¿Escribir es un fin o un medio?
En la literatura, los medios son las palabras. Lo que importa es la complejidad y la emoción. El caso es reivindicar la clase media, también entre los escritores. Al fin, la belleza es el encuentro con el milagro
Santiago Lorenzo lo tiene claro: “Siempre he pensado que escribir es más un fin en sí mismo que un medio: uno escribe de lo que le enfada y le molesta”. En una entrevista con Lucía Tolosa (Ethic), asegura que “todas las historias que me gustan van de gente que intenta salir adelante pese a los grandes problemas de la vida”.
El autor de Los asquerosos confiesa que le “divierte escribir, no soy uno de esos escritores afectados que sufren tecleando”. “Después de pasar años haciendo cine con tres pesetas –cuenta sobre su experiencia como productor y director– es una gozada encontrarse con los altos presupuestos que te permite el castellano. En el cine, los medios de producción implican dinero, mientras que en la literatura los medios son las palabras”.
Luis Mateo Díez cree que “hoy en día en la novela hay demasiada cercanía y compromiso sociológico”. Entrevistado por Emma Rodríguez (Letras Sumergidas), el autor de Mis delitos como animal de compañía se decanta por “las propuestas que aportan complejidad y emoción, gusto y placer…” Pero reconoce que “también tiene que haber entretenimiento. No se trata de que la novela tenga que perjudicarle la vida a nadie”. Y añade: “No puedo leer una novela para que me dé más o menos claves, como si fuera un libro de autoayuda, o para que me muestre, tal cual, lo que ya veo en la calle”.
En la misma línea, Sara Mesa asegura a Cristina P. Bueno (Bamba) que “las novelas no son ensayos” y que “de una novela no se puede extraer una consigna ideológica”. “Yo siempre me inspiro en la realidad, en la observación de lo que me rodea”, explica la autora de La familia.
“De una novela no se puede extraer una consigna ideológica”. Sara Mesa
Marta Jiménez Serrano aboga por “profesionalizar” la escritura. En conversación con María Serrano (El Debate) sostiene que “hay una clase media de escritores, y creo que es lo que habría que aspirar a alimentar”. “¿Qué hay entre Elvira Lindo y tú?”, se pregunta la autora de No todo el mundo. “Parece que no hay nada –se responde–, porque no se habla de más escritores, no se los visibiliza. Pero hay que reivindicar la clase media, y eso ha cambiado también gracias a las redes sociales. Ya no son solo cuatro críticos decidiendo y se ha acabado con la idea de que hay que pegar el pelotazo o nada. Hay que profesionalizar la profesión”.
La maternidad es un asunto cada vez más frecuente en la literatura y el cine. Pero Mar García Puig alega que hay un aspecto que se está olvidando. “La maternidad precaria está fuera de los discursos sobre la maternidad –dice a Alba Correa (Vogue) la autora de La historia de los vertebrados–. Es algo que se aborda desde los márgenes, no está en las narrativas centrales sobre maternidad. Hay mujeres que no tienen voz en este debate”.
Alejandro Zambra, en cambio, echa de menos que se trate sobre la paternidad, “Cuando en los libros o en las películas se habla de la experiencia de ser padre –cuenta el escritor chileno a Lara Gómez Ruiz (La Vanguardia)–, se centran en el periodo adolescente (...) Pero no es común tratar los primeros años, ni los miedos, sensaciones y pensamientos que pasan por nuestra cabeza. Parece que no existiéramos”.
“Hoy en la novela hay demasiada cercanía y compromiso sociológico”. Luis Mateo Díez
Juan Cruz (El Periódico de España) pregunta a Manuel Gutiérrez Aragón cómo ve el país. “Yo no lo veo de una manera tan negativa como los periodistas y los críticos de la cultura –replica el cineasta y escritor–. Esta es una sociedad más libre, por ejemplo, de lo que puede ser la sociedad anglosajona, más libre de lo que puede ser la sociedad americana (...) Y es un país de creación. De músicos, de escritores, de pintores. No todos serán Goya o Lorca. Pero es un sitio de creación”.
P. S. Sergio Ramírez, ofrece a Winston Manrique Sabogal (VMagazín) una definición de la belleza. “Es lo que siempre se te escapa –precisa el escritor nicaragüense–. Lo que te deja una huella de nostalgia dolorosa. La belleza es algo que siempre estás buscando cómo atrapar. Es algo muy inasible, inaprensible. No sé qué significaría vivir permanentemente con la belleza. La belleza es algo que quieres atrapar al paso. Es como un milagro. Una epifanía. La belleza es el encuentro con el milagro”.