Esta es una de esas semanas en las que no se sabe sobre qué tema escribir. ¡Se acumulan tantos! ¿Escribo sobre nosotros mismos, que es lo que se hace en todos los medios, sean digitales o en letra impresa, o sobre las guerras que matan niños israelíes y muchos más palestinos? Si lo hago sobre nuestros asuntos internos debería ser sobre las deudas de todas las Comunidades Autónomas que el gobierno, por un pacto con ERC, se ha comprometido a minorar. Sobre este anuncio se están produciendo reacciones y pronunciamientos de todo tipo. La primera ha sido de los presidentes de las Comunidades gobernadas por las derechas. Anunciaron que se oponían, aunque rápidamente rebobinaron. Todas, sin excepciones tienen deudas que repercuten en el día a día.
En paralelo se manejó el argumento de las desigualdades. ¡Tan tendenciosamente empleado, tan tramposo! Sí se asume una parte de la deuda de todas las Comunidades, ¿dónde surgen las desigualdades de los españoles? Algunos responden que se premia a los que más han gastado y se discrimina a los ahorradores. ¿Conocen ustedes alguna Comunidad Autónoma que no gaste lo que tiene y lo que le prestan para sacar adelante sus medidas? Cosa distinta es que falle la gestión de los asuntos públicos, que existan territorios en los que endeudarse no sea posible en relación con sus ingresos o se haga imprescindible un nuevo marco de financiación autonómica. En este argumento se ha puesto como ejemplo Madrid. Su presidenta se ha apresurado a decir que a Madrid se le discrimina. Solo hace falta que diga que España les roba. Otra argumentación es que no se va a controlar el despilfarro de los malos gestores porque, sabiendo que en algún momento el gobierno de turno va a sumir las deudas, no se esforzarán en ahorrar en imponer esfuerzos contributivos a los ciudadanos. El argumento ya se utilizó cuando la misma medida se aplicó a las Corporaciones Locales. Nadie entendió que se discriminara a nadie.
Nadie habló de desigualdades de los españoles cuando un gobierno del PP financió generosamente a los bancos en los años caóticos de la Depresión del 2008. Al contrario, si no se daba dinero a los bancos España se hundía. Nadie habló de desigualdades cuando la SAREB, llamada el banco malo, asumió las deudas de promotores inmobiliarios o las construcciones, sin terminar o sin vender, que la burbuja inmobiliaria dejó. Idéntico silencio sobre las desigualdades de los españoles se mantuvo cuando en el año 2012 se aprobó una amnistía fiscal para los evasores de capitales a los que se permitió regularizar lo que consideraran conveniente, para no ser sancionados. ¿La evasión de impuestos y el tráfico de dinero no hacen más desiguales a los españoles?
Y como me he referido a la Comunidad de Madrid conviene saber que, en efecto, no tiene deudas con los instrumentos financieros públicos que arbitró el PP para aliviar déficits y desinversiones de los años de la gran crisis. Lo cual no significa que Madrid no tenga deudas. Las tiene, solo que con entidades privadas. Según datos, que no se han desmentido, la deuda de Madrid ronda los treinta y siete mil millones de euros. El 76,7 % lo gestionan bancos privados y el 23,3 % restante instituciones públicas de Europa y España. En Madrid los asuntos van por donde tienen que ir. Con el dinero público deben hacer caja los negocios privados.
Y así, esta semana en la que se amontonan los asuntos de los que se puede escribir, descubrimos las debilidades y trampas que encierra el argumento de las desigualdades de los españoles que causarán medidas aún desconocidas del gobierno futuro.