En las Comunidades Autónomas trabajan algunos de los mejores periodistas de nuestra profesión. Destaca, entre ellos, Jesús Fonseca que, en Prensa, radio, televisión, agencia de noticias y diarios digitales, ha realizado a lo largo de muchos años una intensa labor internacional, nacional y autonómica. Desde Valladolid continúa ejerciendo su magisterio.
Ha prologado un libro de Antonio García Martínez –Paseos literarios por Madrid (editorial Mandala)– en el que afirma: “El lector revive así quiénes eran, y por dónde anduvieron, aquellos escritores que nos siguen acompañando y descubriendo lo más noble y desgarrado de la vida. Este es un libro plural e intenso –rebosante de solidez y reciedumbre– que capta de manera cabal la humanidad de nuestros clásicos, su alegría de vivir, sus afanes y esperanzas más marcados. Antonio García nos descubre in situ lo que no sabíamos de Azorín o de Juan Ramón”.
He leído el libro con interés creciente porque en su despliegue anecdótico García Martínez sintetiza muchas historias por mí desconocidas. Resulta que Federico García Lorca desdeñaba a Miguel Hernández. El autor de los Sonetos del amor oscuro tenía previsto acudir a Velintonia para leer su obra La casa de Bernarda Alba, pero al enterarse de que allí estaba Miguel Hernández, compañero del alma, compañero de Aleixandre, se negó a aceptarlo. “¿Qué puedo hacer yo?”, le preguntó Vicente a Federico. Y éste le contestó secamente: “Echarlo”.
Aleixandre se negó a semejante despropósito y Lorca canceló la lectura. Poco después fue vilmente asesinado al comienzo de la guerra incivil. Miguel Hernández viviría toda la contienda y fallecería más tarde encarcelado por el franquismo y retratado por otro preso, pintor vocacional, que se convertiría con los años en el mejor dramaturgo español, después de Calderón: Antonio Buero Vallejo.
Por las páginas del libro pasean Pérez Galdós y Valle-Inclán; el gran maestro Azorín y Antonio Machado; Gómez de la Serna y Juan Ramón Jiménez… que recorren calles, plazas, bares y cafés conocidos, lugares históricos y castizos desmenuzando historias literarias que revelan aspectos desconocidos del genio creador de estos personajes. No falta ni la casa de Cervantes ni la de Lope de Vega ni la de Góngora, donde se derramaron las miserias y las grandezas del mundo de la cultura durante el Siglo de Oro.
Con mi inolvidado amigo y compañero en el ABC verdadero, Azorín, gran maestro del 98, recorre García Martínez el Madrid culto y pintoresco de sus largos años de creación literaria hasta recalar en la calle Zorrilla, 21, junto al Congreso de los Diputados. Allí le visité en muy varias ocasiones para escuchar sus ideas sobre escritores, políticos, artistas, amigos y enemigos. El autor de España clara era un conversador inagotable.
De Juan Ramón Jiménez recoge el autor esta frase: “Me lo dijo Rubén Darío el primer día que me vio: ‘Usted ve por dentro’, dentro es para mí lo moderno y universal, porque español, para mí, era lo de fuera”.Y el poeta del espacio y del tiempo, el escritor que temblaba ante los jardines dolientes, concluye descarnadamente: “Dentro de mi alma, rosa obstinada, me río de todo lo divino y de todo lo humano, no creo más que en la belleza… Dadme siempre una mujer, una fuente, una música lejana, rosas, la luna y os prometo una eternidad de cosas bellas. He sido niño, mujer y hombre, amo el orden en lo exterior y la inquietud en el espíritu, creo que hay dos cosas corrosivas: la sensualidad y la impaciencia; no fumo, no bebo vino, odio el café, los toros, la religión y el militarismo, el acordeón y la pena de muerte, sé que he venido a hacer versos”.
Antonio García Martínez, en su paseo por Madrid con los grandes escritores, recoge cien historias sorprendentes y reveladoras. No se arrepentirá el lector que se adentre en el libro. Su interés no decae en ninguna página.