Esta cumbre de la OTAN es una oportunidad para España
La celebración de la cumbre en Madrid será una oportunidad para España si el Gobierno consigue introducir la cuestión del Sur en el nuevo Concepto Estratégico de la OTAN.
Madrid marcará un antes y un después para la Alianza Atlántica. La OTAN afronta un entorno estratégico cada vez más complejo, incierto y adverso, y debe dar respuesta a desafíos y amenazas de naturaleza muy diversa que van desde la amenaza convencional rusa o el desafío sistémico que plantea China a la emergencia de tecnologías disruptivas, la proliferación nuclear o el impacto en la seguridad de la crisis climática.
La tarea no es sencilla, pero el Concepto Estratégico que se aprobará en la cumbre de Madrid ofrecerá un diagnóstico de la situación y orientaciones para la acción de la OTAN durante la próxima década. Lo urgente y lo importante confluyen en estos tiempos de ritmo histórico acelerado.
La OTAN y sus aliados deben adaptarse de forma efectiva y rápida a un entorno darwiniano de rivalidad estratégica entre grandes potencias y competición sin reglas claras en la zona gris.
Todo apunta, así, a una mayor inestabilidad y a un contexto poco o nada propicio para el multilateralismo y el orden basado en reglas. Por tanto, la adaptación será más fácil de proponer que de ejecutar, en particular para algunos aliados europeos, como España, con tendencia al ensimismamiento. La OTAN, además, deberá resolver numerosos dilemas y abordar divisiones y contradicciones entre los aliados, pese a que a la invasión rusa ha reforzado, aparentemente, su unidad.
Rusia, con previsible satisfacción para el Kremlin, será calificada de nuevo como principal amenaza para la Alianza. Una caracterización bien justificada a la luz de su agresión a Ucrania y de sus constantes amenazas contra países miembros de la UE y la OTAN.
"Rusia denuncia un supuesto bloqueo de Kaliningrado por parte de Lituania y ha escalado su retórica, amenazando con represalias"
A su manera, Rusia ha hecho todo lo posible por estar presente en la cumbre de Madrid y en la del G7 de hace un par de días. Así cabe interpretar la nueva oleada de ataques con misiles a Kiev o la crisis generada artificialmente por Moscú alrededor de la cuestión del corredor de Suwalki, la franja de unos cien kilómetros entre Lituania y Polonia que conecta el enclave ruso de Kaliningrado con Bielorrusia.
Rusia denuncia un supuesto bloqueo de Kaliningrado por parte de Lituania y ha escalado su retórica, amenazando con represalias. No parece más que un nuevo intento del Kremlin de intimidar a las opiniones públicas europeas con el posible estallido de una guerra entre Rusia y la OTAN.
Sin embargo, la posibilidad de que Rusia provoque algún incidente ambiguo en el corredor de Suwalki o en cualquier otro punto donde cuente con ventajas operativas debe contemplarse siempre con atención. Quebrar el orden europeo y erosionar el vínculo transatlántico es un objetivo estratégico para Rusia que podría justificar los riesgos de una crisis de esas características.
Porque, conviene no olvidarlo, la OTAN vale tanto como la credibilidad de su artículo 5, el que hace referencia a la respuesta solidaria de los aliados. O, lo que es lo mismo, a que un ataque contra uno es un ataque contra todos.
"Turquía mantendrá su veto hasta que se satisfagan sus demandas, pero previsiblemente no bloqueará el ingreso de Suecia y Finlandia"
La respuesta de la OTAN (y de la UE) a la invasión rusa de Ucrania ha sido unitaria y contundente. En Madrid se aprobará un refuerzo significativo de la postura militar de la OTAN en el este de Europa con vistas a disuadir a Rusia de lanzar un ataque contra algún país aliado, incluyendo Finlandia y Suecia.
Turquía, o lo que es lo mismo, el presidente Erdogan, es muy capaz de mantener su veto hasta ver plenamente satisfechas sus demandas, pero previsiblemente no bloqueará el ingreso de estos dos nuevos miembros.
Finlandia y Suecia, además, cuentan con la garantía de asistencia acordada bilateralmente con el Reino Unido para el periodo de transición. Es decir, hasta que el ingreso aprobado por el Consejo Atlántico sea refrendado por los parlamentos de todos los aliados. Un trámite que puede demorarse casi un año.
Bajo esta unidad aparente siguen subyaciendo divisiones importantes entre los aliados. Estas divisiones resultan cada vez más evidentes con respecto a la guerra en Ucrania, con unos aliados que apuestan claramente por la victoria de Kiev y otros que no quieren ver a Kiev derrotada, pero tampoco a Moscú.
Y esto representa un serio problema. Y aunque algunos no lo vean con claridad, el impacto se dejará sentir, sobre todo, en la UE y en su búsqueda de la denominada "autonomía estratégica".
Rusia tratará de explotar y agudizar estas disensiones entre los Estados europeos y dentro de cada uno de ellos por medio de su maquinaria propagandística y su red de agentes de influencia. Y lo hará, previsiblemente, con la máxima intensidad si se produce la tormenta perfecta de estanflación y recesión que se anuncia para el próximo otoño.
El Concepto Estratégico que se apruebe en Madrid también prestará atención a China y el Indopacífico. La participación de Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur y Japón en la Cumbre es un buen indicador de la relevancia otorgada a esta cuestión.
Pekín forma parte de la conversación pública de la OTAN desde la cumbre de Londres en 2019. La cuestión no es, o no tanto, cómo se proyectará la OTAN hacia el Indopacífico, sino cómo impacta China en la seguridad del espacio euroatlántico y en la integridad de las democracias liberales.
"La OTAN no puede abstraerse del hecho de que la competición con China es el eje que articula la política exterior de EEUU"
Es decir, asuntos como el control chino de infraestructuras e industrias críticas (puertos, redes 5G, empresas de tecnología punta) o su cooperación militar con Rusia (incluyendo maniobras en el Mediterráneo oriental o el Báltico) o su presencia y despliegue en puntos estratégicos de África.
Todo ello incide en la seguridad y el entorno estratégico de los aliados. Por no mencionar, claro, que la OTAN no puede abstraerse del hecho de que la competición con China es el eje que articula la política exterior de EEUU. Europa necesita a EEUU involucrado en el viejo continente y para ello debe ser un socio útil.
La celebración de la cumbre en Madrid es una oportunidad y un éxito que cabe atribuir, en buena medida, a nuestra representación diplomática en el headquarters de Bruselas, con el embajador Fernández-Palacios a la cabeza y a la ministra González Laya, que fue quien lanzó la iniciativa. Una oportunidad por cuanto, según se ha publicado estos días, España conseguirá introducir la cuestión del Sur en el nuevo Concepto Estratégico. Es decir, los asuntos relativos al Norte de África y el Sahel y más allá. Una cuestión clave para España, aunque habrá que ver en que se concreta.
Desde hace algunos años, se viene apuntando que la división estricta en flancos (aunque realmente son frentes) ha perdido sentido estratégico y operativo. Los asuntos y los actores (Rusia y China entre otros) están crecientemente interrelacionados.
Por ejemplo, no es casual que tras la Cumbre, el presidente Joe Biden visite Arabia Saudí con vistas a un mayor alineamiento de Washington y Riad en materia energética y en la cuestión rusa.
Así que tiene todo el sentido que la OTAN adopte lo que denomina un enfoque de 360º. Eso será de máxima importancia para nuestro país.
Pero será necesario que, pasada la Cumbre y sus fastos, se mantenga el interés político y se dote de contenido conceptual, presupuestario y práctico a la agenda de la OTAN para el Sur. Una tarea en la que España debe aspirar a desempeñar un papel destacado.
*** Nicolás de Pedro es experto en geopolítica y jefe de Investigación y Senior Fellow del Institute for Statecraft. La gran partida es un blog de política internacional sobre competición estratégica entre grandes potencias vista desde España.