del momento respondieran a las preguntas de Grecia: quiénes somos, de dónde venimos, adónde vamos.

[Pasión de Jesús Quintero: "Llevo veinte años de psicoanálisis intentando responder a las preguntas que tanto hice"]

Le pedimos a Jesús que escribiera las preguntas que haría en ese programa a los líderes políticos del momento. No las improvisó. Las trajo escritas desde casa. Escritas a ordenador, aunque con anotaciones a boli por encima.

Ahora, al tercer día, como marcan las Escrituras, Jesús Quintero ha resucitado de entre los muertos. Hemos trasladado sus preguntas a cada uno de los candidatos. Preguntas comprometidas, hondas, psicológicas. Preguntas quinterianas al cabo. Todos ellos las han respondido salvo Pablo Iglesias, que también estaba en la terna pero ha declinado la invitación. Esta es la última entrevista de El Loco de la Colina. Una entrevista póstuma, pero la entrevista que él quiso.

Sánchez: "Mi conciencia es un lugar muy habitado y activo"

–Presidente, hábleme de su conciencia.

–La conciencia de un presidente es un lugar muy habitado y activo. Si entendemos por conciencia aquello que nos permite enjuiciar moralmente la realidad y los actos, especialmente los propios, la mía está en que esa realidad y esos actos que la ocupan sean los que buscan el bienestar de la mayoría de la gente y el progreso en España. Con todo el sentido de la responsabilidad que este cargo me exige. Es lo que me guía y lo que intento poner siempre por delante –continúa Sánchez–. He podido equivocarme y me equivocaré más veces, pero siempre he tenido una razón muy clara y nunca la he perdido de vista: estoy aquí para servir a la gente desde la alta responsabilidad que ostento por mandato democrático. Nada más y nada menos.

–¿Y qué le dice su conciencia?

–Todo lo imprevisible e inédito que estamos viviendo durante esta legislatura lo he afrontado de forma que pueda responder a ese examen de conciencia que permanentemente me hago: que el gobierno que presido actúe con solvencia. Y que, si erramos en algo, que sea por hacer y no por cruzarme de brazos esperando que las cosas se arreglen solas.

–¿Reconoce la sinceridad de los críticos con su gestión?

–Presido un Ejecutivo que no esconde lo que es: un gobierno que inspira todas sus políticas en la tradición socialdemócrata. Las críticas a esas políticas son lícitas y necesarias en democracia. Y se aceptan con deportividad, más aún cuando están bien fundadas y ofrecen una alternativa. En lo que no creo es en el no por el no. En el bloqueo sin más del que algunos viven políticamente. No por el daño que puedan causarme a mí, sino a las instituciones. Las instituciones están destinadas a permanecer. Por eso jamás podré entender que se hable mal de España en foros internacionales. No consigo entender cómo, con la lección de la pandemia aún reciente, algunos se refugian en consignas superadas para negar lo evidente: que cuando nos enfrentamos a una crisis, la razón de ser de un gobierno es aliviar el dolor y proteger.

–¿Cuántas horas trabaja al día?

–Trabajo todas las horas que puedo. La Presidencia del Gobierno no tiene horarios. Hay que estar alerta. No me gustan los vacíos en la agenda cuando hay tanto que hacer y que resolver. Mi trabajo diario no permite muchas distracciones. Pero sí intento leer todos los días, hacer algo de deporte y pasar tiempo con mi familia.

–Señor Sánchez, ¿la democracia llegó a España porque Adolfo Suárez engañó a los suyos con la colaboración del Partido Comunista y Comisiones Obreras?

–Los grandes cambios siempre los protagoniza la gente de a pie y cuyo nombre no aparece en los libros de Historia. Es la gente que desafió a los sindicatos verticales desde el activismo en las fábricas o los despachos laboralistas de las Comisiones Obreras. Los que se enfrentaron a los ayuntamientos de la dictadura desde las asociaciones de vecinos o dejaban abierto un portal o una iglesia para ofrecer refugio a los que se manifestaban en la calle por la libertad. Las mujeres que se rebelaron contra una moral asfixiante que lo impregnaba todo, desde el BOE hasta las farmacias.

–¿Qué pasa con Adolfo Suárez?

–La contribución de Suárez al proceso democrático fue muy relevante y la Historia lo ha reconocido, pero creo que el mérito del cambio recae en las mujeres y hombres anónimos que se jugaron el tipo por aquello que hoy tenemos. Otro tanto cabe decir de un PCE cuya altura de miras y generosidad fue clave. Un partido, por cierto, al que hoy demonizan algunos, precisamente los que más tienen que callar: aquellos cuya hoja de servicios en ese tiempo está llena de espacios en blanco, placidez y clamorosos silencios. Afortunadamente, pudieron más los valientes que los indolentes. A los primeros les debemos la democracia, aunque su nombre no figure en los libros.

Feijóo: "La inmensa mayoría de los del PP son obreros, somos un partido de currantes"

[Cuando Quintero redactó sus preguntas para el líder del PP, quien ocupaba ese puesto todavía era Pablo Casado. Sin embargo, al no tratarse de cuestiones personales, sino conceptuales, tenía más sentido que las contestara el actual candidato].

–¿Qué es para usted la religión?

–Son las creencias, valores y principios que comparte mucha gente y que les sirven de ayuda en su día a día, les confortan y dan seguridad y sentido a su vida. En un mundo en que ya casi nada es lo que parece, al final, la religión, que es un intangible y que depende de la fe, acaba por convertirse en lo más real y lo más reconfortante.

–Defíname la Justicia como castigo eterno.

–No veo la Justicia como castigo eterno, al menos en nuestro sistema democrático. Es más, creo que la Justicia, muchas veces, es todo lo contrario al castigo: puede ser precisamente la exoneración y la inocencia. Veo la Justicia como reparación y como garante de nuestra sociedad; no como castigo, aunque a veces contenga una parte punitiva.

–¿Hay muchos obreros en el Partido Popular?

–La inmensa mayoría son obreros, dentro y fuera. Somos un partido de currantes, tanto en la organización como fuera de ella: militantes, simpatizantes, votantes. Somos un partido al que votan marineros, sanitarios, agricultores, oficinistas, albañiles, ejecutivos… El esfuerzo y el trabajo están en el ADN del Partido Popular.

Abascal: "No tengo madera de dictador, pero si lo fuera, renunciaría para que llegase la democracia"

–Si fuera dictador de España, ¿qué haría?

–Es muy increíble la hipótesis porque no tengo madera de dictador, ni las formas ni las ganas. Pero si me viera obligado a aceptar la premisa, por responder a su pregunta, renunciaría para que llegase una democracia más completa, una libertad más extensa y una auténtica igualdad de derechos. Una pequeña oligarquía, que no ha elegido nadie y que no responde ante nadie, no debe controlar el presente y el futuro de los españoles.

–Hábleme del futuro, Santiago.

–Creemos que los españoles han de ser consultados en aquellas políticas públicas de especial trascendencia. Sobre todo porque las pagan con sus impuestos y afectan directamente a sus vidas.

–¿Un dictador puede ser amado?

–Eso habría que preguntárselo a algún dictador o, en su defecto, a algún autócrata con ínfulas de dictador, que también los hay. Me temo que se conformarían con ser temidos, porque no parecen muy aclamados en las calles.

–¿Qué le parecen las ejecuciones por medio de la electricidad?

–Quizá esa debería ser la única restricción eléctrica existente. La producción eléctrica y su consumo deberían ser de libre acceso para todo el mundo, excepto para eso. Es la única restricción de consumo eléctrico que impondría. El problema es que ahora, en el mundo real, las restricciones son para quienes quieren alumbrar el escaparate de su pequeño negocio… y dentro de muy poco será para el consumo en los hogares. Y esto va a suceder porque esa oligarquía de la que le hablaba, esos pocos que no preguntan a nadie, han prohibido que España pueda aprovechar sus capacidades energéticas.

Arrimadas: "No me he encontrado ningún andaluz que quiera la independencia de Andalucía"

–¿Cómo les iría a los hombres si tuvieran que ir al Parlamento con tacones?

–Caminarían como Chiquito, entrarían al Pleno diciendo “no puedor”. Solo con cinco minutos que los llevaran puestos ya… Estarían como si hubieran hecho el Camino de Santiago entero.

–¿Se siente más cómoda entre hombres o entre mujeres?

–Me da igual si son hombres o mujeres pero, por favor, que sean divertidos.

–¿Es verdad que hay muchos andaluces independentistas?

–Si los hay, nunca se han atrevido a reconocerlo en mi presencia. Fuera de bromas, es cierto que en Cataluña sí hay algunos descendientes de andaluces o nacidos en Andalucía que defienden el nacionalismo y que Cataluña rompa con el resto de España, paradójica y sorprendentemente. Desde luego, no es el caso de la mayoría. Y andaluces que quieran la independencia de Andalucía... ya te digo que no me he encontrado ninguno.

–¿Las guerras las decide el dinero?

–Por desgracia, guerras ha habido siempre, desde antes de que se inventara el dinero. Lo que sí está claro es que muchas de ellas son por dinero y que de las que menos nos enteramos es de aquellas que se producen en lugares pobres.

–¿Qué poder le gustaría tener?

–El de curar enfermedades y eliminar desigualdades. El de comer sin engordar. El de dormir a los niños de forma automática y que no se despertaran en toda la noche.

Las preguntas para Pablo Iglesias

A continuación, quedan reproducidas por su interés las preguntas que escribió Jesús Quintero para Pablo Iglesias. Este diario se ha puesto en contacto con el exvicepresidente del Gobierno, que ha declinado la entrevista.

–Señor Iglesias, ¿cree que todos los sistemas políticos son erróneos?

–¿Cuál es el futuro de España?

–¿Los banqueros prestan dinero a los revolucionarios?

–¿Alguna vez los judíos financiaron a los comunistas?

El final

A modo de despedida, añadimos las palabras que empleó Quintero en su último encuentro con EL ESPAÑOL para definir la entrevista y la vida: un binomio que él transitó como si se tratara de una sola cosa.

–Creo que la entrevista es conducir al otro gentilmente hacia lo que de verdad es. No debe tener la tensión de un interrogatorio policial, pero tampoco adolecer de una especie de pirotecnia intelectual. Se trata de un encuentro entre dos seres humanos. Me llaman loco porque nunca he tenido un sentido práctico de la vida. Me llaman loco porque aún creo en los grandes sueños, en las utopías... y porque no renuncio a la felicidad. Soy un enamorado de la belleza, de la creatividad. Ahí muero yo.