Exembajador de la OTAN: “Rusia envía el mensaje de que no hay que deshacerse de las armas nucleares”
Nicolás Pascual de la Parte, embajador español para las Amenazas Híbridas y la Ciberseguridad, charla con ENCLAVE ODS sobre el futuro orden internacional.
24 julio, 2022 01:34La reciente Cumbre de la OTAN en Madrid marcó las pautas del futuro próximo de la Alianza. Como indica el prefacio del Concepto Estratégico publicado el 30 de junio, será un “momento crítico para nuestra seguridad y para la paz y la estabilidad internacionales”.
El nuevo Concepto ha puesto el foco en la guerra en Ucrania y el desafío que supone un país como Rusia, además de la aparición de un actor disruptor como es China, al que la Alianza ha calificado de rival sistémico y un actor que "pretende subvertir el orden internacional".
Pero no sólo eso, sino que el nuevo Concepto salido de Madrid ha puesto de relieve la importancia que tienen las nuevas tecnologías sobre la seguridad de los Estados. Las amenazas híbridas y la ciberseguridad son las dos patas que configuran y configurarán en gran medida la seguridad y defensa de los Estados en el presente y en el futuro más próximo.
Nicolás Pascual de la Parte es uno de los grandes entendidos en la materia en nuestro país. Diplomático de carrera, fue embajador de España ante el Comité Político y de Seguridad (COPS) de la Unión Europea, de la misión permanente en la OTAN y actualmente es Embajador en Misión Especial para Amenazas Híbridas y la Ciberseguridad.
ENCLAVE ODS entrevista al diplomático para charlar sobre la ciberseguridad, las amenazas híbridas, el futuro de la Alianza frente a actores como Rusia o China, y la configuración futura del orden internacional.
[Esta cumbre de la OTAN es una oportunidad para España]
El nuevo CE salido de Madrid ha puesto mucho énfasis en la ciberseguridad y en las nuevas tecnologías, ¿qué riesgos tiene una organización como la OTAN en este ámbito?
En el CE de la OTAN aprobado en Madrid hay referencias expresas a las nuevas tecnologías emergentes, a la ciberseguridad, a las amenazas híbridas y al mundo digital. Y se estipula claramente que la OTAN tiene que adaptarse a las nuevas tecnologías y a los nuevos retos y amenazas.
De hecho, hay siete menciones específicas a lo digital, incluso cinco artículos que tratan específicamente del tema. La OTAN y los aliados somos conscientes de que para garantizar la seguridad, la estabilidad y la paz, los aliados hemos de estar en la vanguardia de los desarrollos tecnológicos, ser capaces de tener mejores tecnologías que nuestros potenciales adversarios y ser capaces también de implementarlas tanto en el ámbito civil como en el ámbito militar.
¿En qué se traducirían estas menciones?
Se habla de crear un fondo de innovación para financiar una red de pequeñas empresas o de empresas jóvenes con capital riesgo multi soberano que permita desarrollar nuevas tecnologías. También de lanzar la iniciativa Diana, que es una red de centros de excelencia de laboratorios, universidades, centros de investigación y desarrollo relacionados con las tecnologías. En conjunto, hay toda una pléyade de disposiciones, avances y apuestas a favor de las nuevas tecnologías.
Asimismo, se señala expresamente que un ciberataque o una serie cumulativa de ciberactividades maliciosas o de tácticas híbridas, podrían alcanzar el nivel de un ataque armado y provocar la invocación del artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte.
El cambio climático es otra de las novedades que incorpora el CE. ¿Cómo afecta esta problemática a la seguridad y defensa de los Estados? ¿Se debería prestar más atención?
Es la primera vez que un CE de la OTAN recoge una referencia al cambio climático. Además, en una doble dimensión. Por un lado, la Alianza tiene la intención de reducir la huella climática por parte de los aliados en sus operaciones militares y en su desarrollo operativo. Por otro, ser conscientes del cambio climático en todas las políticas y actividades para integrarlo en los planes estratégicos y operativos, reduciendo la emisión de gases invernadero, potenciando la eficiencia energética e invirtiendo en la transición a energías limpias y verdes.
Para eso hace falta, lógicamente, una concienciación en las sociedades de los aliados, que yo creo que existe. Y, segundo, articular esas medidas de cara al funcionamiento interno y de cara a la proyección exterior.
Las amenazas híbridas
Unido a todo ello, una de las grandes preocupaciones de los últimos años para la Alianza han sido las que se conocen como amenazas híbridas. El embajador lo define como un “concepto relativamente novedoso que se utiliza generalmente para designar a todas aquellas amenazas y retos que no son convencionales”, es decir, que no son los tradicionales.
En este sentido, estas amenazas tienen una doble característica. Según Pascual, por un lado, son amenazas que “no buscan desencadenar una respuesta militar por parte del Estado atacado” y, por otro, se trata de amenazas que son de naturaleza diversa: pueden ser civiles, militares, directas o indirectas… Algunos ejemplos que señala son la manipulación de flujos migratorios irregulares, la desestabilización energética o la interrupción de las cadenas de suministro de materias primas o de minerales estratégicos.
Pero, para el diplomático, lo que realmente define a estas amenazas híbridas no es tanto el instrumento que se utilice, que puede ser muy variado, sino el objetivo que persigue con estos ataques, que es desestabilizar política, económica y socialmente a un Estado. “Para eso, el atacante utiliza todos aquellos instrumentos que considera oportunos y necesarios para provocar en el Estado atacado una zona de incertidumbre, de desasosiego y de falta de capacidad de reacción”, indica.
Atajar esta problemática no es una tarea sencilla, según cuenta, “porque si se sobrereacciona con una respuesta de alta intensidad, se podría escalar el conflicto, pero si no se reacciona a tiempo o si se reacciona por debajo del nivel que debería hacerse, tampoco se acierta”. Y añade: “Esa dificultad de acertar por parte del Estado agredido en la naturaleza y el alcance de las medidas para contrarrestar o mitigar los efectos de la amenaza, es lo que hace tan desestabilizadora las amenazas híbridas”.
Pregunta. Uno de los instrumentos más utilizados es el de las noticias falsas o fake news, sobre todo con la guerra en Ucrania, que se considera también la primera guerra librada en las redes sociales.
Las campañas masivas de desinformación, de injerencia en los procesos de toma de decisiones políticas y económicas son herramientas de coacción que utilizan crecientemente los países y actores no estatales y es muy difícil de contrarrestar. Yo suelo distinguir entre diferentes niveles de medidas contra la desinformación. El primer nivel sería un nivel puramente objetivo, fáctico. Es decir, tener las capacidades necesarias para contrarrestar las noticias falsas, simplemente oponiendo la noticia verdadera. Por ejemplo, si se dice que un país ha invadido otro, es algo falso y es muy fácil comprobarlo.
Lo más difícil es el segundo nivel, el nivel interpretativo, es decir, una vez recibida la noticia falsa, cómo suministrar al consumidor final, al ciudadano, los instrumentos y las claves necesarias para interpretar el significado y el alcance de esa noticia. Y, el tercer nivel sería el más sofisticado. Es la capacidad que tienen esas noticias de influir en el ánimo colectivo de una nación. Nosotros debemos ser capaces de crear relatos alternativos, verdaderos, creíbles y ser capaces de venderlos con mayor eficacia que ellos en las distintas regiones geográficas del mundo, incluso en algunos países considerados individualmente.
Sin embargo, la Unión Europea directamente ha eliminado uno de los relatos. ¿Es necesario vetar medios de comunicación rusos como RT o Sputnik?
Yo personalmente no soy muy partidario de los vetos. Las sociedades abiertas y democráticas como las sociedades de los países aliados, debemos de mitigar y contrarrestar estas campañas de desinformación a través de instrumentos que respeten los derechos humanos, las libertades individuales, la libertad de expresión y el derecho a una información veraz. Es decir, con instrumentos propios de sociedades abiertas y democráticas.
Si para combatir las campañas de desinformación nosotros adoptamos métodos parecidos a los que nos imponen o renunciamos a la libertad individual o los derechos fundamentales, entonces perdemos la batalla. Debemos ser capaces de articular medidas que contrarresten estos fenómenos sin perder nuestras señas de identidad como sociedades abiertas y democráticas.
¿Hacia un nuevo orden internacional?
Con la invasión rusa de Ucrania, la arquitectura de la seguridad europea posguerra fría se ha saltado por los aires. Según señala Pascual, “lo grave de la invasión injusta, injustificada y criminal de Ucrania por parte de Rusia es que ha violado gravemente la arquitectura de principios generales y normas internacionales para la coexistencia pacífica creadas tras la Segunda Guerra Mundial y después en el Acta final de Helsinki de 1975”.
Adicionalmente, cuenta el diplomático, más allá de la dolorosa y traumática dimensión humana del conflicto, “hay que subrayar el hecho de que la gravedad de estas violaciones es que son realizadas por uno de los países que ha sido uno de los pilares fundamentales para el mantenimiento de la paz y estabilidad internacionales”. La Federación Rusia es uno de los cinco miembros permanentes con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU.
P. Ante tal situación, ¿qué horizonte se vislumbra en el futuro?
Que un país como Rusia haya violado sus propios principios añade una gravedad especial a la guerra en Ucrania. Pero es que además hay que recordar que Ucrania, junto con Kazajistán, entregó voluntariamente sus armas nucleares a la Federación Rusa tras la implosión de la Unión Soviética en diciembre de 1991. Se hizo a cambio del compromiso de garantizar su independencia por parte de Rusia, el Reino Unido y Estados Unidos.
Pues bien, uno de esos garantes de la independencia de Ucrania era Rusia y ha sido uno de los países que ha violado esa garantía. Con lo cual, el mensaje que se manda a terceros países es demoledor: ‘No te deshagas nunca de armas nucleares si no quieres ser invadido por un país más fuerte’. Es el mensaje demoledor que se traslada a la comunidad internacional.
[Rusia, un sparring de la OTAN en su futuro enfrentamiento con China]
El otro señalado por el CE es China, que es calificado como rival sistémico. Hasta ahora, parecía que no existía un consenso en el seno de la OTAN y la UE para abordar el desafío chino, ¿por qué ahora sí? ¿Tuvo algo que ver la guerra en Ucrania?
No, el tema de China ya estaba previsto que se incluyese en el concepto estratégico de la OTAN antes de la invasión de Rusia. Es más, yo creo que esta invasión de alguna forma ha redireccionado la atención de la Alianza con respecto a China. Hubiese habido una mención todavía más específica y más extensa sin esta guerra, que lógicamente se ha convertido en el gran protagonista de la Cumbre de Madrid.
Pero con China no se hace la misma calificación y categorización que con Rusia. China se la considera un rival sistémico, un competidor y un socio necesario. Por tanto, la relación es compleja, tiene muchas dimensiones y nosotros apostamos lógicamente por profundizar en aquellas relaciones de cooperación necesarias en muchos asuntos de calado internacional como la lucha contra el tráfico de drogas, contra el cambio climático y otros tantos retos y desafíos a nivel global en el cual el protagonismo de China es imprescindible.
Pero, al mismo tiempo, en el CE se reconoce que China, por su proyección exterior, por su asertividad militar y política, por su opacidad en el desarrollo de las tecnologías y su intento por establecer nuevas normas internacionales en el campo de las nuevas tecnologías emergentes, se convierte efectivamente en un potencial rival sistémico para la Alianza.
Parece que China va a llegar a ser una superpotencia al nivel de EEUU. La mayoría de los analistas internacionales ya no se preguntan si es posible, sino cuándo se va a producir. ¿Estamos abocados hacia una nueva guerra fría entre Occidente y el bloque China-Rusia?
No me gusta hablar de Guerra Fría y no creo que sea el concepto más apropiado para describir la realidad que se desarrolla ante nuestros ojos. Es cierto que existe una rivalidad permanente en muchos campos entre ambos, pero la emergencia de China como gran potencia no tiene por qué ser necesariamente confrontacional. Se puede pensar perfectamente en un escenario de coexistencia pacífica.
Apuesto claramente por un escenario multilateral en el cual seamos capaces de establecer unas normas que sean iguales para todos y que regulen las relaciones económicas, políticas, comerciales y tecnológicas. Hay una competición, pero no necesariamente tiene que desembocar en confrontación política y mucho menos en una confrontación militar.